Activistas iraníes en el exilio: “Si las mujeres no se liberan de la tiranía, no se podrá derrocar a este régimen”

“Esta vez es diferente, algo podría cambiar”. Mahya Ostovar, activista iraní que dejó su país hace 10 años para instalarse en Europa, se muestra esperanzada con las protestas que vive la república islámica desde que el pasado 16 de septiembre fue asesinada bajo custodia policial la joven kurda Mahsa Amini tras ser detenida por presuntamente incumplir la estricta ley que obliga a las mujeres a cubrirse con un hiyab (velo). Ostovar asegura que, a diferencia de otras movilizaciones, la población iraní se ha dado cuenta de que “puede luchar contra el régimen y contra las fuerzas de seguridad”. “Esta vez vemos que la gente se defiende y reacciona, algo que no vimos tanto en protestas anteriores, por eso en un futuro próximo podríamos ver un cambio”, dice a elDiario.es, aunque sabe que es difícil que el sistema cambie.

Para Ostovar, las imágenes de mujeres cortándose el pelo, quitándose el velo en público y quemándolo en la calle, e incluso de niñas y adolescentes en escuelas con la cabeza descubierta rebelándose contra las autoridades y gritando consignas contra el Gobierno iraní son una señal de que algo está cambiando en el país persa, a pesar de que la policía sigue reprimiendo duramente las protestas, en las que han muerto al menos 201 personas, según la ONG Iran Human Rights con sede en Oslo.

Las protestas han llegado incluso a la televisión estatal, que en la noche del domingo sufrió un hackeo cuando emitía un discurso del líder del país, Alí Jamenei, durante el informativo diario. Las pantallas dejaron de mostrar al dirigente y, en su lugar, apareció un rótulo con su cara y un objetivo apuntando a su cabeza. Justo debajo, aparecía una inscripción: “Tus manos están llenas de sangre de nuestros jóvenes”.

Esta lucha liderada por mujeres que empezó al grito de “mujer, vida y libertad” para pedir justicia por la muerte de Amini y protestar contra la “policía de la moral” cuya labor, entre otras cosas, es comprobar que se cumplen las leyes del código de vestimenta islámico en público, se ha transformado en protestas más amplias e inclusivas que reclaman libertades y la caída del régimen al grito de “muerte al dictador”, en referencia al líder supremo. Se trata de “un movimiento para la sociedad iraní en general, porque quienes están en la calle -e incluso quienes no están- quieren lo mismo: que la República Islámica desaparezca”, asegura Ostovar, que trabaja como profesora adjunta en la Universidad de Galway (Irlanda). 

De momento, el presidente del Parlamento de Irán, Mohamad Baqer Qalibaf, dijo el pasado 2 de octubre que evaluará una posible modificación del método de la Policía moral.

Otras protestas

Irán también ha vivido en años anteriores grandes movilizaciones por la elevada inflación, la falta de oportunidades laborales y la corrupción de la élite política. Incluso ha habido muertes de otras mujeres que provocaron indignación en el país como la de Neda Agha Soltan, asesinada en las protestas electorales de 2009 por la milicia progubernamental basij o la de Sahar Khodayar -conocida como la chica azul-, que se inmoló en 2019 tras enfrentarse a una pena de prisión de seis años por colarse en un estadio de fútbol. Sin embargo, nunca se había producido una reacción como la de ahora: Amini se ha convertido en todo un símbolo de esta nueva revolución. 

“El asesinato de Mahsa ha marcado un punto de inflexión en Irán”, dice Mooniter, una activista iraní afincada en Canadá que prefiere no revelar su verdadero nombre por temor a que su familia sufra represalias en Irán. “No me ha sorprendido que muchos hombres se hayan unido a las protestas porque la sociedad iraní se ha dado cuenta de que si las mujeres no se liberan de la tiranía, no se podrá derrocar a este régimen. Apoyar a las mujeres en esta lucha beneficiará al movimiento iraní para poder alcanzar un futuro democrático”, añade la activista, que explica que se marchó de Irán hace dos décadas para dar mayores oportunidades a su hija.

Mooniter aclara que no solo se trata de la obligatoriedad de llevar el hiyab en espacios públicos desde los siete años, sino que a las mujeres iraníes “tampoco se les permite cantar, montar en bicicleta, nadar en aguas abiertas, entrar en los estadios, divorciarse o salir del país a menos que lo autorice un tutor o el marido”. “Y si el marido decide que no hay educación o trabajo, entonces no hay educación ni trabajo”, asegura.

Ostovar, por su parte, recuerda que muchas mujeres tanto de su generación como de la siguiente se han ido de Irán por esas mismas razones, “porque lo que realmente quieren es libertad, poder tener el estilo de vida que deseen”. Ella abandonó el país hace 10 años y en los últimos cinco ni siquiera ha podido ir a ver a su familia por temor a ser detenida, pues además de ser activista, su investigación de doctorado trataba sobre “la legislación discriminatoria” que obliga a llevar el hiyab y “eso es un tema político”.

“Occidente debe aislar al régimen iraní”

A lo largo de los últimos días, han sido muchas las personalidades políticas, cantantes, actrices y mujeres de todo el mundo que han mostrado su apoyo con el pueblo iraní, bien a través de mensajes o cortándose un mechón del cabello, como hizo la parlamentaria sueca de origen iraquí Abir Al-Sahlani durante un debate en la Eurocámara.

En ese sentido, las activistas consultadas agradecen el apoyo de la comunidad internacional, pero piden a los líderes de Occidente una mayor implicación y que “aíslen al régimen islámico”. También reclaman a EEUU y la Unión Europea que dejen de negociar la reanudación del acuerdo nuclear de 2015, que limitaba el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones, un pacto que el entonces presidente Donald Trump abandonó.

“Lo que queremos de Occidente y del mundo es muy claro: que aíslen al régimen islámico igual que han hecho con Rusia. Los iraníes son muy conscientes de que, sancionados o no, los que más sufren son los propios iraníes, pero sancionar a la República islámica significa menos financiación para patrocinar el terrorismo y el odio a nivel mundial”, considera Mooniter. 

En esa misma línea, Ostovar también cree que se necesitan “reacciones duras” y confía en que los gobiernos occidentales apliquen sanciones “realmente selectivas contra las autoridades iraníes y sus familias”, tales como deportaciones a los diplomáticos o el cierre de las embajadas del país persa, añade. “Eso es lo más eficaz que puede hacer Occidente y después será más fácil para la oposición, para los verdaderos líderes del pueblo iraní, empezar a crear una especie de gobierno en el exilio y tratar de negociar con los gobiernos occidentales”, concluye.

El ayatolá Jamenei habló el 3 de octubre por primera vez sobre las protestas y lo hizo para acusar a Estados Unidos e Israel de planificar lo que describió como “disturbios” para desestabilizar Irán, en línea con declaraciones previas de las autoridades, según informó Associated Press.

El líder del país también se refirió a Amini al calificar lo ocurrido de “triste incidente”. Las autoridades iraníes sostienen que la joven falleció tras sufrir un infarto en comisaría y entrar en coma debido a que padecía enfermedades previas. Sin embargo, médicos independientes han asegurado que murió por los golpes recibidos.