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Alemania se convierte en un socio impredecible en la UE

El canciller alemán, Olaf Scholz, durante el Consejo Europeo.

Irene Castro

Bruselas —
24 de marzo de 2023 22:33 h

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Es tradicionalmente el pitufo gruñón del Norte. Uno de los hermanos mayores a la hora de marcar las reglas de los 27. Lo fue sobre todo durante la crisis financiera de 2008. Pero Alemania se está convirtiendo en un socio impredecible dentro de la UE. No se encuentran prácticamente precedentes del frenazo que el tripartito ha metido a uno de los proyectos más ambiciosos del paquete europeo para lograr la neutralidad climática: la prohibición de la venta de coches contaminantes a partir de 2035. 

El asunto estaba ya acordado entre la Comisión Europea, los gobiernos y el Parlamento Europeo, que avaló la ley con el rechazo del PP y la extrema derecha. Pero cuando llegó el momento de que el Consejo le diera el visto bueno, lo que tendría que haber sido un mero trámite, tuvo que desaparecer de la agenda. El ministro de Transportes, Volker Wissing, rechazó por sorpresa el plan. 

¿El motivo? Alemania quería que Bruselas le diera una garantía de que los combustibles sintéticos (conocidos como efuels) se queden fuera de la prohibición. La industria automovilística, muy potente en ese país, ha desarrollado especialmente ese tipo de vehículos en detrimento de los eléctricos. Desde entonces, la Comisión y el gobierno alemán se embarcaron en una negociación que se ha ido alargando hasta que este sábado la Comisión Europea ha anunciado un acuerdo.

“Trabajaremos ahora para que se adopten los estándares de CO2 para automóviles lo antes posible”, ha afirmado el vicepresidente y comisario para el Pacto Verde Europeo, Frans Timmermans. El ministro de Economía alemán, Robert Habeck, de los verdes, dio por hecho que el responsable de Transportes (liberal) había alcanzado un acuerdo con la Comisión el viernes, pero no fue confirmado por el canciller, que se mostró confiado, eso sí, en que habría una solución. La clave tanto para los 27 como para la Eurocámara es que no se reabriera el texto.

A pesar de no figurar en el orden del día, el asunto contaminó la cumbre de líderes. Más allá de las discrepancias dentro de la coalición, en la UE han emergido voces muy críticas con la actuación de Alemania por el bloqueo a una ley cuando ya estaba pactada. “Si un estado miembro puede hacerlo, ¿qué parará al siguiente?”, se quejó el primer ministro letón, Krišjānis Kariņš.

La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, también envió un mensaje de protesta al Gobierno alemán. “El Pacto Verde Europeo es un pilar fundamental de nuestro mandato y siempre advertiremos contra cualquier cosa que busque socavar o reducir la predictibilidad legislativa que necesitamos como Unión Europea”, afirmó en una rueda de prensa tras intervenir ante los líderes. Unos días antes, Metsola había enviado una carta a la presidencia semestral del Consejo, que recae ahora en Suecia, para expresar su preocupación por el veto de Alemania entre otros países, que “podría socavar la credibilidad del proceso legislativo y erosionar la confianza entre los colegisladores”, según informó la Agencia EFE. 

Cuando el malestar con Alemania ya era patente en Bruselas y en muchos estados miembro, el Gobierno germano amagó con hacer descarrilar las directrices del Eurogrupo sobre las reglas fiscales, que ya habían sido pactadas por los gobiernos a un nivel inferior. Por un lado, mostraba sus discrepancias con las orientaciones fiscales para 2024 en las que Bruselas anima a los estados miembro a ir ajustándose el cinturón ante el fin de la cláusula de escape que se activó con la pandemia para que los gobiernos pudieran hacer políticas expansivas de gasto sin preocuparse por el déficit excesivo, pero descarta iniciar expedientes por incumplimiento ya este año dado que la suspensión sigue vigente. Países como Alemania o Finlandia no lo ven con buenos ojos.

Alemania tiene resistencias a la flexibilización de las reglas fiscales que ha planteado la Comisión Europea para la futura regulación. El planteamiento es mantener el déficit por debajo del 3% del PIB y la deuda pública en el 60%; pero que los gobiernos negocien con la Comisión Europea las trayectorias para lograrlo. Eso genera desconfianza a los ‘halcones’. 

Alemania gana siempre

Pese al temor a que Alemania se plantara, finalmente dio el visto bueno a las conclusiones del Eurogrupo con el argumento de que la Comisión Europea se comprometía a abordar con los estados miembro las cuestiones en las que todavía no hay acuerdo antes de formular formalmente la propuesta. 

En los últimos meses, Alemania también ha protagonizado vaivenes con uno de los asuntos más delicados en el viejo continente: el envío de armamento a Ucrania. Primero fue con la provisión de tanques Leopard al ejército de Volodímir Zelenski. Polonia fue el primer país en mostrar su determinación a enviar carros de combate pero, al ser de fabricación alemana, necesitaba de la autorización del Gobierno. 

Scholz se resistió, pero la presión fue creciendo a través de otros estados, la OTAN y la UE. No solo era externa, los otros dos partidos que forman parte del gabinete eran partidarios de permitir el envío. De hecho, la ministra de Exteriores, Annalena Baerbock, de los Verdes, llegó a decir que Alemania no se opondría mientras el canciller guardaba silencio. Finalmente cedió

La UE ha roto un tabú al plantear la compra conjunta de armamento y, en concreto, de munición ante el ruego de Ucrania, que se prepara para una ofensiva rusa en primavera. La Comisión Europea, a instancias de los líderes, elaboró un plan para proveer de ese material militar a través de la Agencia Europea de Defensa. Pero Alemania dejó claro que ya había comenzado su propia negociación con la industria nacional e invitó al resto de socios a sumarse. En Bruselas se esforzaron por restar importancia al desplante y aseguraron que las dos vías eran complementarias. De hecho, Alemania es uno de los 18 países que se han suscrito al plan conjunto, que incluirá compras a 15 empresas de once países, entre ellos Alemania y también a dos compañías españolas (en Granada y Albacete). 

Mientras se pone en marcha el plan para enviar un millón de proyectiles en los próximos doce meses, Zelenski sigue reclamando celeridad a los socios europeos. Lo hizo de nuevo este jueves en su intervención en la cumbre de líderes en la que participó por videoconferencia tras visitar el frente. El presidente ucraniano lamentó los retrasos en la llegada de armas de largo alcance, volvió a pedir cazas, que por ahora sólo Polonia le ha prometido, advirtió de que el letargo puede prolongar la guerra. 

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