“La elección de Bolsonaro es un riesgo enorme si sus promesas de campaña se convierten en políticas”
Bolsonaro en Brasil, Ortega en Nicaragua y Trump al otro lado de la frontera. La directora de Amnistía Internacional para las Américas, Erika Guevara-Rosas, cree que América Latina se enfrenta en estos momentos a uno de sus momentos más convulsos a nivel humanitario y político. Las migraciones, el ascenso de la derecha en países tan poderosos como Brasil o la militarización como respuesta estatal son algunos de los puntos en los que se ha detenido la especialista durante una entrevista con eldiario.es.
“América Central está pasando por una gravísima crisis de derechos humanos. Las respuestas militarizadas han dejado las condiciones perfectas para que se puedan producir perpetraciones de violaciones”, alerta.
¿Existe la posibilidad de que Daniel Ortega abandone el Gobierno de Nicaragua?
Lo que hemos podido ver es que el Gobierno no tiene ninguna intención de escuchar el clamor de la población. Es un clamor generalizado para que el presidente Ortega renuncie en un contexto en el que el Estado ha fallado a la hora de proteger los derechos fundamentales. Ha sido el propio Gobierno el que ha perpetrado graves violaciones contra los derechos humanos. La población considera que no es sostenible mantener un liderazgo de esta naturaleza.
En el Gobierno no hay ninguna intención de escuchar el reclamo de la sociedad y la comunidad internacional tampoco están generando mecanismos reales de presión que obliguen al presidente Ortega a entrar en este diálogo conciliador con la sociedad.
¿Qué pasará en las próximas elecciones?
Las elecciones no se esperan hasta 2021. En algún momento se llegó a pensar en elecciones anticipadas, pero el Gobierno se ha negado.
Desde este momento hasta 2021, ¿es posible que aparezca algún partido nuevo que lidere una propuesta progresista?
Lamentablemente, en los últimos años hemos visto un debilitamiento institucional en Nicaragua en donde la posibilidad de participación política es prácticamente nula. Existen partidos políticos que son anulados por el aparato estatal; el poder Ejecutivo se ha hecho con los otros dos poderes. De esta manera, se deja muy poco espacio para la participación de otros partidos políticos.
El presidente Ortega, en entrevistas internacionales, dice que todo lo que está sucediendo tiene que ver con un enfrentamiento con la oposición. La realidad es que no hay oposición. Si no se fortalece el aparato electoral, es poco probable que pueda surgir una fuerza política que pueda tener la capacidad competitiva de entrar en un proceso electoral.
¿Y qué pasa con Rosario Murillo?
Murillo no es solo la primera dama o la esposa del presidente. Ella es la principal portavoz del Gobierno, es una de las personas que mejor ha mantenido el discurso de negación y de estigmatización en contra de los manifestantes. Les llegó a llamar “vampiros chupasangre” o “criminales”.
El ataque de la Universidad Nacional de Nicaragua –donde grupos estudiantiles habían recuperado su recinto y construido barricadas para protegerse contra los ataques policiales y parapoliciales– fue perpetrado por grupos paramilitares con armamento militar de alto calibre.
Fue un ataque de más de 20 horas con rifles de asalto y francotiradores. En este punto, fue la conferencia episcopal la que tuvo que mediar directamente con la vicepresidenta y se logró que estos estudiantes pudieran salir del lugar en el que se encontraban refugiados.
Todo esto nos mostró claramente que los ataques se dan bajo la supervisión de las autoridades de más alto nivel y que además son estas autoridades las que instruyen a estos grupos parapoliciales. Y, en este caso, la vicepresidenta ha jugado un rol importantísimo en la comisión de violaciones de los derechos humanos.
¿La repentina presencia de Murillo en los medios es una estrategia para desgastar su imagen y no la de Ortega?
No sé si es una estrategia intencional o no. El presidente también ha hecho de portavoz, ha hecho una gira por varios medios internacionales en los que ha dado declaraciones muy contradictorias, como por ejemplo sobre el número de personas muertas. También ha reconocido su participación directa en la comisión de estas violaciones a los derechos humanos al referirse a estos grupos parapoliciales.
En un inicio dice que son grupos paramilitares de la oposición, después cambia su discurso en una segunda entrevista diciendo que se trata de ciudadanos que usan las armas para defenderse y en una tercera, y muy preocupante declaración, dice que se trata de policía voluntaria. Una policía que existe en el reglamento de la Policía Nacional como una policía de la ciudadanía que ayuda en esfuerzos de prevención.
Al reconocer que se trata de una policía voluntaria, reconoce que en efecto que están bajo las órdenes directas del presidente Ortega al ser él, por ley, el jefe supremo de la fuerza policial.
¿Cuánto tiempo puede durar una estrategia de negar y criminalizar? Algunos analistas creen que esto puede ir encaminado a una guerra civil.
Lo que hemos documentado es un recrudecimiento de la represión, ahora hemos entrado en una fase de persecución y detenciones arbitrarias a cualquier persona que pueda ser identificada como opositora al Gobierno. Ahora las manifestaciones en contra del Gobierno son ilegales. No así las manifestaciones que son organizadas por el Estado.
¿Los países vecinos son capaces de absorber a tal número de desplazados?
Estamos hablando de países pequeños en extensión geográfica, pero con grandes desafíos en materia de derechos humanos. Centroamérica, particularmente el triángulo norte, están atravesando gravísimas crisis que también han expulsado a miles de personas a la búsqueda de protección internacional, con una respuesta militarizada a la influencia del crimen organizado. Tener que absorber a población es un gran desafío para los gobiernos y un país como Costa Rica, que es un país establecido en términos de derechos humanos, no tiene esa capacidad de recepción.
Estamos hablando de miles de personas y de un sistema de asilo bastante precario porque no se espera la llegada de tantas personas.
Colombia también está acogiendo a un gran número de venezolanos. ¿Está en mejores condiciones para ser un país receptor?
Han sido más de un millón de venezolanos que, además, llegan a comunidades que ya de por sí están siendo devastadas por el conflicto. Nosotros hemos documentado la situación de salud en las comunidades fronterizas donde la gente viene desde Venezuela buscando atención médica básica con enfermedades que ya hace muchos años habían sido controladas. Ni siquiera el cuerpo médico tenía la capacidad para atender esas enfermedades.
El caso de Costa Rica no es una situación tan diferente porque tiene problemas de atención a la salud de su propia población y cuando llega otra población en necesidades de emergencia, muchas de ellas heridas en una manifestación, pues se ven enfrentadas a una realidad médica bien distinta.
¿Es uno de los momentos más inestables de América Central?
En su conjunto, América Central está pasando por una gravísima crisis de derechos humanos. Las respuestas militarizadas han dejado las condiciones perfectas para que se puedan producir perpetraciones de violaciones, desapariciones forzadas o persecuciones extrajudiciales cometidas por las propias autoridades del Estado.
Nicaragua es uno de los países que se está enfrentando a estas dificultades, pero con una característica única y es el rápido deterioro de la situación y el recrudecimiento de la represión contra la población civil.
¿En qué situación se queda el movimiento feminista en Nicaragua?
El movimiento feminista nicaragüense es un movimiento históricamente relacionado con la lucha sandinista, muchas mujeres feministas fueron figuras emblemáticas de esa revolución se encuentran en movimientos de resistencia. No solo frente a esta crisis, sino en las últimas décadas.
No podemos olvidar que fue el presidente Ortega el que hizo un cambio en la legislación nicaragüense, con un cambio político para poder ganar las elecciones, a través del cual se prohíbe totalmente el aborto en Nicaragua. Este sigue siendo uno de los reclamos más importantes del movimiento sandinista. Son mujeres que han sido perseguidas durante muchos años y de ellas ha aprendido el movimiento estudiantil de hoy.
Desde Amnistía Internacional, ¿cómo se valora el triunfo de Bolsonaro?
Amnistía Internacional recibe con gran preocupación el triunfo de un presidente electo, que ha hecho campaña con una agenda abiertamente contraria a los derechos humanos y con frecuencia ha realizado declaraciones discriminatorias sobre distintos grupos de la sociedad.
Su elección como presidente de Brasil podría representar un riesgo enorme para los derechos humanos en particular de grupos históricamente marginados, como los pueblos indígenas y quilombolas, las comunidades rurales, las personas LGTBI, la juventud negra, las mujeres, las personas que son activistas y las organizaciones de la sociedad civil, si la retórica del presidente electro Bolsonaro, y algunas promesas de campaña, se convierten en política pública.
La comunidad LGTBI está temblando. ¿Qué pasará si el Gobierno lleva a cabo políticas que menoscaban sus derechos?
Esperamos que el discurso de odio que dominó su campaña no se convierta en política pública, porque sería contrario a las obligaciones internacionales de Brasil en materia de derechos humanos, dejando al país excluido del mundo en ese sentido. El Gobierno es mucho más amplio que el presidente.
¿Esto marca una nueva tendencia derechista en América Latina?
Nos preocupa que un discurso abiertamente anti derechos haya captado el apoyo de más de la mitad de las personas que fueron a votar en Brasil. Es una tendencia en América Latina. El movimiento que se opone a la mal llamada “ideología de género” por ejemplo, sustento de muchas de las afirmaciones que el presidente electo hace, está basado en mentiras que con mucha mala fe son distribuidas en toda la región con formatos similares y confunden a la gente. Es un discurso de odio que genera miedo en la ciudadanía y es el caldo de cultivo perfecto para estos experimentos autoritarios.
Al igual que sucede en Venezuela y en Nicaragua, ¿vamos a asistir a otra oleada migratoria desde Brasil?
Estos movimientos masivos de personas en varias partes del país, escapando de la violencia extrema, de las violaciones de derechos humanos y la incapacidad de sus estados de proteger sus derechos, son tristemente imágenes que se están repitiendo en varios puntos de la región. Con la multitudinaria Caravana de Migrantes, de personas centroamericanas tratando de llegar a los Estados Unidos, las más de 26.000 personas nicaragüenses solicitando refugio en Costa Rica en los últimos tres meses, las más de 2,5 millones de personas que han huido de Venezuela en los últimos cuatro años, la región de las Américas vuelve, desafortunadamente, a revivir algunas de las más trágicas épocas de su historia reciente.