“Apple te mata mental, emocional y físicamente”: el testimonio de un hombre que no mordió la manzana
“Acabo de escapar de Apple. He entregado mi renuncia y he salido huyendo a través de sus iluminados pasillos, bajo la atenta mirada de las imágenes de iPhones del pasado que cuelgan en las paredes. He entregado mi pase de seguridad y, a cambio, me han devuelto mi creatividad, individualidad y mi opinión. SOY LIBRE”.
Así comienza la entrada que Ben Farrell, ahora exempleado de Apple, escribió justo después de renunciar a su puesto de trabajo. Quería desahogarse y explicar las razones que le llevaron a tomar tal decisión. Según cuenta, tras la fachada de la multinacional con sede en Cupertino, no es oro todo lo que reluce.
Todo comenzó en octubre de 2013, cuando el australiano entró a formar parte de la plantilla de Apple. Farrell se incorporó al departamento de atención al cliente, en el área de soporte técnico, tras haber salido airoso de un duro y largo proceso de selección. Según cuenta Farrell a HojaDeRouter.com, durante tres semanas tuvo entrevistas con cinco personas. “Esto, junto con los comprobantes policiales y las referencias, hizo que pasaran dos meses hasta que comencé a trabajar”.
Sin embargo, el australiano no incluye la política de selección de Apple entre las razones que motivaron su renuncia. Reuniones sin sentido, escasa flexibilidad laboral y agotadoras jornadas de trabajo llevaron a Farrell a dejar el que para muchos era (y seguirá siendo) un trabajo de ensueño. “Gracias al nombre de Apple, todo el mundo te dice que tienes un 'buen trabajo', pero en realidad te mata mental, emocional y físicamente”, asegura.
En el interior del paraíso
Según el relato de Farrell, las 16 horas de jornada laboral transcurren entre reuniones que, a juicio del exempleado, son innecesarias. “Apple tiene varios requisitos que dictan la frecuencia con la que te reúnes con la gente que trabajas y que obligan a informar del número de reuniones que tienes al mes”.
Farrell afirma que no puede detallar el motivo de dichas reuniones por acuerdos de confidencialidad con la compañía, pero sí nos revela que en la mayoría de ellas lo que se trataba eran impresiones, “muchas de ellas sin sentido”.
A la intensa jornada laboral se suma la relación con el resto de compañeros. Según el australiano, en la plantilla existe una especie de mafia a la que directores y empleados de cualquier departamento o equipo de trabajo deben unirse si quieren ser alguien en la compañía. “Si no formabas parte de ese grupo te quedabas atrás”, explica. “Los viajes de negocios se hacían más para conseguir contactos e impresiones que para trabajar”.
Los integrantes de ese club, describe Farrell, reverencian la sede de Apple como si fuera la Ciudad Prohibida de Pekín. El australiano compara el sentimiento de pertenencia con aquel que profesaban los emperadores chinos al famoso palacio donde residían. Era considerado el centro del universo. “En Apple, la gente parece pensar que es el centro de la innovación corporativa y la perfección y que todo lo que hay fuera de Apple es de inferior calidad”, afirma.
Si aspirar a la perfección significaba trabajar estando enfermo, se trabajaba. El australiano recuerda una ocasión en que contrajo un virus y tuvo que ser hospitalizado. En lugar de recibir un correo de los compañeros de oficina animándole a recuperarse, en su bandeja de entrada aterrizó otro con una presentación que debía terminar de forma urgente. Trabajo fuera de la oficina que se repitió la mañana de su boda o un día que sus familiares viajaron desde Australia para visitarlo.
¿Faltar al trabajo tuvo consecuencias? Según Farrell, sí: “La dirección te excluía de cosas, estaban de mal humor contigo y aumentaban la presión y la carga de trabajo para que 'pagaras' por el hecho de haber estado fuera”.
Una voz compartida
Después de desahogarse, el australiano escribió una segunda entrada en su blog para confesar lo sorprendido que estaba por haber aparecido en los medios estadounidenses y explicar por qué había decidido sacar los trapos sucios de su antigua situación laboral. “Si una organización presume de 'pensar diferente' (el famoso 'think different'), de entender a la gente, cuidar a sus trabajadores y de hacer el mundo un lugar mejor, entonces debería hacerse responsable de sus clientes y empleados”, escribió.
Farrell anima a sus antiguos compañeros a combatir el acoso y la intimidación, a no considerar normal este comportamiento por parte de un gigante tecnológico. “Creo en la honestidad, la transparencia y la confianza mutua en el puesto de trabajo, y no obtuve eso de Apple”, sentencia.
En su segundo artículo, Farrell también quiso agradecer los mensajes de apoyo que antiguos trabajadores de la empresa le habían enviado. El australiano nos cuenta que no ha sido el único en percibir tal ambiente laboral. “He recibido miles de correos de actuales y exempleados de Apple que afirman pasar casi por las mismas situaciones negativas”, asegura. Desafortunadamente, la mayoría de estas personas tienen poca confianza en sí mismas después de que Apple destruyera su autoestima y no hablan“.
Farrell no ha sido el único empleado que ha acabado renunciando a su puesto en la firma de la manzana mordida. Hace poco, el ingeniero estadounidense Jordan Price cortó su relación con la empresa tras ser objeto de las burlas de su jefe y haber sido sometido, en sus propias palabras, a un horario laboral “rígido” que le impedía incluso ver incluso a su hija. Opiniones similares se repiten en redes sociales y plataformas como Quora.
La consecuencia de decir adiós
La opinión de gente como Farrell o Price, no obstante, parece ser minoritaria. Para muchos empleados, haber trabajado o seguir trabajando en Apple no resulta una pesadilla, sino todo lo contrario. De acuerdo con Glassdoor, que realiza encuestas a los empleados de las grandes compañías, la empresa que dirige Tim Cook está entre los 50 mejores lugares para trabajar. Sin embargo, ocupa el puesto 22, por debajo de Adobe (18), Qualcomm (14) o Facebook (13) y muy lejos de uno de sus principales competidores, Google, que encabeza la lista.
Ahora Farrell dedica gran parte de su tiempo a escribir sobre viajes en su propio blog. A pesar de haber abandonado la compañía, o precisamente por eso, sigue poniendo práctica la filosofía de su admirado Steve Jobs: “Ten el coraje para seguir a tu corazón y tu intuición. De algún modo, ya saben lo que realmente quieres llegar a ser”.
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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Wikimedia Commons (y 3), Ben Farrell, Phil y Pam Gradwell y Woodley Wonder Works.