Hay pequeños abismos entre los personajes de A parte fácil (Xerais, 2023). Una madre que ingresa periódicamente en un psiquiátrico privado. Jóvenes que comparten piso tras acabar la carrera universitaria y se asoman al precipicio del libre mercado laboral. La condición sexual como frontera. El piso deshabitado que los hijos vacían juntos tras la muerte de una progenitora y aun así no saben qué decirse. Emociones saboteadas por una existencia sometida, desajustes vitales, horizontes difuminados. El primer libro de cuentos de Ismael Ramos (Mazaricos, A Coruña, 1994), Premio Nacional de Poesía Joven por Lixeiro (Xerais, 2021), indaga en relaciones ahogadas y situaciones liminares pero comunes. “Pienso que el futuro es un tigre y a nosotros ya nos ha mordido”, dice Clara, una de las protagonistas del relato Algo peor.
“Las cosas están mal. Hay una brutal falta de expectativas y la precariedad marca nuestras vidas. ¿Y esto cómo se concreta al escribir?”, se pregunta Ramos en conversación con elDiario.es, “pues en unos personajes que nunca están sintiendo lo correcto en el momento adecuado, que no son capaces de lidiar con la realidad que les toca vivir”. Y que respiran gracias a una escritura de línea clara y a una depurada poética de la elipsis, al servicio de una captación aguda de lo real. El detalle a veces minúsculo como núcleo de sentido. “A mí me interesa saber cómo es el almacén de una tienda por dentro. O que el empleado de un burguer puede llevar para casa, si sobran, patatas fritas. Quiero detalles, quiero hechos”, señala. Busca distanciarse de lo que entiende como “literatura declaradamente política, que quiere hablar del trabajo, pero lo hace desde el discurso, no desde lo concreto”. No es el caso de A parte fácil, literatura política pero desde lo sensible.
Su autor recuerda, al respecto, un impacto. El que le causó uno de los personajes de Las maravillas (Anagrama, 2020), la novela de Elena Medel, al sacar 20 euros en un cajero. “Me di cuenta de que nunca había visto sacar dinero en un cajero en una novela. Y 20 euros, con todo lo que eso dice sobre sus condiciones de vida”, argumenta. La materia, al fin y al cabo, hace hablar a los relatos de Ramos. “La gente no habla de lo que busca en Internet, sería como decir la verdad todo el tiempo. O peor, sería como decir lo que crees que sientes todo el tiempo”, escribe en A lontra [La nutria], que abre el volumen. Y que, como varios de los ocho textos que lo componen, sucede ni en el rural ni en trasuntos metropolitanos tan habituales en la literatura gallega. “La mayoría de la gente que me lee, y donde yo habito, es un pueblo de 15 o 20.000 habitantes”, se explica, “la ciudad de los 15 minutos ya existe, es una población de ese tamaño con comercio en el centro y buenos servicios. En todo caso, quise evitar el centralismo y el provincianismo, dos caras del mismo fenómeno”.
Los caracteres de A parte fácil se enfrentan, finalmente, a acontecimientos graves, aunque nunca insólitos: la muerte de seres queridos, la anomia familiar, la enfermedad mental, la explotación laboral, la descomposición de una amistad. “Muchas veces giran en torno a decisiones personales, y a pesar de que me interesa mucho la construcción de la atmósfera, siempre hay una trama, no quería estampas”, dice. Los cuentos avanzan, no son estáticos. Se sirven, afirma su escritor, de cierto extrañamiento respecto de la realidad, un forzar la mirada para provocar la reflexión. Siempre redondeados por frases que, con aliento de verso, atraviesan la narración: “El tráfico a esa hora es como un niño aprendiendo a tocar el violín”. “Soy muy obsesivo con el final de los poemas, y he trasladado esa obsesión a los relatos. No solo a sus finales, también al cierre de los párrafos”, dice. Y escribe: “Aunque la mayoría de las amistades se inventan más de lo que se construye”.
El lugar y la mecánica del cuento
Un epígrafe de Amy Hempel, la escritora estadounidense que en 1985 revolvió el relato corto con Razones para vivir, funciona como pórtico del libro de Ramos. “Algo que olvidas, viviendo aquí, es que parar de hundirte no significa que no sigas bajo el agua”. A esa tradición, realista y vinculada por la crítica a la obra fundacional de Raymond Carver, no le importa adscribirse a Ramos. Sobre la fértil estirpe del género en Galicia, de Álvaro Cunqueiro a Manuel Rivas, se confiesa lector irredento de Xosé Luís Méndez Ferrín, pese a que ni el estilo, ni el foco, ni el resultado tengan relación evidente. “Que en la literatura gallega exista ese acervo es algo de lo que estar orgulloso”, considera, “pero quizás por imitación del sistema literario español, el cuento no obtuvo un lugar central en el gallego. En otras literaturas, como la estadounidense o la rumana, sí lo hizo. Aquí, como en Francia, la novela es el centro de todo”. El ecosistema de revistas o cierta educación lectora hacen el resto.
En cualquier caso, esas fronteras no operan en la escritura de Ismael Ramos. “En mi cabeza hay una concepción de lo literario muy amplia. Muchos de los escritores que me interesan no se ciñen a un solo género: hacen literatura”, argumenta, “para mí no es una cuestión tan relevante. No sentí un abismo al escribir prosa”. Surgió en febrero de 2020, al acabar la primera versión de Lixeiro y cuando la epidemia de coronavirus provocó el confinamiento. “Estaba encerrado en casa, en ERTE. Mi pareja teletrabajaba. Y durante aquellos días hablaba mucho con Elena Medel, por la traducción de Lixeiro [y su publicación en La Bella Varsovia, editorial de Medel]”, relata, “me dijo: 'El 8 de abril, tu cumpleaños, tienes que entregarme algo, lo que quieras'. Estaba releyendo los cuentos de Amy Hempel. El 8 de abril le mandé A lontra, primer relato de A parte fácil”.
El mecanismo que desata la escritura ni siquiera difiere del de un poema, asegura. “Ambos pueden partir de una imagen o de perseguir una sensación pero la narrativa me hizo muy consciente de algo: en el relato el tiempo está a mi favor. Puedo tardar tres horas o tres días en escribir un párrafo que el lector va a leer en 30 segundos. El trabajo con la tensión es distinto”. Ramos, autor además de los libros de poemas Os fillos da fame (Xerais, 2016) y Lumes (Apiario, 2017) y colaborador de elDiario.es, no cree que todo forme parte de un mismo texto. “Pero sí que todo, poemas, relatos o columnas, lo escribo yo. Otro asunto es qué es el yo y cuáles son o no sus discontinuidades”, resume.
Ismael Ramos presentará A parte fácil junto a la escritora Berta Dávila el jueves, 9 de marzo en la librería Numax, de Santiago de Compostela.