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El sorteo supuestamente altruista que casi hunde una pizzería y tiene a una isla gallega preguntándose si les han timado

Imagen de las rifas sobre el coche sorteado

Javier H. Rodríguez

12 de diciembre de 2021 06:00 h

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Un coche deportivo, una moto de alta gama, una bicicleta profesional y un patinete eléctrico. Esos son los premios, valorados en 33.457 euros, que una pizzería de la pequeña localidad de A Illa de Arousa (Pontevedra) ofreció en el sorteo de celebración de su 35 aniversario. Todo bajo un mismo eslogan, Pack il Sicilano, que fue difundido en forma de cartel a través de las redes sociales y acompañado de una imitación de la marioneta que ilustra la portada de la película El Padrino. La empresa fijó a mediados de marzo la fecha de salida de las rifas con un precio de diez euros, pero advertía de la potencial concurrencia: “Pondremos a la venta un primer lote de 15.000 rifas [de un total de 100.000] y solo tendrás 72 horas para hacerte con las tuyas”. Un mes y medio después, todavía no habían vendido ni siquiera las primeras quinientas. Es en ese momento cuando aparece la primera referencia pública a la supuesta motivación benéfica del sorteo.

El testimonio lo recoge solamente una pequeña televisión local, pero, en su información, la razón de ser del sorteo había cambiado por completo. Para “ayudar a financiar la oenegé Por una sonrisa infinita”, explican, una pequeña pizzería de A Illa de Arousa “ha organizado un sorteo benéfico” cuya recaudación irá dirigida íntegramente a esta asociación sin ánimo de lucro. Su presidenta lo ratifica a viva voz y aprovecha el espacio televisivo para agradecer el altruismo de la Pizzería Salva. Sin embargo, la Xunta de Galicia ha confirmado a elDiario.es que esa asociación nunca ha sido registrada como tal en su base de datos y que, por lo tanto, “no existe” a efectos legales, condición que la inhabilitaría para recibir cualquier tipo de donación.

De hecho, la web oficial de la asociación está decorada con decenas de fotografías de stock y testimonios ficticios de padres y madres de niños con enfermedades raras que habrían sido ayudados por ellos. Nada más lejos de la realidad. Con apenas dos clics en su información pública se puede comprobar que la sociedad que aparece acreditada como propietaria de la página web es la misma que administra la de la pizzería y, además, organiza el sorteo. Además, la supuesta presidenta de Por una sonrisa infinita ha confirmado a esta redacción que ella y el titular de la sociedad que organiza el sorteo son pareja. También ha aprovechado la conversación para defender su buena intención compartiendo con elDiario.es las bases legales del sorteo. No obstante, en ninguno de los 16 puntos del documento aparece una sola referencia a la motivación benéfica del sorteo ni tampoco el nombre de la asociación.

Un ganador “anónimo y discreto”

La publicidad del sorteo corrió por las redes sociales y en pocas semanas acumuló cientos de likes y comentarios. El principal canal de difusión fue el perfil de Instagram de la Pizzería Salva. Allí, todavía están a la vista nueve publicaciones que suman miles de interacciones de participantes, pero ni una sola referencia a la motivación filantrópica. Tampoco se puede encontrar indicación alguna ni en las propias rifas ni en el banner principal que todavía hoy decora la web de la pizzería.

Una de las pocas cosas claras de la información pública del sorteo fue que la rifa ganadora sería aquella cuyo número coincidiese con el número agraciado en el sorteo de la ONCE del 16 de julio. Llegó ese día y, tras el resultado, desde las redes de la pizzería avisaron: “Para todos los que preguntáis por el sorteo, queremos deciros que, por el momento, no ha aparecido nadie con el número premiado. Os seguiremos informando”. El mensaje fue ambiguo y desató una ola de llamadas y mensajes a la empresa queriendo conocer el resultado. Apareciese o no la persona ganadora, los organizadores deberían saber si la rifa ganadora había sido vendida. Con todo, no hubo ningún comentario al respecto.

Siete semanas después llegó el resultado definitivo: “Un empresario andaluz, anónimo y discreto, había ganado el premio”, explica la presidenta de la asociación ficticia en la primera conversación telefónica mantenida con elDiario.es. La entrega del premio quedó registrada solamente en una publicación efímera de Instagram que, a día de hoy, ya ha sido eliminada. En la imagen se podía ver a dos personas lejos de la cámara junto a los cuatro premios. Uno de ellos, el organizador y, el otro, el supuesto ganador vestido con un sombrero, mascarilla y totalmente inidentificable. “Estuvieron anunciando el sorteo por todos lados y el ganador en una historia de Instagram”, explica una de las personas que guardó la fotografía del agraciado y que sospecha que todo haya podido ser un fraude.

Sin registros policiales

Ni la Guardia Civil ni la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra tienen constancia de que se haya emprendido una investigación que esclarezca las incongruencias que rodean al sorteo. Tampoco una denuncia. Sin embargo, fuentes oficiales del Ayuntamiento de A Illa de Arousa explican que la opacidad del proceso fue “vox populi y generó mucha controversia” en la villa. En la última de las conversaciones mantenidas con los responsables de la pizzería y la oenegé ficticia, su relato sufrió un cambió drástico. “Realmente, no hubo ganador, pero la presión a la que fuimos sometidos por las personas que participaron nos llevó a fingir la entrega del premio. Queríamos que nos dejaran en paz, no entendían que podía no haber ganado nadie”, explica la presidenta de la supuesta asociación benéfica.

Lo cierto es que, tal y como se desarrolló la venta de boletos, las probabilidades de que alguien ganase eran mínimas. Según la pizzería, el total de rifas vendidas apenas pasó de las 500. Es decir, solamente había un 0,5% de probabilidades de que hubiese ganador. “Nos equivocamos simulando la entrega del premio. Teníamos que haber sido capaces de explicarle la situación a la gente, pero nuestras intenciones eran buenas y, desde luego, no hemos hecho nada ilegal. De hecho, hemos perdido muchísimo dinero”, explican desde la Pizzería Salva.

A poco más de un mes de la fecha de celebración del sorteo y previendo la inminente debacle económica, los organizadores le pidieron varias veces a la Xunta de Galicia que anulase el sorteo, pero la respuesta en todas ellas fue negativa. Ya se habían vendido rifas y, por lo tanto, esa ya no era una opción: “El hecho de que exista un número indeterminado y desconocido de terceros interesados que adquirieron los boletos y que tienen una expectativa de obtener un premio no permitiría hoy por hoy, proceder a la modificación de las bases de la rifa”, argumentaba en un escrito formal la Administración gallega. En el caso de Galicia, es la Xunta quien tiene las competencias para aprobar y suspender este tipo de juegos de azar y la obligación de fiscalizar, de principio a fin, todos los sorteos que se realicen en su territorio.

Un error de cálculo que acabó en 100.000 euros en impuestos

A día de hoy, la situación económica de la pizzería no es nada halagüeña. Según la legislación gallega, cualquier tipo de sorteo de rifa está gravado con el 10% sobre el valor total de las papeletas emitidas. Es decir, en cuanto oficializaron el sorteo, los organizadores pasaron a deberle 100.000 euros -la décima parte de un millón- en impuestos a la Xunta de Galicia, que se sumaron a los 33.457 euros que, supuestamente, ya habían invertido en los premios. Solamente para cubrir gastos deberían haber vendido 13.400 rifas.

Desde la Pizzería Salva reconocen que erraron en el cálculo y no esperaban pagar los 100.000 euros en impuestos, aunque culpan a la Xunta por un error de transcripción que acreditan con la correspondencia mantenida durante todo el año con la Consellería de Presidencia: “Tras enviarle la documentación del sorteo a la Xunta, nos dijeron que teníamos que pagar 10.000 euros en impuestos. Pero cuando ya había pasado mes y medio desde el arranque del sorteo, se dieron cuenta de un error formal y nos dijeron que les debíamos 100.000 y no 10.000”. Ahora, los esfuerzos de los organizadores del polémico sorteo están focalizados en bregar con la Administración para tratar de evitar pagar los impuestos que, por ley, les corresponden.

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