La llegada del peregrino 200.000 a Santiago se adelanta de octubre a agosto entre alertas de masificación
Un síntoma de éxito imparable o de preocupante masificación, según quien lo evalúe. La llegada del peregrino número 200.000 de cada año a Santiago de Compostela era hasta hace menos de una década un fenómeno simplemente inexistente. Pero desde el año 2013, el primero en el que los registros oficiales de la Oficina del Peregrino traspasaron ese umbral, se ha convertido en un ritual al que acuden representantes de la Xunta y de la Iglesia compostelana. La primera vez sucedió a mediados de octubre. Ahora ya ha adelantado hasta comienzos de agosto.
El pasado 2 de agosto el conselleiro de Cultura y Turismo, Román Rodríguez, recibió junto al deán de la Catedral de Santiago y otros cargos al peregrino 200.000 del 2019. El propio Gobierno gallego destacó que esta llegada se producía doce días antes que en 2018, agregando a continuación que “lo importante es cómo estamos creciendo”, de una manera “sostenible” a juicio de la Xunta.
Efectivamente, esa llegada se adelantó doce días con relación a 2018, veinte con respecto a 2017 y 29 con relación a 2016. En 2015 y 2014 el peregrino 200.000 todavía había llegado en septiembre.
Este adelanto del simbólico peregrino 200.000 tiene como contexto lo que parece una imparable tendencia al alza en el número de personas que realizan el Camino de Santiago. El indicador de la Oficina del Peregrino -el oficial, pero que no registra a todas las personas que llegan peregrinando a la capital gallega, sólo a las que acuden a este servicio de la Iglesia cofinanciado por la Xunta para obtener la Compostela como certificación de la peregrinación- lo refleja con claridad. Excepto en el 2011, el siguiente al último Xacobeo, todos los demás años de la década han registrado un aumento de peregrinos con relación al anterior, la mayor parte de ellos en el entorno del 10% interanual.
Fue en 2013, el primer año desde que hay registros con más de 200.000 peregrinos, también el primero que registró un incremento interanual superior al 10% en el actual ciclo jacobeo. También han estado por encima de ese umbral 2014 y 2015 y, tras un ligero freno del crecimiento en 2016 (un 5,8% más de peregrinos que en el año previo), en 2017 superó el 8% y se anotó un nuevo hito; por primera vez llegaron a Santiago peregrinando más de 300.000 personas en un año. Esa cifra ya fue superada ampliamente en 2018 y va por el mismo camino en 2019.
El actual ciclo jacobeo presenta además una diferencia que no es menor con relación al anterior. Van ya tres años seguidos en los que llegan más peregrinos a Santiago que en el último Año Santo, el 2010, cuando la cifra oficial fue de 272.135. La línea sigue siendo ascendente justo cuando la Xunta está poniendo a pleno funcionamiento los mecanismos de promoción del Xacobeo 2021, primero de un nuevo ciclo que tendrá las siguientes paradas en 2027 y 2032.
El argumentario más habitual de la Xunta pasa por referirse a un crecimiento “sostenible” de la afluencia de personas en los Caminos de Santiago y negar la masificación. No obstante, lo cierto es que el propio Plan Estratégico del Xacobeo 2021, presentado recientemente por la Xunta, refleja la masificación como uno de los principales aspectos negativos emanados de las consultas con peregrinos y personas expertas, muy especialmente en lo referido al impacto del evento en la ciudad de Santiago.
Así, en una encuesta a una muestra de 400 personas de 33 nacionalidades diferentes que hicieron el Camino de Santiago, cuyas conclusiones han sido incluidas en el plan, el 47,15% “pusieron el foco en el elevado número de personas en determinados puntos del Camino, lo cual tiene un mayor impacto en el territorio”. Esa alerta aún es más clara en lo referido al impacto en la ciudad Compostela, que el plan incluye dentro de una treintena de “aspectos limitadores” extraídos de las consultas con expertas y de la propia encuesta.
En este sentido, el documento refleja la “tendencia creciente del discurso de masificación y de rechazo de la figura del visitante, sea turista o persona que peregrina, especialmente en la ciudad de Santiago”. “Existe cierta desconexión entre las personas que peregrinan y la población local” y por eso “conceptos como hospitalidad, acogida o interculturalidad, que forman parte de manera indisoluble del Camino, no tienen tanta influencia”, continúa.
En este sentido, esa diagnosis admite que el Xacobeo “genera unas expectativas elevadas” en cuanto a la posibilidad de convertirse en “revulsivo económico para Galicia” o traer consigo una programación cultural “inmensa”, lo cual “podría tener un efecto contraproducente”. Tal “dimensión” del evento implica “problemas derivados” que “afectan al equilibrio entre los visitantes y el vecindario de Santiago, con incidencia en la configuración de unos servicios orientados a no residentes” y una “percepción negativa de peregrinos y peregrinas como viajeros low cost, minimizando su impacto en nuestra economía”, resalta.
Más allá de las conclusiones del plan, en los últimos años las alertas por la masificación del Camino y muy especialmente de determinados puntos de Santiago han llegado también desde otras instituciones y colectivos. Es el caso de la asociación vecinal A Xuntanza, en el compostelano barrio de San Pedro, cruzado por el último tramo del Camino Francés.
Al hilo de las obras que la Xunta prepara en el entorno para el Xacobeo 2021 este colectivo lamenta que los trabajos -que incluyen una amplia remodelación de calles- semejen estar “pensados para mayor gloria de los peregrinos y de la propia Xunta”, pero sin contar con el vecindario mientras crecen las “dificultades de convivencia en el espacio público” y la gran afluencia de peregrinos y turistas implica “problemas de movilidad, subida de precios en los alquileres” o “amenazas al comercio tradicional”. “Queremos un paso del Camino por nuestro barrio que sea digno, incluso bonito y accesible, pero que permita el desarrollo de nuestra vida y negocios”, concluía esta asociación vecinal el pasado julio.