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Espacio de opinión de la delegación de elDiario.es en Illes Balears. Las asociaciones políticas, sociales, económicas y culturales de las islas debaten sobre los distintos temas que afectan al archipiélago. Puedes enviar tu opinión a illesbalears@eldiario.es en castellano o catalán y sin límite ni máximo de caracteres.

Podemos suspender mejor

Replantación en una pradera de posidonia en Eivissa.

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Las ventajas de proteger el mar y su vida son múltiples: desde el incremento de su resiliencia ante los efectos del cambio climático hasta garantizar la prosperidad de las sociedades y sectores que del mar dependen. En un momento en el que el mar se enfrenta a numerosos retos es cuando más necesaria se hace su protección. Por ello, la Estrategia Europea de Biodiversidad persigue que se protejan el 30% de las aguas europeas antes de 2023, y que un tercio de dicha superficie (es decir, el 10% del total de las aguas) esté bajo criterios de protección estricta. Este objetivo depende en gran medida de los Estados (España ya va por el 21% y espera llegar al 25 % en 2025) pero será muy difícil de alcanzar sin el empuje o, cuanto menos, la complicidad de las regiones que los forman.

En Baleares, la velocidad a la que avanza la protección del mar es preocupante. Por un lado, pese a que más del 50% de las aguas de Baleares tienen algún tipo de protección, aún quedan por aprobar numerosos planes de gestión, es decir, “las reglas” de qué se puede hacer y qué no en cada espacio marino protegido (a lo que deberíamos sumarle la escasa labor de vigilancia que se ejerce en muchos de estos espacios). Por otro lado, suspendemos en protección estricta del mar. Solo el 1,7% de las aguas interiores (que son de competencia del Govern de les Illes Balears) tienen la categoría de protección elevada. Además, si incluimos las aguas estatales que quedarían dentro del mar Balear, esta protección solo sería del 0,07%. Como la famosa saga de “007” pero, desgraciadamente, avanzando a un ritmo menos trepidante: ese 0,07% significa que solo 52,96 km2 de los 72.552 km2 están protegidos de manera estricta.

Bien es cierto que, para algunos, estos datos son motivo para el conformismo y consecuente inacción en esta línea. Si comparamos el dato de protección estricta en las aguas interiores de Baleares (1,7%) con el de otras comunidades adyacentes puede dar la sensación de que no estamos tan mal. Por ejemplo, la Comunitat Valenciana y Catalunya cuentan, respectivamente con un 1% y 0,01% de sus aguas interiores con protección estricta. Así, se intenta vestir de triunfo el tener una superficie de aguas interiores con protección estricta 1,7 veces mayor que en la Comunitat Valenciana o 170 veces más que en Catalunya. La realidad, no obstante, es que somos el mejor alumno de una clase en la que todos suspenden. O, como también suele decirse: “En el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey”. Por ello, creemos que no podemos conformarnos y que esta legislatura (que puede abarcar hasta 2027) debería empezar a “suspender mejor”, es decir, a pasar de ese 1,7% a un 2%, 3%... hasta llegar al 4,5% (que todos sabemos que en la práctica es un 5 y lo podríamos dar por aprobado). Desgraciadamente, esta es una legislatura que ya ha dejado pasar el 25 % de su tiempo y no hay plan para ello.

Se intenta vestir de triunfo el tener una superficie de aguas interiores con protección estricta 1,7 veces mayor que en la Comunitat Valenciana o 170 veces más que en Catalunya. La realidad, no obstante, es que somos el mejor alumno de una clase en la que todos suspenden

Aunque la presentación del Pacte de la Sostenibilitat es una buena noticia porque por primera vez reconoce los límites del modelo actual y apela a medidas que ayuden a conseguir una sostenibilidad real y no “de boquilla”, sorprende que por otro lado se haya eliminado la Comissió de Medi Ambient y se supriman medidas y protocolos de protección ambiental en aras de una supuesta “simplificación administrativa”.

En medicina se usa la expresión Primum non nocere (“lo primero es no hacer daño”), la cual puede entenderse como el preludio del más conocido “más vale prevenir que curar”. En los tiempos en que parece que se acepta públicamente la existencia de límites y cómo superarlos puede “hacer daño” tanto a la naturaleza como a las sociedades humanas que de ella dependen, resulta pertinente aplicar este término médico a la gestión ambiental. Así, de poco sirven medidas de protección de la naturaleza si no se actúa sobre los agentes que siguen ejerciendo un impacto negativo sobre ella o se toman medidas que favorecen la desprotección ambiental. La conclusión es clara: necesitamos más protección, no menos. Y aún estamos a tiempo de empezar a suspender mejor.

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