Amanecer Dorado, a juicio en los tribunales y en la calle
“¡Fascista!”, vocifera Nikos a un palmo de una de las abogadas del partido neonazi de Amanecer Dorado (AD). Unos 700 manifestantes se concentraron el lunes a las puertas de la cárcel de alta seguridad de Korydalós, a las afueras de Atenas, para seguir el juicio a la dirección de AD por criminalidad y asesinato, entre otros, del rapero Pavlos Fyssas en setiembre de 2013.
El proceso se alargará todavía más. La presidenta del Tribunal pospuso el juicio hasta el 7 de mayo porque uno de los encausados no tenía abogado. En esta primera sesión tan sólo estuvieron 44 de los 69 acusados. Entre los ausentes, el jefe de la formación ultranacionalista, Nikolaos Mijaloliakos, y la mayoría de los otros dirigentes, quienes estuvieron representados por sus letrados.
El antifascista Nikos también es rapero, de apodo Monimos Katoikos, y conocía a Pavlos Fyssas de haber cantado juntos en varias ocasiones. “Era un tío excelente, pasamos grandes ratos, no merecía morir a manos de unos asesinos”, afirma enervado el manifestante, que lleva desde las ocho de la mañana en las puertas de la prisión, custodiada con fuertes medidas de seguridad. “Estamos aquí sobre todo para apoyar a la familia de Pavlos, que con el juicio ha tenido que recordar la muerte de su hijo hace un año y medio y están muy afectados”, afirma Nikos en primera línea de la protesta, justo enfrente de la Policía.
Precisamente la madre de Fyssas fue una de las primeras testigos que entraron en el recinto penal. En total se personaron 92 de los 131 llamados a testificar. El macrojuicio se celebró en una sala de pequeñas dimensiones y en unas instalaciones penitenciarias situadas a escasos metros de una escuela, algo que ha despertado las críticas en el vecindario. El propio alcalde del municipio, Stavros Kasimatis, ha insistido en que el proceso se traslade a otro lugar.
Más apartados del núcleo de la protesta, se reúne un centenar de miembros del Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME), el sindicato vinculado al partido comunista y blanco de varios ataques perpetrados por grupos neonazis. “Hace dos años entraron en la sede de Pérama [barrio del Pireo] y golpearon con bates a varios de mis compañeros”, narra Dimitris Pappas, uno de los sindicalistas.
Como muchos otros de los allí congregados, el afiliado de PAME coincide en que los acusados “no irán a la cárcel”, como “tampoco terminará el miedo de la gente”. Para Dimitris resulta difícil confiar en la neutralidad de los jueces, ya que muchos de ellos “son miembros de Nueva Democracia [formación conservadora en el poder en la anterior legislatura] y tienen conexiones con Amanecer Dorado”.
En eso coincide la militante de Syriza Katherina Giannoulina: “El Ejecutivo no tiene ningún control sobre la Justicia y son muchos años de las formaciones tradicionales [Nueva Democracia y los socialistas de Pasok] en el poder. Lo único que puede hacer Syriza es reforzar el movimiento en la calle, para lograr un juicio justo”, apunta.
Según el rapero Nikos, debería prohibirse la actividad de AD, “porque son una mafia, no representan al pueblo, simplemente tergiversan la historia para convencer a los más necesitados”. En Grecia, sin embargo, la Constitución no contempla la ilegalización de formaciones políticas. Sobre la posibilidad de impulsar un cambio de la ley que permita poner a AD fuera de la ley, Katherina considera que esta opción “se volvería en contra del propio Gobierno”, ya que “por un lado, existe un riesgo de que vuelvan a actuar en las calles, y por otro, que los griegos lo perciban como una limitación a la democracia”.
No obstante, a gran parte de la opinión pública en Grecia y en el exterior le sorprende que una organización acusada de perpetrar asesinatos por cuestiones racistas, siga ejerciendo su derecho de presentarse a unas elecciones.
Al frente de la protesta, un grupo de africanos sostiene varias pancartas con la esvástica rota por un puño. “Si los metieran en prisión viviríamos más tranquilos”, afirma Jabbi Sadibu, un gambiano que lleva cuatro años en Atenas y reconoce sentir “miedo” cuando sale a la calle. Hace dos años mataron a un senegalés amigo suyo en la plaza de Omonia, un barrio con gran presencia de inmigrantes, y han pegado palizas a varios más.
“Siempre intentamos movernos en grupo, por nuestra seguridad”, explica Jabbi, quien considera que en los últimos dos años la violencia por parte de los neonazis ha disminuido. Otro de los problemas, según el gambiano, era denunciar a las autoridades. “La mayor parte de las veces la Policía nos ignora. Además, muchos de nosotros todavía no tenemos los papeles en regla, así que corremos el riesgo de ser detenidos”, cuenta.
Al otro lado del cordón policial, se congrega un centenar de seguidores de Amanecer Dorado para dar apoyo a los acusados. “Queremos declarar la solidaridad con nuestros compañeros”, apunta serio el diputado ultranacionalista, Fotis Grekos, el único de los presentes que dispone de la autorización del partido para hablar con la prensa.
“En el otro extremo de la calle hay manifestantes [antifascistas] que intentan influenciar el desenlace del juicio. Bajo esas circunstancias no puede ser un proceso justo. Por eso queremos que se celebre en un sitio abierto al público y no a las afueras de Atenas como ahora”, asegura Grekos, quien se muestra convencido de que la acusación se basa en pruebas falsas fabricadas por el propio sistema y que por eso “quizá el juicio está manipulado y la sentencia será injusta”.
Tres de los testigos han sido agredidos, supuestamente por miembros de AD, mientras se dirigían a la vista. Dos de ellos pudieron llegar a tiempo a la cita en el tribunal y un tercero fue hospitalizado durante varias horas. Media docena de anarquistas, presentes en la protesta, golpearon a un motociclista que pasaba por el lugar al considerar que se trataba de un neonazi.
Los manifestantes se empezaron a retirar sin mayores incidentes cuando al mediodía se anunció la suspensión temporal del juicio, que provocó las quejas de los abogados de la acusación por el motivo del aplazamiento. Los mismos letrados pidieron que la cita ante los tribunales se celebre en otro lugar. De momento, Korydalós albergará dentro de dos semanas el segundo episodio de un proceso que mantiene en vilo a los vecinos de la zona, pero también preocupa al país, por toda la carga simbólica que acarrea.