Mariano Rajoy reaparece en A Toxa (Pontevedra) y culpa al Gobierno de que los partidos no lleguen a acuerdos sobre la pandemia
Solo las informaciones sobre Villarejo, Cospedal, los sobres y el Barbas interrumpen la placidez en la que habita Mariano Rajoy desde 2018, cuando una moción de censura derivada de la condena del PP por Gürtel lo desalojó de la Presidencia del Gobierno. Hasta hoy, dos de octubre, cuando ha reaparecido en el Foro La Toja en A Toxa (O Grove, Pontevedra) para achacar al gabinete de su sucesor, Pedro Sánchez, la responsabilidad de que partidos y administraciones no lleguen a acuerdos para combatir la pandemia de coronavirus. Y contar al respetable, granada muestra del bipartidismo y las finanzas, que nunca recibió la multa por saltarse el confinamiento.
La mencionada intervención de Rajoy se produjo en una mesa redonda de título La respuesta de Europa, que el ex presidente compartía con otro ex, el italiano Enrico Letta, y con el politólogo liberal búlgaro Iván Krastev, moderada por el analista Ignacio Torreblanca. Y no venía exactamente a cuento, aunque sí estaba preparada. En medio de discursos más o menos profundos sobre el ser y el devenir de la Unión Europea -y sobre los que Rajoy aportó informaciones de interés- se descolgó con una lección sobre gestión de epidemias.
“Al comienzo hubo una mala valoración del riesgo”, inició su disertación, “veíamos lo que sucedía en China o en Italia y emitíamos mensajes de excesiva tranquilidad”. Rajoy consideró no obstante correcta la declaración del estado de alarma y, a partir de ahí, resumió en cuatro puntos su particular qué hacer para estas ocasiones. “Lo primero es acertar en el diagnóstico. Porque la realidad ignorada acaba por cobrarse su venganza”, afirmó quien se hizo célebre por su tendencia a dejar pasar un tiempo más que prudencial entre el surgimiento de problemas y la actuación para solucionarlos. Después continuó con una loa a la importancia de “estar preparados”. “En momentos así es cuando se ve si un país está bien, mal o regular”, añadió, y se refirió explícitamente a la sanidad, como si esta no sufriera bajo su mandato recortes y precarización inéditos. También recomendó buscar “la complicidad de la gente” para las medidas que haya que adoptar, “aunque sea muy difícil”. Y acabó con su acusación más gruesa: “Hay que ponerse de acuerdo. La situación es de extrema dificultad y no es de recibo que no haya acuerdo con tantos fallecidos”.
Lo que, de entrada, podía parecer una salomónica admonición al bipartidismo -tan bien representado en el cónclave organizado por Hotusa en la Illa da Toxa, en las Rías Baixas-, o incluso cierta crítica a Isabel Díaz Ayuso y su negativa a proteger la salud pública de Madrid, era en realidad una crítica frontal al Gobierno de PSOE y Podemos. Enseguida lo aclaró: “La mayor responsabilidad para el acuerdo es de quien tiene la responsabilidad más alta. Y para ello hay que meterle horas”. La única concesión a esa realidad que, dijo, siempre se cobra su venganza fue un “hay que admitir que esto no es fácil”.
De Guindos y Rajoy keynesianos
Una vez saldadas las cuentas de la actualidad política, el debate se centró en el objeto de su epígrafe. Fue significativo escuchar cierta reescritura de los sucedido en las instancias comunitarias durante la crisis de 2012, sobre todo por parte de Rajoy, quien además se mostró partidario del keynesianismo que solo unos minutos antes había defendido en conferencia Luis de Guindos, ex ministro de Economía del PP y vicepresidente del Banco Central Europeo. “De Guindos habla de la necesidad de una política económica expansiva, de gasto público pero con sentido, y tiene razón”, señaló.
El ex presidente del Gobierno entre 2011 y 2018 también relató como en su día había intentado convencer a Angela Merkel de que no solo de controlar el déficit público y contener el exterior vivían los países de la UE. “Yo estaba de acuerdo con eso. Merkel es de derechas, como yo. Pero tenían que darnos algo más. Y no hubo ni un solo euro de Europa”, afirmó, “era un todo contra todos. Así era muy difícil tomar decisiones a favor de la gente”. Enrico Letta refrendó su versión, eso sí, con un discurso en italiano más elaborado y, en su caso, habida cuenta de que fue primer ministro por el centro izquierda, un poco, solo un poco, menos sorprendente. Porque el Rajoy 2020, que pareció casi hablar como un enviado de la Syriza de finales de 2015 a Bruselas, remachó con un “no hay nada peor que un doctrinario, ni siquiera un sectario”, quien sabe si dirigido, en diferido, a Wolfang Schäuble.
Pero el ex presidente no pudo resistir la tentación de regresar al escenario español en su última intervención, facilitada por el moderador que cambió los turnos para cederle el cierre. Lo hizo con unas frases retóricas e incluso un poco extemporáneas en las que declaró su apoyo -que en realidad nadie había puesto en duda- “a la Constitución, a la reconciliación entre españoles, a la Monarquía y a las instituciones”. Un sonoro aplauso del público, entre el que se encontraban Felipe González, Ana Pastor o Alberto Núñez Feijóo, recibió su jura de lealtad al orden vigente y cerró la mesa.
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