Un despacho destrozado, con cientos de libros desparramados, símbolos nazis pintados en la pared, mensajes amenazantes de corte ultraderechista, excrementos sobre diversos objetos, cuadros acuchillados y hasta sangre. Todo eso fue lo que se encontró el abogado vigués Gustavo García el pasado lunes, después de que la Policía descubriera el ataque sufrido por su lugar de trabajo en esa madrugada. El letrado, vinculado en el pasado a la CIG y secretario de la Fundación Galega contra a Impunidade, vivió un duro trago al descubrir el resultado de un destrozo que tiene todas las características para ser considerado como un ataque de un grupo fascista. Pasadas las horas, el jurista resta importancia a los hechos y dice tener “la casi certeza” de que el atentado no es obra “de ningún colectivo facha organizado”.
“Le vamos a exprimir los huevos”, “rojo hijo de puta”, “viva el fascio”, “rojos paredón”, “cerdo” ou “viva la muerte” fueron algunos de los lemas que aparecieron en las paredes de su despacho, junto a varias esvásticas, pero también pintadas contra el PKK curdo –se supone que en alusión al trabajo que Gustavo García desarrolla a favor de la causa de este pueblo y por el que llegó a estar detenido– o de grupos fascistas portugueses. Los variados, simples y mezclados lemas aparecidos hacen creer al abogado que detrás de este ataque “no hay ningún grupo fascista organizado”, sino más bien “alguna gente fastidiada” por el trabajo que desarrolla este letrado. “No descarto nada y sospecho que es por algún tema del trabajo o por la actividad de la Fundación Galega contra a Impunidade, que no se centra en reivindicar solo a las víctimas, sino en recordar que no fueron muertos que aparecieron por generación espontánea, sino que fueron asesinados por hombres que son familias importantes y cuyos descendientes siguen estando entre las elites y detrás de importantes empresas”, explica.
“Si hubieran sido fascistas organizados, dudo que hubieran empleado ciertos lemas y ciertos símbolos; pueden ser familiares enfadados de estos represores o personas que se creen perjudicadas por algún conflicto que yo llevo como abogado, pero todos estos mensajes que dejaron son ridículos, una chapuza”, dice Gustavo García. El hecho de que los que atacaron su despacho hicieran referencia al movimiento curdo o a otros aspectos fundamentales en su labor habitual como letrado hace pensar que los atacantes conocían –y mucho– su trayectoria. Pero no cree que detrás haya una organización fascista ni mucho menos que sea obra de paramilitares turcos. “Esa gente mató no hace mucho a tres chavalas curdas en París y yo dormí varias veces en la sede estos días y no atacaron hasta que me marché; si hubieran querido matarme, lo habrían hecho y hay grupos que hacen eso sin problema ninguno”, explica con claridad.
“En Galicia hay un grupo fascista denominado Resistencia Aria; son jóvenes que incluso se definen como independentistas y que admiran a Castelao, pero los cuadros de Castelao también acabaron destrozados”, cuenta García, que no cree que exista “una extrema derecha organizada en Galicia” que llevara a cabo este atentado, aunque la asociación A Revira de Pontevedra sufrió pintadas semejantes hace unas semanas. “Fue gente enfadada por el trabajo que desarrollo en la Fundación o por mi labor como abogado”, insiste, tras quitarle hierro a la acción. “Todo parece un poco mentira, un paripé”, cuenta, tras aclarar que no tiene “miedo ninguno”.
Gustavo García agradece, no obstante, todos los apoyos recibidos, también los que llegaron desde AGE y BNG en el Parlamento, pero insiste en que, a pesar de la petición de investigación que llegó de los nacionalistas, no sospecha de un ataque organizado del fascismo o de la ultraderecha. “Como abogado, entiendo que las cosas deben responder a una lógica, pero esto no tendría lógica ninguna”, añade. El letrado no duda en que todos estos mensajes de solidaridad, incluidos los del Consejo General de la Abogacía y de un montón de compañeros, lo están beneficiando. “Al final me hacen publicidad, me han hecho un favor grandísimo”, dice como para restar relevancia a un hecho que, de fijarse solo en el resultado del ataque, no parece tan poco importante.
Desde luego, García seguirá, y aun con más fuerza y apoyos, con su lucha “contra la impunidad de todos los crímenes contra la humanidad”. Por eso, el próximo 20 de noviembre presentará con una fiesta en la sede de la Fundación –que también fue atacada y que comparte local con su despacho– otra nueva, la Fundación Adriana Calvo, que se empeñará en la lucha por condenar a los autores de tantos asesinatos políticos e ideológicos en todo el mundo. “Sea por dictaduras fascistas o comunistas, porque aquí no hay ideologías, aquí hay criminales y asesinos”, dice quien no se cansa de recordar que la represión franquista en Vigo “mató a más gente de la que murió en el corredor de Boston”. Pero siguen impunes. Como, de momento, los que atacaron su sede.