La non nata ley de acuicultura fue el cemento que le faltaba a quienes trabajan el mar gallego, el enlace para tejer una dificilísima unidad. Cuando el Gobierno de la Xunta comenzó a explicar sus planes el sector, en el que el PP tiene una importante implantación en puntos clave como diversas cofradías, lo acusó de intentar beneficiar a las grandes multinacionales al promover un “modelo insostenible ambiental y socialmente”. El rechazo fue creciendo desde fuera pero también desde dentro de las filas populares y a la reivindicación contra la ley se añadieron otras: el reparto del cerco, las tasas o los obstáculos para la pesca artesanal. Todas estas y muchas otras han desembocado este sábado en una multitudinaria manifestación en Santiago en la que miles de personas le han hecho frente a la lluvia, al granizo e incluso a la nieve “en defensa del sector del mar”.
“Tontos somos, pero de los coches nos sabemos apartar”, resumió el portavoz de pesca del PP, José Manuel Balseiro, para ilustrar la actitud de su partido en este contencioso. En esos coches venía cada vez más gente y el Gobierno gallego intentó frenarlos en dos tiempos: el 27 de enero el propio presidente de la Xunta ofreció “diálogo” y un freno en la tramitación de la norma que para el sector no era suficiente. Esta misma semana, a cuatro días de la manifestación, la conselleira Rosa Quintana anunciaba en la TVG la paralización definitiva del proyecto y, al tiempo, informaba de ella por carta a unas 300 entidades. “No quiere la foto de la Praza do Obradoiro llena y retirar la ley después, quiere desconvocar la manifestación”, señaló en declaraciones a este diario el portavoz de la Plataforma en Defensa de la Ría de Arousa, Xaquín Rubido.
Y la foto, efectivamente, se ha producido. A Santiago llegaron un centenar de autobuses e innumerables vehículos privados. Cofradías, bateeiros, mejilloneros, colectivos ecologistas y las fuerzas de la oposición política han anegado el centro de la capital gallega y han desembocado en el Obradoiro. El temporal de frío, lluvia y nieve ha provocado que ante la Catedral compostelana y el Pazo de Raxoi se reprodujese una imagen que todavía provoca inquietud en los actuales responsables del PP gallego: una marea multicolor de paraguas haciendo desbordar la plaza, como aquel 1 de diciembre de 2002 de indignación contra la gestión de la crisis del Prestige.
Durante el recorrido, un grupo de niñas y niños agarró en la cabecera una pancarta con el lema “El mar es nuestro futuro”. A continuación, las entidades convocantes desplegaban otra: “En defensa de nuestro mar”. Alrededor, diversos carteles clamaban por el “futuro” y por todas partes y con soportes diversos, reivindicaciones llegadas de todo el litoral: por un reparto justo, por las pensiones de los marineros gallegos que trabajaron en Noruega, contra la piscicultura industrial o contra las piscifactorías en espacios protegidos, entre otras muchas.
“Quintana, Maneiro, haréis historia arruinando la flota gallega”, rezaba la camiseta de uno de los manifestantes entre los que han marchado también representantes políticos como el líder lo del PSdeG, José Ramón Gómez Besteiro, el todavía portavoz nacional del BNG, Xavier Vence, el portavoz nacional de Anova, Xosé Manuel Beiras, los seis representantes de En Marea en el Congreso o el alcalde de Santiago, Martiño Noriega. Para la Federación Gallega de Cofradías, lo sucedido este sábado en Compostela es la mejor muestra de lo que el sector puede lograr a través de la “unidad”. “Conselleira, dimisión”, se ha repetido sin cesar hasta el final de la protesta, con el acto que ha conducido el actor Carlos Blanco.
Como en aquellas otras masivas manifestaciones bajo los paraguas, el PP también ha replicado a la de este sábado apuntando a intereses partidarios por detrás de las mismas. Desde la evidencia de que se ha tratado de una protesta “política”, toda vez que reclama unas medidas políticas y rechaza otras, el portavoz de los conservadores, Miguel Tellado, sentencia que la manifestación, simplemente, “no tiene sentido”, porque ha sido para “protestar contra un anteproyecto de ley que ya ha sido retirado”. “Se está usando a los hombres del mar de forma interesada para hacerle oposición al Gobierno gallego”, dice Tellado, que ve a los manifestantes “manipulados” y, al tiempo, acusa al PSOE de “sufragar” con dinero público “una campaña electoral que comienza demasiado pronto”.