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La campaña electoral más discutida de la historia reciente de Galicia entra en su jornada final

Alberto Núñez Feijóo apuró a sacar a Galicia del estado de alarma. El 15 de junio fue la primera comunidad autónoma en recuperar algo parecido a la normalidad previa a la pandemia de coronavirus. El presidente se ufanaba de los datos y atribuía a su gestión los méritos. Prácticamente un mes antes había decidido unilateralmente reconvocar las elecciones el 12 de julio. Quería aprovechar el impulso de su omnipresencia mediática durante el confinamiento. La oposición le advirtió: no se daban garantías sanitarias ni democráticas. Feijóo no atendió al aviso. Un brote, detectado en A Mariña el 23 de junio, enturbia todo el proceso y ha desatado los nervios en el Partido Popular.

Los síntomas en la sala de mandos de la campaña de Feijóo son llamativos. El aspirante a la reelección -si la logra, sería su carta mayoría absoluta- hace girar sus intervenciones en mítines y actos públicos sobre el eje de la invocación a la participación. Incluso la rueda de prensa posterior al último Consello de la Xunta de la legislatura este jueves orbitó alrededor de ese leit motiv. “Con los datos que tenemos ahora, las elecciones se van a desarrollar con tranquilidad”, afirmó, “estamos en una situación normal”.

Las cifras dicen que en Galicia hay a 9 de julio 256 casos activos de COVID-19. Solo en A Mariña son 165, tras aumentar este jueves el número de infectados en 36 personas, el récord en un solo día desde que esta comarca de la costa de Lugo se vio en primera línea de los rebrotes. También se registró en Vigo el primer ingreso en cuidados intensivos en un mes: un hombre de 44 años que viajó en autobús desde Madrid, acompañado de un número indeterminado de viajeros que la Xunta, de momento, desconoce. Cuando el Gobierno gallego declaró el estado de emergencia el 14 de marzo, en toda la comunidad había 112 infectados.

Feijóo insiste en que votar no lleva más que 15 minutos. “Quince minutos el próximo domingo y resolvemos cuatro años de Galicia”, proclamó esta semana en un mitin. Sobre cómo ejercerán su derecho a voto aquellas personas que padecen la enfermedad, se ha limitado a “recomendar” que no acudan a los colegios electorales. Decaído el estado de alarma -que prevé la limitación de algunos derechos fundamentales-, la Xunta carece de herramientas legales para restringir los comicios. Tampoco se ha referido a los miembros de las mesas electorales que pasan allí toda la jornada, más allá de medidas genéricas como la mascarilla y la distancia social. El ejecutivo autonómico entregó la “dirección y supervisión” en los locales de votación a la mútua privada Ibermutua.

“No le metamos miedo a la gente por ir a votar”, es otro de los argumentos que repite el candidato del PP. Los rumores sobre repuntes se multiplican, y la opacidad estadística de la Xunta, que se niega a publicar cifras por municipio, no ayuda. El presidente acusa a los partidos de izquierda de estar detrás de este presunto amedrentamiento y establece comparaciones entre actividades, dice, seguras y el ejercicio del derecho a la participación política: “Les dejamos ir a los bares, a las verbenas, a las discotecas, no les metamos miedo para ir a votar”. Al mismo tiempo, continúa defendiendo el 12 de julio como la fecha en que menos riesgos existen. “Es imposible que en septiembre u octubre estemos mejor que ahora”, declaró este jueves, “lo lógico, según la epidemiología, es que estemos peor”. La razón principal que aduce son “el millón de visitantes” que espera recibir Galicia durante el verano. Lo paradójico es que, consciente de lo que esa oleada de turismo puede suponer desde el punto de vista del coronavirus, la Xunta no toma medidas. Al contrario, la alienta.

Pero Feijóo ha topado con la resistencias de la oposición. BNG y PSOE han pedido la suspensión de las elecciones en A Mariña. Galicia en Común, igual que otros grupos minoritarios, ha exigido garantías ante la Junta Electoral Central. Los tres se habían negado a secundarlo cuando reactivó el proceso después de los meses de confinamiento y rompió el consenso que habían construido las cuatro fuerzas parlamentarias para paralizarlo en marzo El árbitro electoral ha respondido a la coalición de la que forman parte Podemos, Esquerda Unida, Anova y varias mareas municipales en una escueta resolución. Según ella, Galicia se encuentra en “condiciones adecuadas para votar”.

Diez de los 14 alcaldes de la zona más afectada por los rebrotes opinan exactamente lo contrario, y también han pedido también las cancelación de los comicios. Acordaron una carta en la que piden parar las votaciones y denuncian que la Xunta ha dejado en sus manos la responsabilidad de luchar contra un brote frente al cual carecen de competencias y medios. Se trata de regidores con carnés del PSOE y el BNG, cuyo relato de situación se contrapone con el de los otros cuatro regidores de la comarca, estos del PP, que se han apresurado en salir a la palestra para decir que todo está listo para que abran los colegios en uno de los domingos electorales más extraños de la historia de la autonomía.