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De la ZEPA a la mesa

Raúl Casado

Muchos productos silvestres engrosan el catálogo de alimentos selectos y van directos desde zonas naturales, muchas de ellas protegidas y amparadas por la red europea Natura 2000, a la mesa de muchos hogares y al mantel de los mejores restaurantes del mundo.

Lo hacen además, cuando se cogen de una forma regulada y respetuosa con el entorno, generando un rastro de empleo directo e indirecto y dejando un poso de riqueza que redunda en beneficio de las zonas rurales donde se recolectan esos productos y donde se localizan las instalaciones industriales que los procesan.

Son un sinfín de setas y hongos, de verduras silvestres o de frutos del bosque (moras, arándanos o grosellas), alimentos cuyo consumo ha estado durante siglos muy arraigado a las tradiciones gastronómicas de los pueblos, pero que durante los últimos años no solo se han popularizado sino que además han dado un salto de calidad para situarse en salones gourmet y en los mejores restaurantes.

España reúne las condiciones climáticas y los ecosistemas idóneos para la proliferación de los hongos y de muchos de esos productos silvestres, pero también han proliferado durante los últimos años auténticos expoliadores que ni utilizan las artes adecuadas ni tienen los conocimientos necesarios para hacer una recolección que necesariamente tiene que ser selectiva.

Hemos puesto el foco en uno de esos ejemplos de éxito, en una iniciativa empresarial surgida hace casi cuarenta años en Moraleja, una localidad cacereña atravesada por un singular espacio de la red europea Natura 2000 (Las riberas de Gata y Acebo), donde se encuentra la planta a la que llegan y donde se procesan todos los productos.

La empresa Productos Silvestres Julián Martín SL recolecta productos cultivados a los pies de la Sierra de Gata y regadas por el río Árrago en las localidades de Moraleja, La Moheda y Vegaviana, pero recibe muchas variedades de productos silvestres que crecen en la Sierra de Gata y en otros parajes naturales incluidos también en la red Natura 2000.

Recibe también los productos recolectados por miles de personas (hasta 15.000) en numerosos lugares de España y Portugal, y desde su planta viajan procesados a todas las comunidades autónomas y a países como Francia, Alemania, Austria, Suiza o Italia, donde estos alimentos son muy valorados y apreciados.

Todos los productos silvestres que entran en la planta han sido recolectados de una forma manual, cuidada y cualificada para garantizar su calidad y asegurar su perdurabilidad; para garantizar que la explotación comercial de esos productos se realiza de una forma sostenible y respetuosa con el entorno.

Natura 2000

Ese es precisamente el objetivo primero y último de la red europea Natura 2000, el principal instrumento de conservación de la biodiversidad de la UE: asegurar la supervivencia a largo plazo de las especies y de los hábitats más valiosos de Europa pero conseguir que esa conservación sea plenamente compatible con la actividad económica.

Julián Martín puso en marcha esta empresa hace casi cuarenta años y hoy emplea de forma directa, en los periodos de máxima actividad, hasta 150 personas en su planta de Moraleja.

Él, insiste, es el principal interesado en que la explotación de los recursos naturales y la recolección de los productos silvestres que entran en la fábrica se realice de una forma sostenible y respetuosa con la naturaleza para garantizar que esta actividad económica perdure.

El empresario no oculta su preocupación por la proliferación durante los últimos años de esos “expoliadores del campo”, y en ese sentido lamenta que el sector carezca todavía de una regulación adecuada para ordenar la recolección de los productos silvestres y asegurar la sostenibilidad de la actividad.

A su juicio, una de las mejores maneras para asegurarlo será la entrega de un carné individual a cada recolector, algo que han comenzado a realizar ya numerosos ayuntamientos para evitar que los suelos de sus montes y bosques sean esquilmados por personas sin los conocimientos necesarios.

Durante cuarenta años ha sido además testigo de cómo se han popularizado muchos productos silvestres, de cómo han evolucionado hacia una gastronomía muy depurada y de muy alta calidad, y de cómo se han incorporado a las cartas de los restaurantes “de élite”.

Situada en el cuadrante noroeste de la provincia de Cáceres, la localidad de Moraleja, cuya economía pivota sobre todo en la próspera agricultura, ha empezado además durante los últimos años a rentabilizar sus importantes recursos naturales y su privilegiada situación geográfica.

Hoy, uno de los mejores complementos de esa agricultura son las aves, y sobre todo las grullas, que se han convertido en un verdadero reclamo turístico, y en torno a ellas se organizan desde hace cinco años unas jornadas de turismo ornitológico y un popular concurso de fotografía.