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Feijóo evita aclarar si secunda la “ley de lenguas” prometida por Casado porque “no existe”

Feijóo, durante la sesión de control en el Parlamento gallego

David Lombao

“Herri Batasuna”. El nombre de la desaparecida formación independentista vasca ha sido la referencia partidaria más repetida por el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en la sesión de control en el Parlamento en este 13 de marzo. La utilizó reiteradamente para replicar a la portavoz nacional del BNG, Ana Pontón y también en las respuestas al portavoz del PSdeG, Xoaquín Fernández Leiceaga. Ambos intentaban que el presidente de la Xunta aclarara si suscribe o no la propuesta del líder del PP, Pablo Casado, de limitar por ley el uso de las lenguas cooficiales distintas del castellano y, por lo tanto, del gallego en las Administraciones y, más concretamente, en el acceso al empleo público.

Desde que Casado enunció su propuesta de aprobar una “Ley de Lenguas” sy llega a tener mayoría en el Congreso para hacerlo Feijóo ha intentado surfear las olas recentralizadoras de la dirección de su partido. Afirmando, por ejemplo, que tal propuesta no estaría “dirigida a Galicia” y que su reforma de la ley autonómica de la función pública en el año 2009 ya determinó que el conocimiento del gallego sea un “requisito” y no un “mérito” para trabajar en la Xunta. Este miércoles profundizó en esa línea criticando que Leiceaga le pregunte “si vamos a apoyar una ley que no existe” y atacando a Pontón, “la señora del BNG”, porque “viene a hablar de extremismo” mientras “pide que votemos a Herri Batasuna Bildu”, denominación ue ha utilizado para referirse a la coalición del Bloque con ERC y EH-Bildu para las elecciones europeas.

“¿Está a favor o en contra de la propuesta de su líder?”, cuestionó sin éxito Pontón, A cuyo juicio es necesario aclarar si el también presidente del PPdeG está de acuerdo con “ese señor que nos quería explicar a las mujeres lo que es estar embarazadas” y que ahora “también nos quiere explicar a los gallegos y gallegas que para trabajar en la Administración de este país no hace falta conocer la lengua de este país”. Feijóo, cree la líder del Bloque, haría bien en no “repetir” el “episodio” en el que “ya utilizó la mentira de la imposición del gallego por un puñado de votos”.

“Dígame que le va a decir 'no' al señor Casado en relación con la ley de imposición del español”, retó Leiceaga, también igualmente sin respuesta favorable. En el caso de Pontón, el presidente gallego replicó acusándola de pretender “dividir al país en todo” y estar contrariada por que el gallego no sea “un problema en Galicia” gracias al “bilingüismo armónico” promovido por el PP.

Bilingües, precisamente, fueron las frases con las que finalizó Feijóo su respuesta al BNG; “ya está bien de dar un carné de mal gallego a quien habla español, ya está bien de dar un carné de mal español a quien habla gallego”, proclamó combinando gallego y castellano para intentar evidenciar que está al margen de todos los “extremos”. Después todavía agregaría sentencia que causó la hilaridad en la bancada nacionalista: “sabemos gallego y hablamos español”.

Para la respuesta al socialista Leiceaga el titular de la Xunta optó por reeditar críticas a los ya decaídos Presupuestos Generales del Estado promovidos por el Gobierno de Pedro Sánchez, a quien reprocha que no haya visitado Galicia en calidad de presidente -lo hizo en un acto de partido- y exigirle compromiso al conjunto del PSOE con el artículo 2 de la Constitución, que consagra la “indisoluble unidad de la nación española”. También aprovechó, adicionalmente, para elogiar el libro recién publicado por Alfonso Guerra.

Sobre la lengua, objeto de la pregunta, prefirió disparar por elevación. “Yo las leyes que apoyo las apoyo en este Parlamento y voy a apoyar exactamente todas las leyes que apoyamos en las mayorías en este Parlamento; llevo haciéndolo diez años”, resolvió.

Más allá del rifirrafe preelectoral en el que se convirtió la sesión de control, las respuestas de Feijóo sobre el gallego en la Administración también dejaron algún dato concreto, en gran medida solapado por los reproches cruzados. Así, según asegura, en los exámenes de oposición más recientes, “desde 2016”, casi “el 97,5%” de los aspirantes no han tenido necesidad de “examinarse” específicamente de lengua por “haber acreditado el conocimiento del gallego” con un título oficial, por lo que “ya han solucionado el problema del gallego”. En el caso del 2,5% que sí han tenido que realizar “examen de gallego”, el resultado fue que “aprobaron todos”. “¿Cuál es el problema?”, se pregunta.

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