El accidentado origen de Xbox: riñas y batallas para asaltar el reino de Sony
Primavera 1999. Cuando aún no se sabía que el efecto 2000 iba a quedar en agua de borrajas, 70 ejecutivos de Microsoft se reúnen en un tradicional evento anual en el que Bill Gates y Steve Ballmer confraternizan con el resto de altos cargos.
La reunión se prevé rutinaria, pero allí surge uno de los proyectos más ambiciosos del gigante de Redmond. Rick Thompson, vicepresidente de la División de Hardware, propone a viva voz entrar en un territorio inexplorado: crear una videoconsola y competir con la exitosa PlayStation.
Aunque los que hayan crecido con un mando marcado con una 'X' coincidirán en que no decía ningún disparate, a Robbie Bach, para el que Thompson trabajaba por entonces, le pareció una de las “ideas más extravagantes que había oído”. Bill Gates no opinó como él. Decidió encargar a Bach la complicada misión de lograr que una compañía de 39.000 empleados regresara a sus orígenes emprendedores para participar en una carrera que sus competidores habían empezado años atrás.
Como novato en el mundo de los videojuegos (había trabajado en el lanzamiento y expansión del paquete Office), intentó desarrollar un plan para fabricar la Xbox, pero no logró definir una misión clara ni consolidar una cultura de equipo. Mientras, le crecían los enanos: otros jefazos de Microsoft pensaban que el proyecto debía cancelarse aún sin haber comenzado.
Los problemas estallaron a los pocos meses, en la “masacre del día de San Valentín”. Bach apodó así a la jornada en la que presentó su propuesta, en la temida sala de reuniones en la que tantas veces le habían llamado estúpido. Bill Gates llegó tarde al encuentro saludando con un puñetazo en la mesa y lanzando recriminaciones a diestro y siniestro. Tras un par de horas de gritos y muchas dudas, Gates y Steve Ballmer decidieron que el proyecto siguiera adelante.
“Ciertamente cuestionaron y realizaron pruebas de estrés a nuestras ideas y nuestro enfoque. Era un difícil pero necesario paso en la evolución de nuestro trabajo”, cuenta Robbie Bach a HojaDeRouter.com. Cinco años después de abandonar su puesto como Chief Xbox Officer, ha recogido en un libro, 'Xbox Revisited' los aciertos y avatares de su estrategia para intentar que su videoconsola se impusiera a las japonesas hace más de una década.
DE UNA VIDEOCONSOLA QUE NO FUNCIONA A DISNEY WORLD
Con su Xbox bajo el brazo, Bach se presentó en la feria de videojuegos más importante del mundo, la E3 de 2001. El evento se convirtió en una pesadilla. La videoconsola no se encendió cuando Bach quiso mostrar una demo a los asistentes, no estuvo acertado en la mesa redonda con los responsables de Sony y Nintendo y la primera versión del juego que se convertiría en el más popular de la Xbox y en una de las claves de su éxito, Halo, no resultaba tan divertida en aquel momento.
A todos los conflictos se sumaban sus constantes roces con J Allard, en el papel de visionario de Xbox. Aunque ambos tendrían que trabajar codo con codo como cofundadores de la División de Dispositivos y Entretenimiento de Microsoft e incluso se marcharían de la compañía a la vez, Bach ha reconocido que estuvo a punto de despedirle en más de una ocasión.
“Estuvimos frustrados el uno con el otro en varios momentos, pero es lo que ocurre a menudo en los casos que conllevan creatividad, riesgo e innovación”, defiende, restando importancia al asunto.
Bach no levantaba cabeza, así que decidió tomar una drástica decisión: mandar a su jefe, Rick Belluzo, su carta de renuncia. No creía que fuera el “tipo correcto para llevar al equipo adelante”, según recogía la misiva. Sin embargo, su superior le disuadió para que continuara en su puesto.
La Xbox no pudo hacer frente a la PlayStation 2, la videoconsola más exitosa de la historia con sus 155 millones de máquinas vendidas, pero sí logró convertirse en la primera consola estadounidense de éxito desde los tiempos de Atari en los 80, con 24 millones de unidades vendidas a lo largo de su vida.
Tratando de enmendar los errores del pasado, el equipo de Xbox comenzó a trabajar en Xenon, el nombre en clave de su próxima videoconsola, la 360. J Allard diseñó un novedoso plan que desarrolló sin tener en cuenta ningún libro de estrategia y Robbie Bach trabajó en un enfoque de negocio para encarrilar el proyecto desde el principio. Se presentaron de nuevo ante Gates, Ballmer y otros ejecutivos de Microsoft con las ideas bastante más claras que años atrás.
Su apuesta principal era convertir Xbox Live, el servicio que habían lanzado un año después de la Xbox, en el Disney World del juego 'online', uniendo fuerzas con plataformas como Netflix. “Fue probablemente la primera red social a gran escala, mucho antes que MySpace, Facebook o Twitter”, asegura Bach. Veamos exagerada o no esa afirmación, lo cierto es que Xbox Live consiguió ser uno de los principales atractivos de Microsoft frente a sus competidores.
Otras ideas de aquellos años nunca vieron la luz, como la creación de una Xboy para captar a una audiencia más joven y competir con la Game Boy y la más reciente PSP. Al final, el equipo de Xbox pensó que no iba a darles demasiada ventaja en la carrera de las videoconsolas. Una decisión que a la larga resultaría acertada:
¿acaso llevaríamos una Xboy en el bolsillo y un 'smartphone' en el otro?
EL ÉXITO DE XBOX 360... CON UN ERROR DE MIL MILLONES
La Xbox 360 se lanzó en 2005, un año antes que la PlayStation 3. Cuando por fin parecían tomar cierta ventaja a los japoneses, llegó Nintendo con su Wii a estropearles la fiesta.
Trataron de recuperarse del golpe que supuso aquel mando inalámbrico desarrollando la interfaz gestual Kinect, un dispositivo que acabaría pasando a un segundo plano con la Xbox One. “Dábamos dos o tres pasos al frente y uno atrás. Así es como hemos construido el negocio hasta el punto en que nos consideramos el líder de la generación Wii/360/PS3”.
Pese a que Bach considere con un exceso de optimismo que la Xbox 360 ganó la batalla (a la larga, la Wii fue la que más ventas consiguió), tuvo que enfrentarse a uno de los mayores errores de la corta historia de sus videoconsolas: el famoso anillo de la muerte.
La máquina se apagaba misteriosamente y aparecían tres luces rojas alrededor del botón de encendido. Los usuarios trataban de solucionarlo envolviendo la videoconsola en toallas, sin que Microsoft fuera capaz de encontrar el origen del problema inmediatamente.
Bach decidió extender la garantía y reparar o reemplazar las Xbox 360 de todos los damnificados, lo que considera la “mayor decisión de sus 22 años en Microsoft”. No en vano, Microsoft tuvo que crear una división especial para recibir, reparar y devolver millones de consolas. La broma les costó 1.000 millones de dólares1.000 millones de dólares (890 millones de euros al cambio actual).
¿DEJARÁ DE PARECERSE LA XBOX A UNA VIDEOCONSOLA?
Después de una década llevando las riendas del entretenimiento de Microsoft, Bach elucubra sobre el futuro de las videoconsolas. Cree “rotundamente” que la gente seguirá jugando desde su televisor y que habrá otra generación de videoconsolas, pero no piensa que el 'hardware' vaya a parecerse demasiado a la Xbox One o la PS4.
“Todavía es demasiado pronto para decirlo, pero dado el ritmo de innovación, creo que hay mucho por delante que cambiar”, señala Bach, que se ha preguntado cómo los equipos lograrán un equilibrio entre el aspecto de un Apple TV y el de una videoconsola tradicional. ¿Se acabarán los videojuegos físicos?
Este ejecutivo asistirá a los posibles cambios desde su nueva profesión. Se define así mismo como un “ingeniero civil”: colabora con organizaciones sin ánimo de lucro y se ofrece como conferenciante para eventos. “Cuando soy honesto conmigo mismo, incluso las pequeñas victorias en este área significan mucho para mí y de alguna manera me parecen más significativas que participar en un negocio de éxito”.
Aparte de más significativos, seguro que lidiar con sus problemas actuales es menos estresante que intentar presentarse ante Sony como un digno rival y combatir con el gigante japonés en su propio terreno. Robbie Bach hace tiempo que abandonó el campo de batalla de una guerra que todavía continúa.
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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Shaun Greiner, -EMR-, Brian, Tomasland y Robbie Bach