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Atados por las donaciones de la Asociación Nacional del Rifle: cómo frenan los políticos el control de armas en EEUU

Varias personas recuerdan a las víctimas del tiroteo de la escuela primaria en Uvalde, Texas

Charlie Scudder

Dallas (Texas, EEUU) —
27 de mayo de 2022 22:13 h

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En el estado de Texas, donde las armas son una realidad muy arraigada en el panorama cultural, una poderosa fuerza política contribuye a frenar las normas destinadas a limitar el acceso a las armas de fuego más letales.

La Asociación Nacional del Rifle (NRA, según sus siglas en inglés) es uno de los grupos de presión más poderosos de Estados Unidos, y el año pasado se gastó casi cinco millones de dólares (4,6 millones de euros) para reforzar los derechos en torno a la posesión de armas de fuego y evitar las restricciones sobre quiénes pueden tenerlas y cómo pueden usarlas.

Ahora, la Asociación vuelve a estar en el centro de un acalorado debate en el país en torno al control de las armas de fuego, después de que un joven de 18 años, cargado con dos rifles que compró legalmente, entrara en una escuela primaria de Uvalde y matara a 19 niños y a dos profesoras.

Apoyo entre republicanos

La matanza tuvo lugar el martes. Este viernes, la Asociación Nacional del Rifle recibió a 55.000 miembros en su encuentro anual en Houston, una ciudad situada a pocas horas de Uvalde. La convención incluía exposiciones de parafernalia de armas de fuego y discursos de políticos republicanos como el senador de Texas Ted Cruz, el gobernador, Greg Abbott, y el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.

La mayoría de los estadounidenses (el 54% según una encuesta de CBS News difundida antes de la matanza de hace unos días) quiere leyes de control de armas más estrictas, pero esa mayoría es muy partidista, ya que se concentra en el Partido Demócrata. Solo el 27% de los republicanos está a favor de reforzar el control.

Entre los texanos, ese margen es aún más estrecho. En una encuesta realizada en 2019 por la Universidad de Texas y el medio de investigación Texas Tribune, después de los tiroteos masivos en El Paso y Midland-Odessa, solo el 51% de los votantes registrados en Texas dijeron que querían leyes de control de armas más estrictas.

Nicole Golden, directora ejecutiva de la única organización del estado que aboga por políticas para reducir la violencia armada, afirma que la mayoría de los propietarios de armas hacen un uso responsable de ellas. Texas Gun Sense fue fundada en 2007 por los supervivientes de la matanza de Virginia Tech, y se amplió en 2013, después de la matanza en la escuela de primaria de Newtown, en Connecticut.

Ahora, Texas Gun Sense, integrado por personas del Partido Demócrata y del Partido Republicano, se centra en buscar un consenso con los propietarios de armas para apoyar iniciativas a nivel estatal y local. Trabajan con el Departamento de Seguridad Pública de Texas, por ejemplo, en una campaña para promover el almacenamiento seguro de armas para mantenerlas bajo llave y fuera del alcance de terceros.

“Gritar al vacío”

“No creo que sea un problema irresoluble”, afirma Golden. “Hay que redefinir las expectativas. No puedes rendirte porque no creo que rendirse sea una opción”, dice.

Esta semana, al igual que después de otros tiroteos masivos, su organización ha visto un pico en el interés hacia su trabajo por parte de la población de Texas. Golden explica que muchos propietarios de armas reconocen que la epidemia de violencia armada en Estados Unidos hace necesario algún tipo de cambio. Después de la matanza en 2018 en Santa Fe, en la que murieron 10 feligreses, Abbott sugirió un cambio normativo, que preveía leyes de “bandera roja” que permitirían a los tribunales quitarle las armas a alguien si representan una amenaza para ellos mismos o para otros.

Golden estaba entusiasmada con los planes de colaborar con la oficina del gobernador, pero no consiguió ningún tipo de apoyo en la capital del estado. “Vimos cómo fracasan este tipo de iniciativas, no hubo ningún interés en cambiar las leyes sobre seguridad de las armas”, admite. “A menudo puede dar la sensación de que uno se da de bruces contra la pared o grita al vacío”, dice.

Obsesión histórica

No cabe duda de que Texas tiene una obsesión histórica por las armas de fuego que se remonta a su condición de estado fronterizo en el que los colonos blancos utilizaron las armas para arrebatar las tierras a los grupos indígenas y las utilizaron para luchar contra el Gobierno mexicano y, posteriormente, contra el Gobierno estadounidense durante la secesión del estado en la guerra civil de Estados Unidos.

“Tenemos una larga tradición de armas de fuego”, señala Jerry Patterson, excomisionado de tierras de Texas y miembro de la Asociación Nacional del Rifle que ayudó a permitir llevar escondidas armas de fuego en el estado, después de un tiroteo masivo en un restaurante Luby's en 1991.

Harel Shapira, un profesor de sociología de la Universidad de Texas en Austin que estudia la cultura de las armas en Estados Unidos, afirma que no se trata de una tradición exclusiva de Texas. Las familias van a cazar juntas. Los padres enseñan a sus hijos a disparar y a sentirse seguros con las armas de fuego.

“Las armas son una fuente de muerte, pero también una fuente de vida [cultural] en Estados Unidos”, señala Shapira. Puntualiza que la legislación puede establecer quién puede comprar o usar armas pero que “la cultura de las armas en Estados Unidos es una cuestión más amplia”.

“Es muy personal, es muy visceral, es muy emocional”, indica Shapira. “Lo viven como un asesinato a su identidad”, apunta.

Esa cultura ha contribuido a crear un fuerte apoyo a grupos como la Asociación Nacional del Rifle en Texas. Hay cinco millones de miembros en todo el país, pero según las cifras oficiales de la Asociación, 400.000 de ellos están en Texas. The Guardian ha contactado con la asociación, que no ha respondido a sus preguntas sobre el nivel de apoyo que reciben en el estado.

Financiación de la Asociación del Rifle

El año pasado, la Asociación Nacional del Rifle, que hasta ese momento tenía su sede en Nueva York, optó por un cambio de ubicación y alegó que lo hacía por problemas financieros. Apostó por fijar su sede central en Texas, donde el contexto es más favorable a sus intereses.

Según la agencia de noticias Associated Press, ese intento de reorganización se enmarcó en un proceso de quiebra vinculado a un intento del fiscal general de Nueva York de dejar al grupo fuera de juego. Durante la pandemia, la asociación despidió a decenas de empleados mientras sus dirigentes utilizaban los fondos del grupo como si fueran de su propiedad, incluyendo un contrato de 17 millones de dólares para el director general, Wayne LaPierre.

Patterson asegura que estos problemas no cambiarán la forma de pensar de la Asociación del Rifle o de los políticos sobre el acceso a las armas en Estados Unidos. Explica que, en Texas y en todo el país, las primarias de sus partidos obligan a los candidatos a adoptar posiciones extremas en todo tipo de cuestiones, como los derechos en torno a las armas. Puede que no todos los propietarios de armas aprueben las medidas extremas pero la retórica que lleva a los votantes de las primarias a las urnas se inclina hacia la derecha en las carreras republicanas.

“En realidad, muchas personas no tienen una opinión tan visceral en torno al control de armas”, dice Patterson. “Pero votan de todos modos porque las elecciones se deciden en las primarias”, agrega.

Los recientes problemas económicos de la Asociación del Rifle no impidieron que el grupo gastara 786.052 dólares (732.852 euros) en el ciclo electoral de 2020. El grupo ya ha gastado 217.596 dólares (202.869 euros) en 2022, pagados exclusivamente a candidatos republicanos.

Los intereses

Según OpenSecrets, una organización sin ánimo de lucro que rastrea el gasto político en Estados Unidos, tres de los cinco legisladores que más se han beneficiado de los grupos de derechos de las armas como la Asociación Nacional del Rifle son texanos. Ted Cruz es el que más ha recibido: 442.333 dólares (412.395 euros) desde que entró en el Congreso de Estados Unidos en 2012. El otro senador de Texas, John Cornyn, ha recibido 238.875 dólares (222.707 euros) durante su mandato en el Senado. Pete Sessions, congresista de Waco, Texas, ha recibido 202.926 dólares (189.191 euros) en donaciones de la Asociación del Rifle y grupos similares.

Esas donaciones fueron menores en 2020, cuando la organización comenzó a lidiar con problemas económicos, en su mayoría causados por ellos mismos. Según los datos de OpenSecrets, Cornyn recibió 9.900 dólares (9.211 euros) de la Asociación en el último ciclo electoral. Cruz no se presentaba a la reelección y no recibió ninguna donación.

Tras la matanza de 19 niños y dos adultos en su distrito, el representante de Uvalde en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Tony Gonzales, ha declarado que no tiene interés en debatir y cuestionar la actual política de armas de fuego. La Asociación del Rifle donó (4.605 euros) dólares a su campaña en el ciclo electoral de 2020.

Abbott, el gobernador de Texas, es uno de los gobernadores más favorables a las armas de los Estados Unidos. Incluso después de tragedias como la de Uvalde, ha firmado leyes que facilitan cada vez más el acceso a las armas en el estado. El año pasado, tras firmar una ley que permite a la mayoría de los texanos llevar un arma sin permiso, se jactó de que la medida “infundía libertad en el Estado de la Estrella Solitaria”.

Este año se presenta a la reelección. En su última campaña, en 2018, la Asociación del Rifle donó 2.500 dólares (2.326 euros).

La retórica

Gran parte de la retórica utilizada por estos y otros conservadores tras tiroteos masivos como el de Uvalde se basan en un manual parcialmente elaborado por la Asociación del Rifle hace más de dos décadas. Poco después del tiroteo en el instituto Columbine, en Colorado, en 1999, tenía previsto celebrar su convención anual en la cercana Denver.

Según una grabación publicada por la radio pública NPR el año pasado, los líderes del grupo se reunieron para considerar una respuesta, centrándose en sacar la tragedia de la agenda política y convencer a los legisladores de que retrasaran la acción hasta que la tormenta hubiera pasado. Se trata de un manual al que el grupo ha vuelto una y otra vez a medida que más estadounidenses han sido asesinados por la violencia armada.

Según Patterson, después de tantos tiroteos masivos, más de 200 en Estados Unidos en lo que va de año, las respuestas de partidarios y detractores se han vuelto predecibles. Él, al igual que muchos observadores políticos, duda de que se produzca algún cambio tras la horrible matanza de Uvalde.

“Deberíamos impulsar un cambio”, dice Patterson. “Me temo que vamos a hacer la misma mierda de siempre. Repetiremos los mismos clichés, las mismas frases hechas y pegatinas para el coche. Eso será todo”, concluye.

Traducción de Emma Reverter

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