El PP reserva un puesto de salida en listas para la conselleira de los pellets que se dio a sí misma una “matrícula de honor”
En el perfil propio que Alfonso Rueda trata de dibujarse desde que el dedo de Feijóo lo señaló como sucesor -con el beneplácito del hoy defenestrado Baltar- y a falta de un proyecto político que no pase, únicamente, por el reparto de bonos -para material deportivo, para cruceros, de transporte...-, la figura de la vicepresidenta segunda, Ángeles Vázquez se había hecho un con un espacio específico, que se ha visto incrementado por su papel protagonista en la crisis de los pellets. Los escuderos del anterior presidente eran el propio Rueda y un conselleiro económico de total confianza, Francisco Conde, llamado a grandes cosas en un hipotético gobierno de la derecha pero sin perfil político -lo que ahora lo obliga a ver pasar la vida desde su escaño en el Congreso-; los del actual jefe del ejecutivo gallego son Diego Calvo -ascendido a número 2 tras la marcha de Conde a Madrid- y la propia Vázquez.
Aunque hay voces en el seno del partido que lo consideran un posible recambio si Rueda no consiguiese revalidar la mayoría absoluta -o precisamente por eso-, de Calvo no se ha sabido apenas nada desde que comenzó el vertido en las playas, pese a ser él quien tiene las competencias sobre las emergencias y ese 112 que recibió las primeras alertas. Quizá lo único reseñable fue una fugaz aparición en un Telexornal para defender la gestión de la Xunta, pero -sorpresa- como presidente del PP de A Coruña, no como vicepresidente de esa misma Xunta.
Con él desaparecido y con el responsable de Mar, Alfonso Villares, claramente superado -para la historia quedan su valoración sobre el camino que siguen las bolas de plástico en el tracto digestivo o su papel como comparsa en la irrupción del patrón mayor de Muxía-, Rueda necesitaba un parapeto para no quemarse a unas semanas de la cita con las urnas. Y ahí fue donde apareció la conselleira.
A vigilar la costa desde el centro de Galicia
Vázquez (Melide, 1972), es geógrafa de formación y periodista de vocación. Dirigió la radio municipal de su localidad natal de la que luego sería alcaldesa en dos ocasiones, la primera con 32 años al suceder al histórico regidor, Miguel Pampín Rúa, por su marcha al Senado. Por el medio, y hasta su entrada en la Xunta en 2015, se fogueó en la diputación provincial y el Congreso de los Diputados. Feijóo la fichó en una de sus remodelaciones de gobierno, cuando volvió a dividir la consellería de Mar y Medio Rural que hasta entonces unificaba Rosa Quintana. Su conselleira más antigua, que también hoy contempla la crisis a 600 kilómetros de distancia, se quedó entonces con la costa. A Vázquez, procedente de una localidad con larga tradición ganadera, le tocó poner pie en tierra. Su gran prueba de fuego fueron los incendios de octubre de 2017. En apenas dos días, ardieron 50.000 hectáreas y murieron cuatro personas. Feijóo ya no podía decir que esas tragedias sólo le sucedían al bipartito.
Quizá por eso, en 2018 se le encomienda otra cartera: la de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda, aún como conselleira rasa. El empujón hasta la vicepresidencia se lo daría Rueda cuando Feijóo, en pleno vaciado de las instituciones gallegas para trasladar a todo su núcleo de confianza a Madrid, se llevó al congreso a Conde y Quintana. Como en esta crisis, en aquélla también supo ocupar el hueco. No lo hizo, sin embargo, en otro gran incendio que le tocó tangencialmente.
En julio de 2022, las llamas calcinaron 11.000 hectáreas en la sierra de O Courel, un entorno protegido perteneciente a una Zona Especial de Conservación. Los profesionales aún recuerdan cómo, mientras su sucesor en Medio Rural pisaba las cenizas, ella visitaba protectoras de animales a 200 kilómetros de distancia. Sólo unos días después de la extinción se acercó a la zona a presentar la comisión encargada de diseñar el plan de recuperación integral de la zona, un órgano que no deja de guardar cierto parecido con el comité de expertos que evaluará el impacto de los pellets en la costa.
El rostro de la crisis
Esta vez, para hacer frente al fuego, tocaba pisar moqueta. Vázquez compareció el pasado viernes a petición propia ante la diputación permanente de un parlamento disuelto, donde el rodillo del PP evitó que Rueda tuviese que dar explicaciones. Allí, cargó tintas contra el Gobierno central -el mantra de este ejecutivo autonómico- mientras defendía la actuación de la Xunta. Una “total diligencia” que pocos días después aún mejoraba en su autoevaluación: “De 10, por no decir que de matrícula de honor”.
Se da la circunstancia de que de Melide -localidad del interior de A Coruña, lindando ya con la provincia de Lugo, una de las que se disputan ser el centro geográfico de Galicia- proceden dos de los responsables de la gestión de los pellets. La propia Vázquez y Lino Sexto, subdirector del servicio de guardacostas y director del CAMGAL, el plan de emergencias por contaminación marina, ése que la Xunta esperó cuatro días para subir de nivel y poder solicitar la ayuda del Gobierno. Cuando lo hizo, Sexto firmó la carta en la que pedían al Gobierno un submarino, siete lanchas, cuatro barcos, un avión y dos helicópteros; la “Royal Navy” con la que ironizaba la vicepresidenta Teresa Ribera, señalando que eran “tres veces más medios” que durante la catástrofe del Prestige.
La petición llegó al día siguiente de elevar al nivel de alerta del CAMGAL al 2, pero apenas unas horas después de que, en una entrevista con tintes surrealistas en la Cadena SER, Vázquez intentase convencer a Ángels Barceló de que esa era una “exigencia” del Gobierno para colaborar y no un protocolo así establecido.
Prólogo: la vivienda y los okupas “impunes”
Antes de que los pellets se interpusiesen en el camino de Ángeles Vázquez, la vivienda y la okupación le habían generado sus principales titulares y habían marcado su particular agenda política. A finales de 2020, un año en el que dejó sin gastar dos tercios del presupuesto para el acceso a la vivienda, su departamento puso en marcha un teléfono antiokupación. Era el colofón de una campaña en la que, sin datos contrastados -contradiciendo incluso los informes del Tribunal Superior- hablaba de la sensación de “impunidad” de los okupas y encargaba informes a medida a exdiputadas del PP. Durante los primeros doce meses -las últimas cifras publicadas- el teléfono antiokupación recibió apenas 30 llamadas. Aún así, decidió mantenerlo. Entonces, no le dio un 10 pero sí consideró “satisfactorio” su balance.
Los lugares elegidos para sus anuncios nunca son casuales. Si en el pazo de los herederos del golpista Alfonso Armada anunció ayudas para la conservación de árboles singulares, en el Club Náutico de Sanxenxo -ese lugar donde navega y se refugia el rey emérito cada vez que viaja a Galicia- dio a conocer que las ayudas para rehabilitación de viviendas también servirían para las segundas residencias.
El respaldo incondicional de Rueda
Este mismo mes de noviembre, después de sumarse al clamor de las comunidades populares contra la Ley de Vivienda y de considerar “contraproducente” declarar zonas tensionadas de alquiler, introdujo a última hora una enmienda en la Ley de Acompañamiento de los presupuestos autonómicos para crearlas. Lo hizo en una precampaña en la que la vivienda protegida ha vuelto a aparecer en los consellos de la Xunta, aunque algunas de las que ahora se anuncian llevan proyectadas casi dos décadas. Cuatro años después de cerrar la legislatura con menos vivienda protegida desde que hay registros, Alfonso Rueda admitía que impulsarla no había sido una prioridad para la administración autonómica, simplemente, “porque no habían detectado el problema”. También en este campo, la conselleira se pone nota, con algo más de modestia: “Matrícula de honor, no; pero esfuerzo, todo”.
24 horas antes de que Vázquez diese la cara por él en el Parlamento, Rueda confirmaba todo su respaldo a la conselleira. “Está haciendo una magnífica labor. Yo ya lo sabía, pero en las crisis se demuestra toda la valía”. Unas palabras que han encontrado su eco en la elaboración de las listas electorales. La conselleira cede el número 1 por A Coruña a Diego Calvo y el 2 a la segunda al mando en el PPdeG, Paula Prado, pero se asegura el tercer puesto por una provincia que, con ella como cabeza de lista, batió en 2020 su récord de diputados populares: 14. En un escenario tan abierto como el actual, repetir ese resultado no sólo sería de 10. Sería de matrícula.
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