En los primeros minutos del 11 de mayo de 2007 llovía en gran parte de Galicia, igual que en este 8 de mayo de 2015. Aquella lluvia acompañó los actos de inicio de campaña de las elecciones municipales y, como este viernes, Alberto Núñez Feijóo pegó su primer cartel electoral en Vigo junto a la aspirante del PP a la alcaldía, que entonces era Corina Porro. Feijóo llevaba apenas un año al frente de un partido que cambiaba el azul corporativo por el naranja y los comicios locales suponían una prueba para su proyecto político y una oportunidad para darse a conocer. En aquella carrera electoral el líder de la derecha lanzó múltiples promesas y ataques, casi siempre con dos objetivos: Zapatero y el bipartito. Ocho años después, de nuevo pegando carteles en Vigo, los objetivos siguen siendo los mismos.
Como ahora, hace dos mandatos el objetivo primordial de los populares gallegos era lograr mayorías absolutas en las ciudades, y en esos escenario Vigo se presentaba como fundamental. En una campaña salpicada por acusaciones de presuntas ilegalidades urbanísticas Feijóo planteaba múltiples promesas en materia social para lograr el dominio de un escenario político que era, fundamentalmente, tripartito: el PP por una parte y PSdeG y BNG, por otra. “Claro está que la suma de dos partidos perdedores no es una victoria”, proclamaba Feijóo mientras enumeraba promesas incumplidas por la Xunta de socialistas y nacionalistas y calificaba a José Luis Rodríguez Zapatero de “presidente gafe y por accidente”: “doce horas después de decir que el problema del terrorismo va bien, ETA pone una bomba”, ilustraba en un mitin.
Ocho años después pocas cosas se parecen a aquel panorama político. Hace seis años que la coalición de socialistas y Bloque dejó la Xunta y hace casi cuatro que Zapatero no gobierna en España. Poco después de aquellas elecciones municipales de 2007 explotó la burbuja inmobiliaria y con ella, una profundísima crisis económica. A pesar de todo, el argumentario con el que Feijóo inicia la campaña de 2015 guarda grandes parecidos con aquel primer recorrido por la Galicia municipal.
Para apoyar a quien ahora es su apuesta en Vigo frente al socialista Abel Caballero, la ex conselleira Elena Muñoz, el líder del PPdeG se lanza hacia el 24-M presentando las elecciones como una dicotomía: o “seguir por la línea ascendente en la que estamos, mejorando cada día” o “repetir cada día la política de Zapatero” y “repetir el espectáculo de socialistas y nacionalistas”, pero “ahora multiplicado por más partidos y más inestabilidad”. Muestra de esto, reitera, son los “bipartitos rotos” en localidades como Lugo o el propio Vigo.
Como antes, Feijóo proclama que sus candidatos son garantía de gestión económica y social y que se presentan “para conseguir la confianza de la gente”, no para “participar en una subasta de cargos con otros partidos”, porque eso es, afirma, lo que suponen las coaliciones postelectorales si en ellas no participa la fuerza más votada. El PP, “hará lo que le pida la gente”, si “la gente les pide que gobiernen” y “proponen una única coalición, que es con los vecinos”. Falta saber, por lo tanto, si en un panorama nuevo sigue siendo efectivo el argumentario de siempre.