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Los Franco retiran muebles y enseres de la Casa Cornide de A Coruña ante la demanda judicial que ultima el Ayuntamiento

Una furgoneta sale de la Casa Cornide en A Coruña

Paola Obelleiro

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Hubo actividad inusitada este martes en la Casa Cornide, otras de las propiedades con la que se hicieron Francisco Franco y su familia en la dictadura. Situado en el corazón del casco antiguo de A Coruña, cuyo ayuntamiento ultima la presentación de una demanda judicial para reclamar su devolución al patrimonio público, las puertas del palacete, habitualmente cerradas, se abrieron para la retirada de muebles. Estos fueron cargados en varias furgonetas, una grande que se podía ver en el interior del garaje y otra más pequeña aparcada en la calle ante la entrada principal. Avisados por vecinos, el BNG dio la voz de alerta sobre las dos de la tarde de este martes y difundió fotos. Afirmó que “todo indica que la descendencia del dictador quiere repetir lo que quiso hacer en el Pazo de Meirás y la Justicia le impidió”. 

La historia de la casa solariega enclavada enfrente a la medieval Colegiata Santa María de A Coruña sigue los pasos del singular castillo de Sada, restituido provisionalmente al Estado tras 82 años de ocupación franquista. Los siete nietos del dictador también planeaban vaciar Meirás antes de su entrega el pasado 10 de diciembre, por sentencia judicial, al patrimonio público, pero fueron impedidos por orden del juzgado, que acabó por declarar al Estado depositario de todos los bienes, muchos valiosos, hasta que haya un fallo firme sobre la devolución del pazo.

Nadie sabe qué puede atesorar la Casa Cornide, aunque los nacionalistas gallegos recuerdan que allí había ido a parar las dos estatuas del Pórtico de la Gloria, cuya titularidad se disputan en los tribunales los Franco y el Ayuntamiento de Santiago. La Xunta de Galicia está actualmente estudiando, a petición de la corporación coruñesa y del Parlamento gallego, iniciar los trámites para declarar el palacete Bien de Interés Cultural, lo que permitiría darle protección y obligaría a sus dueños a abrirlo al público cuatro días al mes. 

El palacete coruñés del siglo XVIII pasó a manos de la esposa de Franco, Carmen Polo, en 1962 mediante “un procedimiento de permuta, subasta y compraventa ilegales”, una operación viciada de “simulación absoluta”, concluye el informe jurídico realizado por la Universidad de A Coruña a petición del ayuntamiento. Los tres catedráticos que firman el estudio consideran que hay causa suficiente para que la corporación municipal reclame en los tribunales la devolución de esa propiedad. Fue comprada por el Gobierno franquista en 1949 con el fin de convertirla en conservatorio de música. Pero finalmente, por falta de espacio, deshecho el proyecto y acabó por cederla al Ayuntamiento coruñés, a cambio de un solar.

Nada más formalizarse la permuta, la corporación, cuyo alcalde se encontraba deseoso de que el dictador tuviera casa en la capital provincial, realizó el 2 de agosto de 1962 una subasta pública que ganó José María Barrié de la Maza, banquero entregado al franquismo, por 305.000 de las antiguas pesetas. Al lunes siguiente, vendió el inmueble por tan sólo 25.000 pesetas a Carmen Polo. Previamente el empresario había sido liberado por el ayuntamiento de su obligación de conservar el edificio durante diez años. Toda la operación, según explicaría por carta, en víspera de la compraventa, el secretario de la Casa Civil de Franco a un alto cargo de Hacienda, fue urdida “como la mejor fórmula ya que de esa forma no se hace adjudicación de bienes que fueron del Estado al caudillo”. Otras de las bazas del Ayuntamiento de A Coruña para reclamar el palacete es que tras convertirse en propiedad privada del matrimonio Franco Polo, las arcas municipales pagaron hasta octubre de 1976 obras de reforma y mantenimiento por un valor total de 1,38 millones de pesetas. 

Tras la histórica sentencia que devuelve el Pazo de Meirás al patrimonio público, los herederos del dictador pusieron a la venta la Casa Cornide en una inmobiliaria de Vigo, Philippot & Lloyd. El pasado verano llegó a pedir 3,5 millones de euros por el palacete de 1.430 metros cuadrados, dotado de once habitaciones y 13 baños, pero “no amueblado”. El precio ahora es “a consultar”.

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