Entrevista Portavoz nacional de Anova-Irmandade Nacionalista

Martiño Noriega: “Algunos debates en la izquierda federal no están pensados para impedir un nuevo ciclo del PP en Galicia”

Martiño Noriega se retiró de la primera línea política hace ahora cuatro años, cuando dimitió como concejal de Compostela Aberta meses después de haber perdido la alcaldía de la ciudad. Se reincorporó a su profesión y desde entonces ejerce como médico de atención primaria en la sanidad pública. “Desde que he vuelto, no hay mes en que la situación no vaya a peor”, asegura. Durante los últimos meses ha compatibilizado la medicina con la portavocía nacional de Anova, la organización soberanista de izquierdas que fundó en 2012 junto a Xosé Manuel Beiras tras escindirse del BNG. En otro tiempo aliado de Esquerda Unida o de Podemos en Alternativa Galega de Esquerda (AGE) o En Marea, el partido inició un viraje estratégico y pidió el voto para el nacionalismo gallego en unas elecciones, las del 23J, a las que no presentó candidaturas. Ahora ha cerrado la puerta a un acuerdo con Sumar, pese a que la formación de Yolanda Díaz ofreció a Noriega la candidatura a la presidencia del Gobierno gallego. “Nos reafirmamos en la posición de la generales y en el rumbo marcado hace un año”, dice.

¿Qué va a hacer Anova en las elecciones gallegas?

Es una decisión que todavía no está tomada. En su momento, antes de las elecciones al Congreso, fijamos posición estratégica y solicitamos apoyo al soberanismo gallego representado por el BNG. Pero también fijamos participar en las elecciones gallegas. Lo que va a suceder finalmente aún no lo sé.

¿Por qué descartaron un acuerdo con Sumar?

Anova no renuncia al legado de construcción de la unidad popular de la pasada década. Somos conscientes del desgaste que supuso para una opción soberanista que fue capaz de arriesgar, de adoptar posiciones transfronterizas y de normalizar las relaciones en el campo de la izquierda gallega entre las opciones federalistas y el soberanismo. Dicho esto, hace un año concluimos que había finalizado un ciclo. Yo asumí la portavocía de Anova con un mandato: reconectar con el tejido social agredido por las políticas del PP, apoyar candidaturas municipalistas y normalizar las relaciones dentro del soberanismo gallego. De ahí el apoyo al BNG en la generales. Estamos en nuevo período. Y aunque en Anova existían voces que defendían pactar con la izquierda federal, el proceso de constitución de Sumar en Galicia, el ruido de fondo de los líos de la izquierda federal en el Estado y el efecto que podría causar decantó definitivamente el debate. Ahora nos reafirmamos en la posición de las generales y en el rumbo marcado hace un año.

¿Qué ha cambiado para que después de casi diez años de alianzas con formaciones de la izquierda estatal Anova entienda que esa vía está agotada?

Estamos en nuevo ciclo político. No abdicamos de nuestra posición en otros momentos pero sí que entendemos que ahora, cuando existe un riesgo evidente de llegada del fascismo representado por Trump, Bolsonaro o Milei y un riesgo en el Estado español de que PP y Vox tuviesen el gobierno, todas las opciones en defensa de la democracia son buenas. Nosotros apostamos por reforzar lo que definimos como cinturón soberanista y que encarnan a nivel de Estado EH Bildu pero también ERC y BNG. Creemos que ese es el lugar de una organización golpeada pero con carga simbólica y referentes de larga trayectoria y ahí estuvimos humildemente.

Y, sin embargo, las izquierdas nacionalistas están colaborando con las fuerzas progresistas estatales como nunca antes había sucedido.

No sabemos qué va a pasar en el futuro y con las lecturas de la izquierda federal sobre su relación con el soberanismo. La necesidad de frenar la involución fascista hace que se generen espacios de colaboración y cooperación que, de alguna manera, revindican nuestra experiencia pasada. Pero falta también un discurso que vaya más allá del mal menor y sea capaz de impugnar el estado de cosas, sobre todo aquí, en Galicia.

¿Sumar le propuso ser candidato a la Xunta de Galicia?

Hubo esa propuesta, sí, a nivel personal. Pero intentamos huir del espacio nominal. Estoy en un espacio político en el que llevo treinta años militando, veinte en el BNG y diez en Anova, soy leal a las decisiones colectivas y entiendo que la decisión en todo caso debía ser colectiva, nunca nominal. Esa propuesta existió, la valoramos positivamente, agradecemos la generosidad, pero quisimos clarificarla en lo colectivo. Lo colectivo primó sobre lecturas individuales, no puede ser de otra manera.

¿Anova volverá a pedir el voto para el BNG una vez cerrada la puerta a acuerdos con Sumar?

No puedo dar una respuesta en estos momentos. Es cierto que el 23J lo hicimos, que a lo largo de estos meses el BNG trasladó un interés...

¿Pero hubo contactos con el BNG tras el 23 de julio?

Sí, los hubo. Primero individuales, en los que se me dice que hay un interés por parte de la dirección del Bloque en explorar acuerdos con Anova, y después entre delegaciones. Esto nunca lo negaron las partes. Cierto es que en determinado momento se enfrían los contactos. El BNG lo argumenta por cuestiones de su vida interna y nosotros lo respetamos. Pero eso no nos ha condiciona do para adoptar la decisión que adoptamos en relación con Sumar.

¿Cuál es ahora la situación?

Si verdaderamente hay una pulsión de cambio en este país, los debates internos de los partidos tienen que quedar aparcados y debe primar intentar construir ese espacio de cambio. Mantenemos vías de diálogo y estamos a expensas de lo que pueda suceder en los próximos días.

En todo caso, la posición estratégica fijada por Anova incluía la participación en las elecciones gallegas: ¿va a ser así suceda lo que suceda?

Esas es nuestra voluntad. Igual que hablo de la interna de otros espacios políticos, hablo de la nuestra. No vamos a contribuir a disgregar la izquierda gallega ni a meter más ruido. Somos responsables, no tenemos líneas rojas, ni ambiciones personales ni en la formación de listas. Queremos colocar nuestro capital simbólico en el espacio de cambio. Pero no basta una organización pequeña como Anova, lo tiene que hacer el conjunto de fuerzas de izquierda. En estos momentos el ruido que hay en una parte invita a pensar que existe poco interés en entender esa pulsión de cambio. Y las cuestiones internas de proyectos consolidados y con liderazgos consolidados como el BNG, pues ellos las tienen que explicar.

Que una parte de la izquierda en Galicia se encuentre en esta situación a unos meses de las elecciones, ¿contribuye a la posibilidad de un cambio en la Xunta?

Lo dificulta. Muchos debates en la izquierda no tienen en cuentan el reto fundamental: impedir un nuevo ciclo del PP encabezado por el señor Rueda, que heredó la presidencia, que nunca fue elegido democráticamente, que únicamente vive de inercias del anterior presidente. ¿Lo consolidamos no sabemos por cuantos años o somos capaces de entender la importancia del proceso electoral en un cambio? Algunos debates en la izquierda federal atienden a otro tipo de cuestiones estratégicas y no están pensados para el reto que Galicia tiene delante, impedir ese nuevo ciclo de la derecha. Y el BNG tendrá que decidir. Tiene un liderazgo consolidado, es el referente de la oposición, pero tendrá que decidir si le llega con un buen resultado aunque eso suponga la permanencia de la derecha en el poder o si está dispuesto a arriesgar. Yo creo que es el momento de arriesgar.

¿Usted ve posibilidades de que haya un cambio?

Por nosotros no va a quedar.

¿Y su futuro político en primera línea?

Llevo cuatro años separado de la primera línea. Es cierto que hace un año volví a la portavocía de Anova, pero llevo cuatro años ejerciendo la medicina en atención primaria en un momento como fue la pandemia. No soy el que era hace cuatro años. Estoy más apartado de las dinámicas partidarias, pero soy más consciente de los problemas y de las necesidades de cambio. Mi profesión me sirvió para echar un cable a tierra. Desde que me reincorporé a la sanidad pública, no hay mes en que la situación no vaya a peor. Es un solo un sector, pero el ejemplo se puede extender a la enseñanza pública, a las dinámicas económicas, al tejido social... Lo único que me mueve es intentar cambiar las cosas y eso puede hacerse desde muchos lugares.