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Xóvenes Agricultores: La vieja rama agraria del PP gallego se ahoga entre deudas

Antigua sede de Xóvenes Agricultores en Lugo, embargada en 2014

David Lombao

El 22 de mayo de 2005 Manuel Fraga se dio un baño de masas en el recinto ferial de Silleda (Pontevedra). Una semana después de que José Luis Rodríguez Zapatero y Emilio Pérez Touriño se rodeasen de unas 6.000 personas del sector agroganadero en un evento organizado en Santiago por Unións Agrarias, el sindicato agroganadero próximo a la UGT, los conservadores quisieron dejar claro que no iban a permitir que los socialistas cruzaran sus lindes. Unas 25.000 personas aclamaron a quien optaba a ser presidente de la Xunta por quinta vez mientras alertaba de que, si perdía el Gobierno, Galicia se quedaría “en manos de locos”. Aquel mitin, uno de los últimos baños de masas del fraguismo acompañados por empanada y carne ao caldeiro, estaba convocado por el PP pero también por Xóvenes Agricultores, el sindicato rural que se convirtió en rama agraria de los populares, el mismo que acaba de solicitar el concurso de acreedores, ahogado por las deudas.

El juzgado de lo mercantil de Lugo ratificaba este martes el acogimiento del sindicato a la ley concursal, una decisión que según su presidente, Juan Pérez Miramontes, estaba prácticamente tomada desde hace meses. Quien durante años posó durante los veranos en Sanxenxo en la cubierta de su propio yate acompañado de Mariano Rajoy culpa ahora a la Xunta del PP de la situación a la que ha llegado la organización. Entre pagos pendientes principalmente al personal, a los bancos, a Hacienda y a la Seguridad Social la deuda ronda los 1,5 millones, según admite el propio sindicato.

El origen del problema, ha declarado Pérez Miramontes a La Voz de Galicia, no es una mala gestión por su parte ni por quien ha venido ejerciendo como secretario general, Francisco Bello. La fuente del desequilibrio, asegura, hay que buscarla en un incumplimiento del Gobierno gallego, que se había comprometido a revertir en las organizaciones rurales el dinero recaudado por la venta de los locales de las antiguas cámaras agrarias. Xóvenes Agricultores preveía ingresar por este concepto unos 2 millones de euros, pero “no hemos visto un solo céntimo” y por eso “decidimos presentar concurso de acreedores, para cumplir con nuestra obligación profesional”.

Desplome de subvenciones

Más allá de dicho incumplimiento -tal acuerdo data de 2008-, la crisis de Xóvenes Agricultores procede, en buena medida, del cierre prácticamente total del grifo de las subvenciones. Según el sindicato, antes de la crisis manejaban unos 600.000 euros en ayudas públicas y en 2015, apenas 100.000. Un repaso por el Diario Oficial de Galicia en los últimos años permite recopilar aportaciones por importe de algo más de 570.000 euros de la Xunta entre 2011 y 2014, casi todas para organizar cursos de la Consellería de Traballo, los mismos que han ido perdiendo dotación presupuestaria a causa de la crisis y sobre los que se aplican más controles desde el estallido de la Operación Zeta. La última ayuda registrada en el DOG con destino a este sindicato data de 2014, apenas 27.000 euros de la Consellería de Medio Ambiente.

Hace ahora tres años, en junio de 2013, el propio Pérez Miramontes se lamentaba con amargura en la revista oficial del sindicato de las estrecheces económicas que les tocaba vivir. Donde había habido hasta una treintena de oficinas comenzaban a producirse cierres y poco después, embargos de sus amplias y acristaladas sedes, caso por ejemplo de la de Lugo, cuya hipoteca fue ejecutada por Abanca en 2014. Un año antes de esos lamentos, en 2012, la revista Interviú trazaba un descarnado relato e quien apodaban El señor de los agrocursos, el amigo del PP que se paseaba en yate y en vehículos de lujo mientras se le acumulaban las protestas del personal al respecto.

Impagos y denuncias

La plantilla de hasta 157 personas se fue recortando paulatinamente entre inspecciones de trabajo, denuncias de nóminas impagadas y procedimientos judiciales ganados por antiguos empleados. A comienzos de 2015, cuando el final ya parecía inevitable, la quincena de personas que quedaba trabajando en el sindicato admitían llevar un año sin cobrar. En el fuerte conflicto lácteo de ese año Francisco Bello se presentó ya en reuniones y actos públicos únicamente bajo el paraguas de Asaja y así, como Asaja-Galicia, operan en la actualidad. Mientras, parte de los antiguos miembros de Xóvenes Agricultores han impulsado un nuevo colectivo también ligado a Asaja, Xeito Rural, por el momento sin apenas actividad pública.

Cuando el final de la etapa de las vacas gordas ya se vislumbraba Pérez Miramontes reflexionaba en su revista sobre los vínculos partidarios de Xóvenes. “Si antes tuvimos algo que ver con temas políticos, el nuevo diseño va por otro camino distinto, no tendrá ninguna connotación política bajo ningún punto de vista”. Media década antes, en el caluroso verano de 2006, Xóvenes Agricultores había prestado el que, es posible que haya sido su último gran servicio a la causa del PP de Galicia, dándole soporte y eco a SÓS contra o lume [Solos contra el fuego], la plataforma con la que, aprovechando la ola de incendios de ese año, los conservadores intentaron hacer caer sobre el bipartito todos los desvelos que Nunca Máis había causado en los altos dirigentes del tardofraguismo tras la catástrofe del Prestige.

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