No cabe ninguna duda, el birdwatching está de moda, reúne cada año a más de 20.000 turistas que eligen Extremadura expresamente para ver pájaros y es una modalidad turística que deja unos ingresos de seis millones de euros solamente en alojamiento y comidas. El viajero que se mueve para observar aves en la región no es un turista más sino un aficionado con un poder adquisitivo medio-alto que se gasta dinero en comprar telescopios y prismáticos de calidad y que, además, se puede permitir el lujo de salir de casa exclusivamente en busca de la observación ornitológica. Un visitante, en definitiva, que interesa a la comunidad autónoma desde el punto de vista económico y en torno al que se va creando toda una red de servicios como el Club Birdwatching Extemadura, veterano en España junto al de Navarra, en el que se unen la Junta de Extremadura y la iniciativa privada para promover este tipo de turismo en la región. Crecen, además, los guías y empresas especializados, así como los alojamientos rurales que utilizan los pájaros como reclamo.
Hemos pedido a algunos especialistas en birdwatching que revelen cuáles son sus sitios preferidos para la observación ornitológica y que den las claves para que la experiencia resulte lo más exitosa.
-El Parque Nacional de Monfragüe es uno de los enclaves preferidos para la observación durante todo el año porque se van sucediendo distintas especies de estación en estación y por ser uno de los sitios perfectos para ver rapaces y cigüeñas negras. “Es la bandera de Extremadura por ser nuestro único Parque Nacional y uno de los 15 de la red española”, apunta Raúl Virosta.
-Embalses de Sierra Brava y La Serena, otros destinos ornitológicos que los expertos coinciden en señalar como imprescindibles “por la gran cantidad de aves acuáticas y grullas que acoge”, indica el naturalista Andrés Bernal.
-Navalvillar de Pela y La Albuera “por ser destinos privilegiados para la observación de aves durante todo el año, independientemente de los eventos que se organizan en torno a la ornitología”, apunta Emilio Peña.
-Puente viejo de Herreruela sobre el río Salor en la carretera EX - 302, uno de los destinos preferidos del naturalista fotógrafo Helios Dalmau, “por su paisaje de ribera tan bien conservado y por su tranquilidad ya que casi nunca hay nadie”. Por el mismo motivo de la no masificación apunta también el camino asfaltado entre la carretera CC-140 de Aliseda a Puebla de Obando “por su paisaje de dehesa y los riscos con rapaces
-Embalses de Gabriel y Galán y Borbollón, ideales para ver grullas, anátidas, patos de cuchara, garzas, garcillas y pequeños pajaritos que muchas veces pasan inadvertidos pero son muy interesantes
-Los Canchos de Ramiro por ser una especie de pequeño Monfragüe en el que descubrir grandes rapaces, buitres y alimoches.
-Comarca de Tentudía, con sus zonas de frutales entre las que se mueven distintas especies
-Sierra de Gata, muy interesante por albergar una de las grandes colonias de buitres negros de Extremadura
-Los Llanos de Cáceres, sobre todo en primavera, para presenciar el impresionante espectáculo del celo de las avutardas conocido como ‘la rueda’, un aliciente que se vivirá con más garantía de éxito de la mano de guías especializados porque no es fácil de ver.
Paciencia y silencio
Queda claro que Extremadura es destino privilegiado, pues, para la observación de aves durante todo el año, con más del 75 por ciento de su territorio declarado Área Importante para las Aves por Seo Birdlife, un dato al que hay que sumar las 69 Zonas de Especial Protección de Aves con las que cuenta y las 337 especies diferentes que lo sobrevuelan de las que el 35 por ciento forman parte del catálogo de protegidas.
Buscarlas, escuchar su canto, descubrir sus escondrijos o su vuelo es todo un aliciente pero para hacerlo con mayores garantías de éxito los expertos aconsejan proveerse al menos de prismáticos y si es posible también de telescopio, aposentarse en un observatorio tranquilo, ser paciente, estar en silencio y vestir ropa que no dé pistas sobre nuestra presencia a las aves. Las mejores horas son el amanecer y el atardecer y ya, para bordarlo, los especialistas recomiendan anotar en un cuaderno de campo todo aquello que se ve, desde la morfología del pájaro hasta el color de su pico y sus plumas o la descripción de su trino.