Cuando comenzó el proceso electoral del 24M nadie apostaba por que Lara Méndez (Männedorf -Suiza-, 1972) llegaría en este 2015 a la Alcaldía de Lugo. Tampoco ella misma. Pero el resultado electoral y las exigencias de Lugonovo y BNG para facilitar la gobernabilidad de la ciudad derivaron en la retirada del histórico Xosé López Orozco y en la elección de Méndez como primera alcaldesa de la historia lucense. Desde el despacho que ocupó durante tres lustros el carismático exalcalde la nueva regidora aborda la tarea con la experiencia acumulada durante ocho años como vicepresidenta de la Diputación provincial. Mientras el PSdeG continúa las conversaciones para cerrar un pacto ella no descarta presidir un gobierno en el que estén presentes las tres fuerzas que apoyaron su investidura. El electorado lucense votó izquierda y consenso, afirma en un panorama en el que asegura “ver a Pedro Sánchez cómo próximo presidente del Gobierno de España y a José Ramón Gómez Besteiro, como siguiente titular de la Xunta.
¿Cómo ha ido el aterrizaje? Al fin y al cabo, el guión no era este, no estaba previsto que estuviéramos aquí habland con Lara Méndez, alcaldesa de Lugo
Efectivamente, el guión no era este. Nosotros teníamos una hoja de ruta con un alcalde que era López Orozco; ha habido que modificar el guión pero los personajes somos los mismos y el proyecto es el mismo. Aterrizamos con muchas ganas y mucha ilusión.
Uno de los primeros titulares tras su nombramiento fue el referido la que es la primera alcaldesa de la historia de Lugo, la única de las siete ciudades gallegas y una de las solo 38 que hay en toda Galicia. ¿Las formaciones políticas mantienen el techo de cristal en el mismo sitio de siempre? ¿Cómo lo observa, ahora desde una alcaldía?
Como es de cristal no se ve, pero está. Todavía nos cuesta mucho más llegar a los puestos de mayor responsabilidad, aunque los vayamos consiguiendo. Mientras no podamos dejar a un lado eso de “la primera...”, no llegaremos a la igualdad real. Dado que seguimos ocupando titulares por ocupar cargos de responsabilidad, la igualdad real todavía no es efectiva. Queda mucho por hacer y hay que establecer políticas que den pie la esa igualdad, como puede ser la conciliación o la concienciación de que debemos ocupar puestos de responsabilidad porque somos el 50% de la sociedad y tenemos visiones distintas. Debemos ocupar ese porcentaje en la vida pública y en los cargos de representación.
La posición pública del Partido Socialista fue la de mantener como candidato a López Orozco. ¿Cómo ponderaron y cuánto pesó en esos días la posibilidad real de que, tras quince años de gobierno, este terminase en manos del PP? ¿Cómo equilibraron la balanza?
El Partido Socialista tuvo clara su postura desde el principio. Nosotros presentamos un candidato y sus condiciones eran conocidas por todos los lucenses. Con ese perfil, los lucenses nos dieron 8 concejales. Por eso el partido apoyaba 100% a López Orozco, que fue aclamado como candidato por unanimidad. Dicho esto, el vecindario dijo el día 24 que querían un gobierno de izquierdas y de progreso; con lo cual, López Orozco, que es muy responsable, pensó en lo mejor para la ciudad. Y pensó que, si pasaba a la oposición, aunque él no tenía ningún problema en hacerlo, la ciudad de Lugo no tendría progreso, sino que tendría políticas de recortes, austeridad y presión a los más débiles. Por eso renunció y dio paso a la formación de un gobierno progresista y de izquierdas en la ciudad.
En la campaña y en esa negociación estuvo muy presente la figura de la imputación, que una vez más fue arrojada entre partidos. Todo lo que ha pasado en estos años, también esto último, ¿les lleva a reflexionar sobre el debate político en torno a los procesos judiciales?
Tiene que llevarnos a todos a meditar y no solo a los políticos, sino a los tres poderes. Hay que medir mucho, porque estas cuestiones pueden hacer un daño irreparable. Yo viví una experiencia muy desagradable en primera persona que cinco años después se calificó cómo “error judicial”. Son errores irreparables. Todos nos equivocamos, pero hay equivocaciones y responsabilidades que también hay que asumir. Todos deberíamos ser más conscientes y concienciar a la ciudadanía de que el hecho de ser imputado es que se está desarrollando una investigación y quieren tomarte declaración para esclarecer una cuestión. Deberíamos haber sido todos más reflexivos y conscientes; en el caso de Orozco ya tiene tres desimputaciones y estoy convencida de que volverá a ser desimputado. Pero ya es irreparable, porque ya ha tenido que ceder para poder conformar este gobierno.
Una de las formaciones que exigió esa marcha es Lugonovo, que se enmarca en el espectro de las conocidas como mareas. ¿Cómo ve el surgimiento de estas fuerzas, que gobiernan tres ciudades y están presentes en el resto de corporaciones urbanas?
La marea puede ser del Cantábrico, del Atlántico, del Mediterráneo... Son aguas muy distintas, tienen que reposarse y llegar a adquirir la misma temperatura, la misma densidad... Las mareas aún tienen mucho recorrido por delante y mucho que demostrar. Tienen que establecer sus bases y estructura como partido; eso lleva un tiempo. Tienen que perfilar de qué manera van a tomar las decisiones, qué premisas de sus bases son innegociables, cuál es su ideología... Esto de no tener ideología es incomprensible, porque la ideología, al fin y al cabo, es lo que marca las políticas que llevamos a cabo. Es impensable que una fuerza política no tenga ideología, porque ideología también es hacer o no políticas sociales, asentar el pilar del bienestar, invertir... Eso también es ideología. A mí, que un partido diga que no tiene ideología, me asusta.
Llegan a las alcaldías de las ciudades y a las de muchos pueblos personas de una generación que ya no es la de la Transición, sino la siguiente. ¿Lo observa como un síntoma de cambio político?
Para Albert Rivera, yo no debería estar aquí [ríe], porque nací en 1972. Pero, sí, somos otra generación. Estamos en otro momento; en la política también hay relevo generacional. Estamos obligados a que se visualice otra manera de hacer política, más cercana y directa.
Venimos de unas elecciones y estamos ya casi en otras dos, las generales y las gallegas. ¿Cómo observan estos procesos desde el PSdeG de Lugo? El panorama es efervescente, con nuevas fuerzas en la izquierda y un PP que dice que se renueva.
Si la renovación del señor Mariano Rajoy pasa por cambiar dos personas, evidentemente no creo que consiga muy buen resultado. Yo veo a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno y a José Ramón Gómez Besteiro, como presidente de la Xunta. La gente va a visualizar que se puede remontar económicamente e invertir en lo público para salir de la situación que estamos viviendo. José Ramón Gómez Besteiro demostró durante ocho años en la Diputación provincial que se puede conseguir deuda cero fomentando el empleo, los sectores estratégicos y el crecimiento con los recursos que tenemos. Tiene el aval para que la gente vea que se puede gobernar de otro modo, sin renunciar a lo público y saliendo de la situación económica que estamos viviendo.