Arina Voronova, una fotógrafa rusa asentada en Nueva York, fue una de las primeras artistas que plasmó una mascarilla en las paredes de la ciudad. Lo hizo a través de “The Act of Love” (Un acto de amor), un proyecto fotográfico que muestra a personas besándose con las mascarillas puestas. “Comencé el proyecto antes de que la pandemia azotase a Nueva York porque empecé a escuchar historias de personas de origen asiático que habían sufrido racismo por usar mascarilla”, cuenta la artista.
Al principio, sus modelos eran parejas con las que se cruzaba por la calle, a quienes les daba mascarillas -pues en esa época de 2020 era extraño ver a gente con tapabocas más allá de Chinatown- y les pedía que se besaran. Pero el proyecto se empezó a complicar: a Voronova cada vez le costaba más conseguir mascarillas. “Fui a 20 farmacias y no pude encontrar ninguna (...) Así que tuve que pedirle a un amigo médico que me trajese algunas del hospital”, recuerda. Tiempo después, lo que le resultó complicado fue encontrar a figurantes, pues la gente ya no quería interactuar con extraños y mucho menos tocar mascarillas ajenas.
Cuando consideró que tenía suficientes fotos como para exhibir su proyecto en las calles de Nueva York, la artista decidió imprimirlas en tamaño póster y pegarlas por las paredes de Manhattan y Brooklyn. Hasta consiguió que un grupo de amigos le ayudara a difundir su mensaje. Pero a mediados de marzo las autoridades pidieron a los neoyorquinos que se quedaran en casa y las calles se vaciaron. “Yo tenía que seguir adelante. Por lo que me convertí en una loca que andaba en bicicleta por las calles vacías de la ciudad de Nueva York pegando carteles”. dijo.
La distopía de una ciudad con millones de habitantes vacía se hizo real, los negocios no esenciales cerraron, por las inmensas avenidas ya no circulaban ni coches ni viandantes, y en las paredes de la ciudad empezaron a aparecer mensajes que reforzaban los consejos que el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) recomendaba: “Lávate las manos”, “respeta la distancia social” o “ponte la mascarilla”. “Una de mis piezas favoritas era un enorme grafiti que decía: ”Lávate el culo, NYC“. Me pareció gracioso porque quien lo hizo decidió pintar ilegalmente una pared para decirle a todo el mundo que se mantenga limpio de la única manera en que los neoyorquinos van a hacer caso”, dice Mort.
Mort, más conocido en las redes como @Mort_art, también se vio inspirado por esta tendencia. “Decidí hacer la pieza de 'Extintor de desinfección' en respuesta a todo el mundo comprando desinfectante de manos a granel hasta el punto de agotar existencias. Pensé que sería gracioso llenar un extintor de incendios de desinfectante para reflejar cómo la gente está obsesionada con limpiarlo todo. Cuando Lysol -una marca de limpieza- comenzó a agotarse creé la pieza de ”Limpieza extra“, que combinaba un aerosol de Lysol clásico con una botella de Corona extra. Cogí el icónico etiquetado de la botella de cerveza y la convertí en un Lysol que pide a las personas que se limpien extra”, dice el autor.
A este artista, que lleva ya una década plasmando sus creaciones en la calle, la pandemia no sólo le inspiró, sino que le forzó a tener tiempo libre. “Pasar de trabajar 60 horas semanales a estar desempleado la mayor parte del año me permitió centrarme en mi arte. Por fin estaba usando todo el material que había comprado pero nunca tuve la oportunidad de usar para darle vida a mis nuevos proyectos”, dice.
Early Riser no se sintió inspirada durante los primeros meses de la crisis sanitaria, más bien se encontraba abrumada por la enfermedad. Pero ver cómo el policía Derek Chauvin asfixiaba con su rodilla durante 8 minutos y 46 segundos a George Floyd le hizo volver a coger el pincel para crear una pieza relacionada con esa tragedia y también momento histórico.
“Me afectó enormemente. Tengo una conexión con Minneapolis, viví allí durante 10 años. Y esa fue la pieza que salió, fue algo repentino, no fue una progresión natural en relación con lo que estaba trabajando en ese momento”, explica haciendo referencia a “The Murder of George Floyd” (El asesinato de George Floyd), obra en la que se ve en un primer plano a Chauvin con las manos en los bolsillos mientras que su rodilla está encima de un cuerpo negro tendido en el suelo y, en un segundo plano, a Trump observando la escena con las manos encima del agente.
Para crear esta obra, Early Riser se inspiró en la típica estampa religiosa de “Jesús está contigo”, que suele mostrar a un trabajador -como un cirujano haciendo una operación a corazón abierto o un obrero construyendo un edificio y detrás a la figura iluminada de Jesús protegiendo y guiando al hombre. Según la artista, en este caso, la “mano invisible” de Trump, en vez de representar la espiritualidad, compasión y religión del mesías, indica el “racismo y odio”.
A Early Riser le gusta “esconder” su arte urbano en “rincones ocultos” para que sea el viandante el que descubra las piezas, pero en este caso quería que el mensaje lo viese “todo el mundo”. Primero lo publicó en las redes, luego repartió pósteres y, finalmente, plasmó la obra en un mural de más de 3,6 metros en la galería al aire libre First Street Green Art Park, situada en un parque de East Village.
Uno de los efectos del movimiento de Black Lives Matter fue que la ciudad se convirtió en un lienzo para los artistas. Esto ocurrió debido a que miles de locales decidieron tapiar sus vitrinas por miedo a destrozos durante las protestas diarias que inundaban las, hasta entonces, vacías calles de Nueva York. Además de ser una ciudad mucho más fácil en la que plasmar arte urbano debido al poco tránsito por sus las calles, la policía tenía cosas más importantes en las que centrarse.
Esto, junto con el hecho de que Eye Sticker tenía menos carga de trabajo y su oficina ahora estaba en su casa, fue uno de los motivos por los que esta mujer se animó a convertirse en una artista urbana. “El arte es mi primer amor. Siempre he dibujado y diseñado, pero desde que me mudé a Nueva York y empecé a ver más arte callejero a mi alrededor estaba, literalmente, esperando el momento adecuado para empezar, y la pandemia me ayudó”, dice.
Pese a que a Eye Sticker normalmente le gusta crear diseños abstractos que obliguen al viandante a pensar por un segundo para comprender su arte, con la llegada de la campaña de las elecciones presidenciales la creadora se enfocó en el arte político.
A partir de finales de septiembre, Trump se volvió su “musa”, lo convirtió en un troll de pelo rosa, en una calabaza y hasta lo retrató sentado en el retrete.
“No estaba segura de si quería politizar mi arte. Quería que a la gente le gustase, y no sólo mi punto de vista. Para ser sincera, al principio simplemente miraba las noticias, como todos, pero al mismo tiempo sentía que el arte urbano tenía mucho poder y cada vez veía más arte en las calles que animaban a la gente a salir a votar. Entonces sentí que yo también tenía que usar mi plataforma”, explica.
La reacción de los neoyorquinos fue inmediata. Uno de los momentos más surrealistas que vivió Eye Sticker fue cuando tuvo que hacer cola para sacarse una foto con uno de los carteles gigantes que ella había pegado en el East Village la noche anterior. “No hay nada más satisfactorio o que me haga más ilusión que ver a alguien que saca una foto de mi arte”, asegura.
A Eye Sticker la pandemia también le inspiró. A finales de 2020, diseñó una obra para resumir el año. En este trabajo usó un reloj derretido de Dalí y la cita “¿Cuánto tiempo es para siempre?”, la pregunta que Alicia le hace al conejo blanco en Alicia en el país de las maravillas.
“En el libro la respuesta que le da el conejo es, 'A veces, solo un segundo'. En los últimos meses parece que nada haya cambiado, seguimos con mascarillas, no se puede viajar. Pero si realmente lo piensas ya ha pasado un año”, explica.
Uno de los lugares donde Eye Sticker pegó esta ilustración del reloj derretido de Dalí con las orejas del conejo blanco obsesionado con llegar a tiempo a los sitios fue Freeman Alley, un callejón en el Lower East Side de Manhattan que está repleto de arte urbano. Pese a la volatilidad de este arte, la pieza sigue en pie, pero a su alrededor han aparecido mensajes más actuales. Uno de ellos es: “Los asiáticos no son un virus, el racismo sí que lo es”. El racismo contra esta minoría se ha recrudecido en el último año, pero este mes ha vuelto a ser un debate social tras el asesinato de seis mujeres de origen asiático en Atlanta.
“Bésame, estoy vacunado” es otro de los mensajes que rodea a la obra de Eye Sticker. Este texto está escrito en la mitad de un gran trébol verde y es un guiño a “Bésame, soy irlandés”, frase que muchos usan durante San Patricio con el pretexto de que el beso trae buena suerte.
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