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Feijóo lanza desde la Xunta la ofensiva del PP contra los gobiernos de las Mareas

Feijóo, con Rajoy y otros cargos del PP en los pasillos del Congreso

David Lombao

La precampaña de las elecciones municipales de 2019 ya ha comenzado. Inmediatamente después de los comicios gallegos que el pasado 25 de septiembre le sirvieron al PP para repetir en la mayoría absoluta, Alberto Núñez Feijóo y sus dirigentes más próximos transmitieron este mensaje tanto en público como en actos internos a los principales núcleos locales del partido. Las municipales de 2015 llevaron al PP a su peor resultado local en Galicia y a obtener el nivel de apoyo más bajo en un cuarto de siglo y ahora lo que toca es completar el ciclo ascendente iniciado en las generales de junio desalojando a la izquierda del poder municipal dentro de dos años y medio. Es por eso que el propio Feijóo acaba de ponerse simbólicamente al frente de una ofensiva que tiene en el punto de mira, en general, a los gobiernos de partidos diferentes del PP, pero muy especialmente a los ayuntamientos urbanos con alcaldías de las mareas: A Coruña (Marea Atlántica), Santiago (Compostela Aberta) y Ferrol (Ferrol en Común).

El primer acto de esta estrategia hacia 2019 fue escenificado por la organización conservadora con la presentación, en la casa consistorial coruñesa, de un frente común de los portavoces municipales en las tres ciudades de la provincia contra los “alcaldes mareantes”, en palabras de Agustín Hernández, exalcalde de Santiago. “La situación ha pasado a ser alarmante tras conocerse los últimos datos de la EPA”, afirmaron Hernández, la coruñesa Rosa Gallego, y la ferrolana Martina Aneiros, obviando que el propio Instituto Galego de Estatística advierte de que este estudio no es válido para evaluar el mercado laboral en las ciudades por su escasa muestra.

Acusaciones y calificativos como “desgracia”, “parálisis” o “sectarismo” se han repetido desde las filas populares en las tres urbes durante los últimos días hasta que Feijóo, desde la sede de la Presidencia del Gobierno gallego que ejercerá en funciones hasta mediados de este mes, amplificó este argumentario en términos muy semejantes. Tras ser preguntado al respecto por un periodista tras la reunión del Consello el jefe del Ejecutivo dibujó un panorama de “parálisis acuciante” y “lío interno” que “hace muy difícil avanzar en los grandes asuntos de las ciudades”, dijo. “No hay quien acuerde ni quien apruebe los grandes temas” y “eso empieza a tener efectos secundarios”, agregó.

Siempre según la versión presidencial los “problemas” alcanzan a la Xunta en “cuestiones tan evidentes como hacer estaciones intermodales”. “Una administración quiere hacer una gran infraestructura y deberían facilitar esa inversión”, agregó, además criticar que “los gobiernos de las mareas de Podemos” -Podemos no tiene concejales en ninguna de las tres ciudades y en Ferrol ni siquiera formó parte de la confluencia- quieran “proteger el incremento del IBI”, una modificación tributaria aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy. Las bajadas defendidas por los populares, advertían este viernes desde la Marea Atlántica de A Coruña, “beneficiarían, sobre todo, a las rentas altas”.

La apuesta declarada por intensificar la presión sobre estos gobiernos continuará en los próximos meses en dos frentes. Por una parte, en el propio ámbito local, aprovechando adicionalmente las dificultades internas de los socialistas, necesarios en estas tres ciudades para la aprobación de los principales asuntos que requieren la luz verde del pleno. Y por otra, desde la Xunta, donde a la estrategia de denuncia de la “parálisis” se unirán anuncios de inversiones y de acciones tanto en el ámbito de las infraestructuras como en el social, campo en el que se presentará a los ayuntamientos como obstáculos para ofrecer prestaciones a sus respectivos vecinos.

Ourense, sitio distinto

Feijóo extiende también, aunque en menor medida, el retrato de la “parálisis” a los gobiernos locales de Lugo y Pontevedra -encabezados por PSdeG y BNG, respectivamente-, mientras que en las últimas semanas ha rebajado, al menos públicamente, el tono hacia quien fue uno de sus principales antagonistas municipales en los últimos cuatro años, el vigués Abel Caballero (PSOE). La alerta desde el atril de San Caetano es mucho menor, casi inexistente, en lo referido a la única de las siete ciudades gobernada por el PP, Ourense, cuyo alcalde, Jesús Vázquez, gobierna con 10 de los 27 ediles de la corporación y arrastra diversos problemas de gestión diaria, comenzando por la aún pendiente aprobación de los presupuestos que obliga al consistorio a seguir trabajando con las cuentas prorrogadas en 2014, entonces con alcalde socialista.

La inestabilidad ourensana, que es junto a Ferrol la única ciudad que no ha logrado sacar adelante las cuentas públicas de 2016, amenaza con ampliarse en los próximos meses. Así, tras ciertos acuerdos puntuales del PP con los socialistas para aprobar algunos asuntos, fundamentalmente de tipo económico, esta misma semana el líder del partido local Democracia Ourensana, Gonzalo Pérez Jácome (8 ediles), ha anunciado su intención de retomar los contactos con el PSdeG (6 ediles) para explorar la posibilidad de desbancar a Vázquez mediante una moción de censura, abriendo la puerta por primera vez a dejar de lado la exigencia de ocupar él mismo la alcaldía. Esa operación, remota por el momento, precisaría al menos la abstención de los tres representantes de Ourense en Común, la marea local, en el momento de la votación.

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