Los cinco meses de junio más calurosos registrados a nivel global han sido en los últimos seis años
En ocasiones, el calor en verano sí es noticia. El arranque de la época estival en el hemisferio norte ha sido extremadamente duro este año. Junio de 2021 ha sido el cuarto más caluroso a nivel global jamás registrado, solo por detrás de 2016, 2019 y 2020. Se trata de una tendencia preocupante, ya que los cinco peores meses de junio en el registro se han dado en los últimos seis años, según datos de Copernicus, el programa de observación de la UE.
Por regiones, el mes pasado fue el junio más caluroso jamás registrado en Norteamérica y el segundo en Europa. “No podemos anticipar si [el resto del verano en Europa] será históricamente caluroso. Lo que sí podemos indicar es que las predicciones estacionales del trimestre julio-agosto-septiembre indican con mucha probabilidad (más que otros años), cifrada entre un 70-100%, que en el sur de Europa la temperatura media de dicho trimestre será superior a la media”, señala Beatriz Hervella, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
“Se han superado tantos récords que es difícil llevar la cuenta”, afirmó la Organización Meteorológica Mundial en un informe de junio. Buena parte de esos récords se han dado en Canadá y Estados Unidos, que fueron golpeados a finales de mes por una brutal ola de calor que disparó la mortalidad en un 195% en la Columbia Británica, la provincia canadiense más afectada, y que dejó centenares de muertos en ambos países.
El 27 de junio se rompió el récord histórico de Canadá en la localidad de Lytton con 46,6 grados (1,6 grados más que el anterior, registrado en 1937). Un día después, el municipio batió su propio récord llegando a 47,9 grados. Y lo volvió a hacer por tercera vez 24 horas después con 49,5 grados. Por su parte, Seattle (EEUU), también registró un máximo histórico de 41,7 grados y Portland llegó a 44,4 grados. Se trata, además, de una zona de clima moderado. El anterior junio más caluroso en Norteamérica se dio en 2012, con una temperatura de 1,05 grados superior a la media. La de este año fue 1,2 grados superior a lo normal.
Este fin de semana, Furnace Creek, en El Valle de la Muerte, en California, registró la temperatura más alta de la Tierra, con más de 54 grados centígrados, es decir similar al récord de agosto de 2020.
“La ola de calor en Norteamérica ha sido un fenómeno increíblemente raro resultado de la combinación de varios elementos. Sin el efecto del cambio climático, el mismo fenómeno que ya de por sí es grave, lo sería menos”, dice Carlo Buontempo, director del Servicio de Cambio Climático de Copernicus en el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo.
Ola imposible sin cambio climático
Un estudio publicado este jueves por el centro World Weather Attribution, encargado de estudiar el posible impacto del cambio climático en fenómenos extremos, sostiene que una ola de calor como esta hubiese sido “prácticamente imposible sin el cambio climático causado por el hombre”. “Un acontecimiento como este, que actualmente se estima que ocurre una vez cada 1.000 años, se produciría aproximadamente cada cinco o 10 años en un futuro con un calentamiento global de dos grados (0,8 grados más que el actual).
“Nos acercamos, cada vez más, a escenarios que nos empujan al límite de la habitabilidad. La conclusión fundamental es que, cada vez más, la lucha contra el cambio climático es una lucha por la supervivencia”, dice Hervella.
Respecto a Europa, solo el junio de 2019 fue más caluroso que el actual, cuando otra mortífera ola de calor asoló el continente. La temperatura media del mes pasado en el continente fue 1,5 grados superior a la media entre 1991 y 2020. Las temperaturas fueron especialmente más cálidas de lo normal en Finlandia y Rusia. Se registró la media más alta jamás vista en Helsinki, con datos que se remontan a 1844. Moscú también vivió su día de junio más caluroso nunca registrado. En Kevo, Laponia, el termómetro llegó a los 33,6 grados, la más alta desde 1914. Otros países europeos como Hungría, Malta, Serbia, Bosnia, Bielorrusia, Estonia y Ucrania, entre otros, también rompieron el récord del mes de junio.
“Aunque asumamos el calor como nueva normalidad, eso solo supone una tendencia. En ese sentido, eso no significa que todos y cada uno de los próximos meses de junio sean más cálidos que los previos puesto que alguno, de forma puntual, puede escaparse a esa máxima aunque lamentablemente la tendencia general será a temperaturas medias cada vez más altas”, dice Hervella. “En España, los veranos actuales son cinco semanas más largos que a principios de los años 80”, añade.
La acción del hombre en este fenómeno es difícil de esconder. “Para entender la magnitud del problema hay que marcar el contexto en el que estamos. Hay que retroceder tres millones de años para encontrar concentraciones similares a las actuales de CO2 en la atmósfera. Pero es que además, hay que tener en cuenta que los cambios naturales de la composición atmosférica y del clima siempre han tenido lugar a lo largo de miles de años y los cambios actuales en la concentración de gases de efecto invernadero se ha producido solo en décadas”, dice Hervella. “El problema es doble: tenemos mucho acumulado y lo hemos acumulado en muy poco tiempo”.
“Nuestra capacidad de actuación aún existe. Estamos dentro de la ventana de oportunidad de actuación, pero al tratarse de gases acumulados, reducir las emisiones supone trabajar en cómo van a ser las próximas décadas”, indica la portavoz de Aemet. “Modificar las emisiones ahora no tiene un efecto inmediato, pero servirá para mitigar en mayor o menor medida los efectos de un cambio climático que ya nos está afectando pero que podemos atenuar en el futuro”.
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