El suelo de Ámsterdam acumula 1.500.000 kilos de chicle que acaban en el suelo cada año, según fuentes oficiales de la ciudad. Los chicles son la segunda mayor fuente de basura de la ciudad, por detrás de las colillas, y suponen un verdadero problema para sus ciudadanos. Pero el gobierno municipal de la capital holandesa ha conseguido convertir esta problemática en una oportunidad: usar los chicles para fabricar zapatillas a través del reciclaje.
En una colaboración con las empresas Gum-Tec, que estudia de cerca el reciclaje de los chicles, y Explicit, una marca de moda, el consistorio ha desarrollado Gumshoe, “las primeras zapatillas hechas con chicles reciclados” que ya están a la venta, según cuenta el vídeo promocional del proyecto.
“Al Ayuntamiento le cuesta millones de euros al año limpiar los chicles, y lo que es más importante, tardan entre 20 y 25 años en biodegradarse”, cuenta la campaña, “por eso, la ciudad empezó a buscar una manera de convertir una cosa que parece inútil en algo de utilidad”.
Así, con un equipo especializado, la organización recoge chicles por toda la ciudad para convertirlos en suelas de zapatilla. Estas imitan el plano de la ciudad y llevan también su logo, las tres equis.
“Siempre estamos buscando fórmulas innovadoras para hacer la ciudad más limpia y atractiva”, dice Mustafa Tanriverdi, del equipo de comunicación del Ayuntamiento.
Desde el equipo del proyecto creen que esta es una forma de acercarse a “unas calles limpias de chicles” y de concienciar a los ciudadanos sin “sermonear”.
Los Países Bajos como modelo de reciclaje
Esta iniciativa es una más de las muchas que han desarrollado en los Países Bajos para convertirse en un referente a nivel europeo del reciclaje y de preocupación por el medio ambiente.
Según un informe del Parlamento Europeo, en el año 2016, en los Países Bajos se produjeron 520 kilos de residuos municipales per cápita, de los que se recicla más de la mitad, un 53%. El tercer país con mejor índice, por detrás de Alemania y Austria, respectivamente. España, con un 30%, suspende y no llega a la media europea, situada en un 47%.
Además, en Ámsterdam, una ciudad con más de 22.000 carriles para bicicletas, esta también juega un papel crucial, reduciendo de manera notable las emisiones nocivas de los coches. El 60% de los desplazamientos en el centro se hacen en bicicleta, y para toda la ciudad suponen el 40%, según The Guardian.
No solo Ámsterdam innova en su forma de hacer frente a los residuos. Rotterdam, la otra gran urbe del país, ha puesto recientemente en marcha un proyecto que convierte en parques flotantes la basura acumulada en los ríos para evitar que el plástico llegue al mar.