“No gastar más de lo que se tiene”, “hacer más con menos”, “disciplina presupuestaria”. Estos han sido algunos de los lemas que los gobiernos han reiterado hasta la saciedad durante los años más duros de la crisis económica. La caída de Lehman Brothers y el pinchazo de la burbuja inmobiliaria española hacen que el año 2008 se sitúe como inicio de una crisis gestada mucho antes y en la que entes más o menos abstractos, como la troika o los mercados, comenzaron a ser invitados habituales del debate político. El control del déficit, equilibrar anualmente ingresos y gastos, se convirtió en norma constitucional y casi en dogma de fe. Pero, al mismo tiempo, la deuda de las administraciones, esto es, el dinero que piden prestados a los bancos y otros actores financieros, no dejó de crecer. Tanto que, en el caso de las comunidades autónomas, sólo cinco de ellas tienen en este 2015 más presupuesto que deuda.
Aunque cada autonomía presenta sus respectivos datos de una manera propia es posible obtener una visión global a través de los informes en los que el Ministerio de Hacienda muestra las cuentas de los Ejecutivos autonómicos de una manera homogénea. El cruce de esta información con los datos de deuda que trimestralmente ofrece el Banco de España permite concluir que en el inicio del presente 2015 únicamente Asturias, Canarias, Extremadura, Navarra y Euskadi tenían más presupuesto de gastos, es decir, más fondos para invertir en las diferentes áreas del gobierno que dinero pendiente de devolver. Todas las demás tienen más deuda que presupuesto.
La radiografía que muestra el gráfico sobre estas líneas es el resultado de siete años en los que la deuda autonómica se multiplicó mientras los presupuestos de cada una de las comunidades se estancaban o, en la mayor parte de los casos, se reducían. Así, resulta ilustrativo observar cuál era el panorama en 2008, los últimos presupuestos aprobados, en la mayoría de los casos, sin prever un escenario de crisis, recesión y caída de la recaudación tributaria.
En aquel año el presupuesto de todas las autonomías, sin excepción, superaba las respectivas deudas y la única en la que ambos valores estaban próximos era a Comunitat Valenciana, con una diferencia de apenas 400 millones entre lo que gastaba y lo que ya debía. En el caso gallego la Xunta disponía entonces de un presupuesto de gastos de 10.668 millones de euros, casi 1.000 más que en 2015, y la deuda era de 3.954 millones, 6.000 millones menos que en la actualidad.
Así las cosas, tampoco en este indicador Galicia puede jactarse de ser “la primera” de las comunidades autónomas en gestión económica. De las cinco autonomías con más presupuesto que deuda la mayor distancia entre ambos valores se da en Euskadi, que puede gastar 1.742 millones de euros más de los que debe en 2015. A continuación se sitúa Extremadura, cuyo presupuesto supera en 1.674 millones su deuda, y Canarias, con 947 millones en positivo. Navarra (640), Asturias (447) y Cantabria (72) completan una lista en la que la pequeña comunidad de La Rioja actúa como frontera, con una diferencia de presupuesto y deuda de apenas 1 millón de euros. En este panorama Galicia es la primera, pero entre las que presentan valores negativos, con 225 millones menos de presupuesto que de deuda.
Estas cifras se registraron en unos años en los que la Xunta incrementó su deuda pública por encima del 150%, llegando el pasado 2014 a superar los 10.000 millones de euros por primera vez en la historia de la autonomía. Mientras la oposición parlamentaria contrapone estos datos con el perfil “gestor” prometido por Alberto Núñez Feijóo al llegar al poder e insta a aclarar “en qué se ha invertido” este endeudamiento, la Consellería de Hacienda reitera que “la comunidad gallega viene manteniendo una política de control del endeudamiento y del déficit público”, y destaca que en 2014 fue “la comunidad de régimen común que menos incrementó su endeudamiento”.