A menudo uno se olvida de que los líderes son personas; del factor humano en la política. Se dice que lo personal es político, pero también lo político es personal. Y Donald Trump es un personaje que se somatiza, que genera reacciones de piel en quienes le rodean. Cuenta con el hecho de que es el señor que paga la mayor parte de la factura de la fiesta, y que ocupa un lugar de honor, a la derecha del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en las reuniones.
Ese 4% del PIB que paga Estados Unidos a la OTAN anualmente, el doble que los que más pagan –un 2%– y de la factura mínima que se pide a los Estados miembros, le sirve a Trump para ir riñendo cada cierto tiempo a sus aliados por no poner suficiente dinero. Es un asunto recurrente.
Pero Trump es el señor de los aranceles; el de los tuits extemporáneos; el del muro con México; el de las soluciones violentas en Venezuela; el enemigo de los periodistas; el del impeachment ante su reelección; el de las conversaciones inapropiadas con Ucrania... Trump es todo un personaje, con quien ya no se quieren hacer fotos el resto de líderes. Ni siquiera su supuesto amigo Boris Johnson, en campaña electoral, ha querido aparecer muy cerca de Trump.
Pero la fiesta se les ha ido de las manos.
Los jefes de Gobierno de los 29 Estados miembros de la OTAN se reunían este martes y miércoles en Londres para celebrar el 70 aniversario de la Alianza Atlántica, un vestigio de la Guerra Fría que suele usar Estados Unidos para misiones militares que no cuentan con el visto bueno de la ONU a cambio de ejercer de paraguas militar de Europa.
El 70 cumpleaños venía precedido de un diagnóstico demoledor del presidente francés, Emmanuel Macron, quien se ha querido convertir desde la crisis de los chalecos amarillos en un referente internacional, ya sea en la UE o en la OTAN. Macron afirmó que la OTAN se encontraba en “muerte cerebral”, algo que indignó a un Trump que se dedica a aportar “ingentes cantidades de dinero”, reconoció, en la organización. Y que, aun así, quiere que se aumente el presupuesto.
Trump tachó de “irrespetuoso” a Macron, quien se reafirmó en sus palabras y logró que la idea de la “reflexión” sobre la OTAN –el qué y el para qué, mirando a Turquía– fuera penetrando en el resto de los líderes hasta ser recogida en la declaración final de este miércoles.
Pero, hasta entonces, Trump había dado en el mismo día una rueda de prensa de 40 minutos con el secretario general de la OTAN y otra de casi una hora con Macron. Algo que fue motivo de mofa de algunos de los presentes, según captó una cámara indiscreta en la recepción real de la noche: en un vídeo grabado durante la recepción en Buckinham se ve al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y a otros líderes como Boris Johnson, Mark Rutte y Emmanuel Macron burlándose del presidente y de sus largas ruedas de prensa.
Y Trump ha estallado contra el primer ministro canadiense durante la reunión bilateral con Angela Merkel: “Bueno, él [Trudeau] tiene dos caras (...) es un tipo agradable. Lo encuentro agradable, pero la verdad es que le he llamado [la atención] por el hecho de que no está pagando el 2% [del PIB a la OTAN] e imagino que no está muy contento por eso”.
Con Merkel, eso sí, Trump habló de la seguridad de las telecomunicaciones, especialmente del 5G, y de la inestabilidad en el Norte de África y Oriente Próximo, las amenazas terroristas y las prácticas comerciales de China, que EEUU considera injustas. Trump insiste en que la OTAN “tiene que vigilar el área del 5G” y en que “no les conviene cambiar la seguridad de las redes y la privacidad de los datos por unos ahorros”, en alusión a Huawei.
Y es que la OTAN ha puesto en su diana a China, su influencia mundial y la nueva tecnología 5G en la Declaración de Londres al final de la cumbre.
Trump ha reiterado en Twitter que la OTAN ha hecho “grandes progresos” y ha celebrado que los países de la OTAN, sin contar a EEUU, hayan decidido aumentar el presupuesto en defensa en 130.000 millones de dólares. “Para 2024 la cifra será de 400.000 millones de dólares. La OTAN será más rica y más fuerte como nunca antes”, ha afirmado.
Money, money, money.
El gasto militar es una de las quejas recurrentes de Trump. Las recomendaciones de gasto de la OTAN se sitúan en el 2% del PIB. Sin embargo, sólo EEUU (3,42% del PIB); Grecia (2,34%); Estonia (2,13%) y Reino Unido (2,13%) lo superan –España está en el 1%–.
En todo caso, los líderes han dado por buena la necesidad de una reflexión en la OTAN, tal y como recoge el punto 7 de la Declaración de Londres:
La clave son cuatro palabras: “Un proceso de reflexión”. Ese es el triunfo que se llevará Emmanuel Macron de esta cumbre, aunque está por ver en qué queda. Pero eso será dentro de semanas o meses, y quizá ya no se hable de la “muerte cerebral de la OTAN”; o de la salida unilateral de EEUU de la frontera turca; o de la incursión unilateral turca en Siria; o de la consideración de terrorista de Ankara de un grupo kurdo que visitó el Elíseo; o que Turquía compre misiles a Rusia y además amenace con no apoyar a los países Bálticos.
Macron se marcha con ese triunfo, pero Trump se ha marchado con las risas de sus supuestos aliados resonando en su cabeza y en las pantallas de las millones de personas de todo el mundo que no paran de verlo.
Y quizá eso sea demasiado para quien paga la fiesta, y ha decidido marcharse lanzando una bomba de humo, dejando plantados a todos los que esperaban su rueda de prensa final como la han hecho el resto de líderes políticos.
Pero Trump no estaba para más ruedas de prensa, aunque nunca le falte el ánimo para un hilo de Twitter de despedida.
“Cuando las reuniones estén hoy terminadas, voy a volver a Washington. No haremos la rueda de prensa al terminar la OTAN porque ya hemos hecho muchas en los últimos dos días. Buen viaje a todos!”, ha tuiteado Trump.