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La Facultad de Historia de Santiago traslada 80.000 libros de su biblioteca ante el riesgo de colapso inminente

Operarios desmontan las estanterías de la biblioteca de Xeografía e Historia para el traslado de 80.000 volúmenes ante el riesgo de desplome

Luís Pardo

1 de noviembre de 2024 22:36 h

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El saber sí ocupa lugar. Y pesa. En la Facultade de Xeografía e Historia de Santiago -el edificio que nació como sede de la universidad compostelana, levantado entre finales del XVIII y principios del XIX- lo están comprobando por las malas. La carga de los 150.000 volúmenes de su biblioteca es demasiada para el maltrecho inmueble, que no conoce una reforma en profundidad desde hace medio siglo. Un informe de ingeniería que alertaba del riesgo “inminente” de desplome tras la aparición de una descomunal grieta en el suelo del depósito ha obligado a tomar medidas urgentes. Los operarios se afanan en el desmontaje de estanterías y el traslado de más de 80.000 libros a un lugar que no ponga en peligro la estructura. Pero son sólo “cuidados paliativos”, “tapar la hemorragia” del mayor centro de trabajo de un casco histórico Patrimonio de la Humanidad, mientras espera que las instituciones reúnan los fondos necesarios para acometer la profunda rehabilitación que está pidiendo a gritos.

“Sin nuestra biblioteca no podemos tener una vida ordinaria: no podemos subsistir sin libros en papel”. El aún decano de la facultad, Marco García, condensa la importancia del inmenso fondo en estos tiempos donde parece que todo puede estar digitalizado o en la nube. En su caso, no es así. Y, para no olvidarlo, profesores y estudiantes han puesto en marcha una iniciativa en redes donde destacan cuál es su obra favorita en papel.

Pero, además de los fondos, ocultos para el gran público, la enorme sala de lectura -con sus amplias mesas rodeadas de viejos armarios llenos de libros- forma parte de la memoria sentimental de generaciones y generaciones de universitarios que la utilizaron para estudiar, relacionarse o forjar amistades, mientras subían y bajaban a las aulas o a la no menos histórica cafetería, ubicada frente a la Praza de Abastos -según las guías, el segundo lugar más visitado de Santiago después de la Catedral-, y que, mientras espera reforma, ha cerrado sus puertas para acoger más de 27.000 libros desplazados de la biblioteca.

Otros 8.000 volúmenes han encontrado su hueco en los sótanos de la Facultade de Filosofía -al otro lado de la Iglesia de la Universidad, un templo desacralizado que hoy funciona como sala de exposiciones y eventos- mientras que los restantes 45.000 se han distribuido por la propia sala de lectura. Eso ha obligado también a cerrarla hasta mediados de noviembre. Y, mientras, la decena de trabajadores de la biblioteca hace kilómetros entre los tres espacios para responder a las demandas de profesorado, estudiantes e investigadores.

“Además de un edificio patrimonial, de una obra de arte, somos el mayor centro de trabajo de la Almendra”, el núcleo de la ciudad histórica. “Aquí vienen cada día 1.500 personas, más de la mitad, estudiantes de grado”, resume García. La Facultade de Medicina, situada en el acceso norte de la Praza do Obradoiro, todavía supera esos números pero, aunque dentro de la zona monumental, se queda por solo unos metros fuera de la Almendra, lo que evita cualquier disputa por el título.

La casa por el tejado

Los problemas de fondo de Xeografía e Historia no son nuevos. “Llueve en los despachos”, relata García con la incredulidad de quien ha visto cómo unos muros de tres metros de ancho acabaron convertidos en un “colador”: “la argamasa se deshace y el agua se filtra entre las piedras”. La última reforma de calado se llevó a cabo en los 70 y fue “bastante desgraciada”.

Vista en perspectiva, aquella obra no se ahorró ninguno de los errores propios de la época: sustituir puertas de roble por otras de conglomerado, poner aluminio en el claustro, crear espacios con unas dimensiones prohibidas por la normativa actual... “Como el edificio tiene tres alturas, pero cada una equivale a dos pisos, se hicieron entreplantas”. Y allí, pese a tratarse de un inmueble patrimonial, se utilizaron todos los clásicos: sintasol, firospán, goma “que no es precisamente ignífuga...”.

En 2016 empezó la redacción del Plan Director para rehabilitar el principal edificio civil de una zona monumental plagada de construcciones religiosas, empezando por la propia Catedral. El Consorcio, la entidad tripartita formada por Ayuntamiento, Xunta y Estado para velar por este patrimonio monumental, finalizó el documento en 2022. Entonces, se estimó el coste en unos 24 millones de euros y un plazo de ejecución de un lustro: hasta 2027. Sin embargo, hay obras que ya no pueden esperar.

El mantenimiento de las infraestructuras de la Universidade de Santiago (USC) es responsabilidad de la gerencia. Su titular, Xabier Ferreira, es realista. Según cuenta, “redefinir” la biblioteca en el marco del Plan Director costaría 6 millones de euros, que es el presupuesto con el que cuenta cada año para atender los 700.000 metros cuadrados de construcciones entre los campus de Compostela y Lugo. “Hay quien dice que es mucho: ni es mucho ni es poco, es lo que costaría”. “Tenemos que empezar la casa por el tejado, literalmente”, confirma García, ya que esa obra, dice, apenas permitiría solucionar los problemas de las cubiertas y el propio depósito.

Consciente de que ninguna institución está en condiciones ahora mismo de afrontar semejante gasto -la partida para inversiones del Consorcio en 2024 no llegó al millón de euros y necesita tres solo para reformar el Palacio de Congresos-, la USC trabaja en una nueva propuesta para solucionar esta situación urgente. A la espera de cerrar todas las cifras, Ferreira la estima en unos 500.000 euros. Se pondría en marcha en el próximo curso y siempre de acuerdo con el equipo decanal, que va a ser renovado en medio de esta “tormenta perfecta”. Las elecciones se celebran la próxima semana, prácticamente al mismo tiempo que las presidenciales de Estados Unidos.

El gerente no quiere deslindar el problema del inmueble del que presenta todo su entorno. “Le pasa lo mismo que a muchos otros del casco histórico: si no se aportan más recursos, la ciudad tiene un problema de deterioro físico”. La Facultade de Xeografía e Historia es un edificio singular y por eso reclama la implicación de las tres administraciones implicadas. No quiere una solución como la que la Xunta acaba de dar a la Facultad de Farmacia, tras varios años sin sede y con su alumnado repartido por varios centros.

Con un coste prácticamente idéntico al que estima el Plan Director de la antigua sede de la institución, el nuevo edificio de Farmacia costará 24,5 millones de euros. El gobierno gallego aportará doce en tres anualidades y “permitirá” a la USC -que además tendrá que poner 2,5 millones de fondos propios- renegociar el pago de otros 10 millones de su deuda con las entidades bancarias.

“Farmacia es una cuestión universitaria y sanitaria, porque es la única facultad de esta especialidad en Galicia, pero aquí hablamos de un edificio histórico”. En él se conjugan las necesidades académicas con la “conservación” de un inmueble “muy singular” que cumple, además, una función de dinamización de una zona monumental tomada por los peregrinos: “Sin el ayuntamiento y las tres facultades -Xeografía e Historia, Medicina y Filosofía- nos quedamos con un parque temático en el casco histórico: un mercado de abastos y unos turistas”, concluye Ferreira.

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