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ELECCIONES PORTUGAL

André Ventura, el comentarista deportivo que ha convertido a la extrema derecha en tercera fuerza de Portugal

“António Costa, ahora voy a por ti. Todo será diferente en el Parlamento, ya no será esa linda oposición”, advirtió el domingo André Ventura, líder de la formación portuguesa Chega, de derecha radical populista. Ventura era el otro gran ganador de la noche. Sus votos se multiplicaron por cinco respecto a 2019, pasó de uno a 12 escaños y se convirtió en tercera fuerza parlamentaria. El líder ultra ha conseguido acabar con la ‘excepción portuguesa’ que convertía a Portugal en uno de los pocos Estados europeos en los que este tipo de partidos aún no habían emergido con fuerza en el Parlamento.

Ventura, de 39 años, fue seminarista y estuvo a punto de ser sacerdote, pero cambió de idea. “Dios me encomendó la difícil pero honorable misión de transformar Portugal”, dice ahora. También fue profesor universitario y comentarista deportivo en televisión. Desde joven militaba en el Partido Social Demócrata (PSD) de centro-derecha, del cual salió rebotado para crear su propia formación en 2019, al igual que ocurrió en España con Santiago Abascal y Vox.

El lema elegido por Ventura para estas elecciones ha sido: “Dios, patria, familia y trabajo”, el mismo que utilizó el dictador António de Oliveira Salazar, pero al que ha añadido la palabra trabajo. Su programa político se compone de 12 puntos y todos ellos arrancan con la misma frase: “Contra los socialismos,…”. Durante la pandemia propuso un “plan de confinamiento específico para la comunidad gitana” y en enero de 2020, muy poco después de ser elegido diputado, pidió que la entonces diputada Joacine Kata Moreira fuese “devuelta a su país de origen”. Katar Moreira es una política y activista portuguesa nacida en Guinea-Bisáu. Aun así, los analistas coinciden en que su base principal es un discurso populista contra las élites.

Sin embargo, los expertos señalan que detrás de Ventura no hay una ortodoxia ideológica dominante. “Aunque no tengo dudas en calificar su discurso de derecha radical, Ventura es solo un oportunista y no tiene una verdadera línea ideológica. Simplemente vio que tenía un espacio por explorar”, señala Mariana Mendes, politóloga en la Red Internacional de Investigación en Migración y Democracia en la Universidad de Dresden y autora de trabajos en los que compara Vox y Chega. Mendes destaca las diferencias que defendía Ventura en su tesis doctoral y sus posiciones actuales.

“No cree en la mitad de lo que dice, pero su ambición y proyecto de poder personal le han llevado a adoptar un menú populista, conspirativo e incendiario”, dice Miguel Carvalho, periodista de la revista Visão que ha seguido a Chega desde su formación. “Muchos miembros del partido incluso más radicales que él se sienten traicionados porque lo acusan de cambiar algunas banderas más extremistas para que Chega forme parte del sistema”.

Aunque se desmarca de la dictadura, “juega mucho con estas cuestiones”, dice Riccardo Marchi, investigador del Centro de Estudos Internacionais do Instituto Universitário de Lisboa y autor del libro ‘La nueva derecha antisistema: el caso de Chega’. “Es lo mismo que hace Abascal con la memoria histórica en España”. “Ha aprendido a dirigir el discurso y la polémica le funciona, pero es muy peligroso jugar con estas banderas”.

'La excepción portuguesa'

“Los partidos de centroderecha en Portugal tendían a no definirse como formaciones de derechas porque tenían miedo de la etiqueta y la relación con la dictadura. Aquí es aún más destacado que en España porque allí fue una transición pactada, pero aquí fue por ruptura y revolución”, dice Marchi. “En los últimos 20 años, ningún líder político estaba dispuesto a levantar la bandera del populismo del descontento y Ventura fue el primero, por lo que se ha aprovechado de dos cosas: la crisis de la derecha y el descontento del electorado”.

“Vox y Chega al final han sabido emerger a partir de un partido de centroderecha más respetable. No son fuerzas que emergen de partidos aún más radicales de extrema derecha que existen en ambos países. Hay todo un estigma hacia esos partidos por la dictadura. Vox y Chega no tienen tanto ese problema”, dice Mendes.

La experta apunta a otro factor importante que explica la 'excepción portuguesa'. “El debate político en Portugal ha estado y continúa estando muy centrado en cuestiones socioeconómicas y este tipo de partidos normalmente está motivado por cuestiones más culturales o posmateriales. Eso tiene que ver con que Portugal es un país más pobre”, dice.

“Ventura garantiza una narrativa fast-food, lista para consumir y bastante calórica desde el punto de vista de la argumentación, pero muy pobre en complejidad y profundidad, además de incendiaria”, dice Carvalho. “Teatral, vociferante, hace uso de un lenguaje populista, al pie de la calle, y cataliza las visiones y teorías que se escuchan en el taxi, en el café o en la parada del autobús”.

“No me gusta ser moderado”

Ventura se convirtió en figura política nacional en 2017 y es un producto directo de la polémica. Se presentaba a las municipales en la localidad de Loures por el PSD y centró su campaña en atacar a la población romaní: “Existe una excesiva tolerancia con algunos grupos y minorías étnicas”, “los gitanos viven casi exclusivamente de los subsidios del Estado”, “en los transportes públicos varios municipios se quejan de que nunca pagan”, “no entiendo que haya personas esperando el arreglo de sus casas cuando algunas familias, por ser de etnia gitana, tienen siempre la casa arreglada”, dijo.

Marchi explica que “Loures es una ciudad tradicionalmente comunista y el PSD había perdido las anteriores elecciones generales y estaba en muy mala situación”. “Ninguno de los grandes dirigentes del partido quería presentarse allí porque era una elección perdida. Ventura quiso aprovechar la oportunidad como trampolín dentro del PSD y virar el partido a la derecha. Cuando vio que no había posibilidad de ascender, salió y fundó Chega”. Mendes explica que con el liderazgo de Rui Rio, el PSD se desplazó hacia el centro y dejó ese espacio libre a la nueva derecha que supo ver Ventura.

“Su spin doctor me dijo que tenían dos posibles problemas con los que hacer campaña: la falta de aparcamientos o la comunidad gitana. Ventura se dio cuenta que si hablaba de los coches nadie le haría caso, pero si lo hacía de los gitanos, se convertiría en portada de todos los medios”, recuerda Marchi. Y así fue. El investigador cuenta que el propio Ventura le dijo en una entrevista que su primer modelo político cuando aún era del PSD fue Sarkozy, que siendo ministro de Interior fue a los barrios de París y llamó “chusma” a sus residentes, afirmando que había que “limpiar” estas zonas.

Carvalho sostiene que “Chega es una creación a medida de sus ambiciones personales”. Mendes coincide y destaca el personalismo del partido: “Chega es André Ventura”. “Es un proyecto de poder, no responde a una ortodoxia ideológica”, explica Marchi. Hasta ahora, Ventura ha ejercido un poder muy centralizado porque el partido había recibido de golpe muchos miembros de diversos orígenes y no tenía una estructura ideológica clara como formación.

“Es posible que ahora se diversifique y comience una nueva estrategia para convertirse en la principal fuerza de centroderecha. Todos los partidos populistas de derecha radical en fase de crecimiento tienen esta evolución. No abandonan sus banderas clásicas de protesta, pero llega un momento en que también tienen que hablar al electorado moderado. Eso no quiere decir que cambien de discurso, sino que combinan las dos características”, dice Marchi.

En el caso de Ventura, el viaje al centro no será fácil. Según afirmaba en una entrevista: “No me gusta ser moderado porque la moderación ya ha demostrado que en 46 años de democracia no hemos resuelto ningún problema”.