El joven alemán de 18 años que ayer asesinó a nueve personas en Múnich, su ciudad natal, era un estudiante obsesionado con la violencia y las matanzas y tenía problemas psiquiátricos. Al parecer, también había sido acosado en el colegio, donde tenía pocas relaciones y hacía vida solitaria.
Según la investigación de la Policía y la fiscalía alemanas, el joven estaba desde del verano pasado “ocupado” con el ataque, tras confirmar que hace un año llegó a visitar el escenario de otra matanza escolar. Según explicó en rueda de prensa el presidente de la Oficina de Investigación Criminal de Baviera, Robert Heimberger, el joven dejó escrito un “manifiesto” sobre sus hechos que está siendo analizado.
La Policía sigue investigando, tras descartar conexiones islamistas, qué empujó al joven, identificado como Ali David Sonboly, a coger una pistola y lanzarse a disparar primero en una hamburguesería, luego en la calle y finalmente en un centro comercial. Sobre todo, investiga cómo un chico de 18 años pudo conseguir un arma y las balas. Cuando registraron su mochila tras hallar su cadaver, quedaban 300 cartuchos.
Lo tenía todo listo, incluso se había creado un perfil falso de internet para convocar a un grupo de chavales a las puertas de McDonalds sobre los que luego disparó. Prometía invitar, pero a algo “no demasiado caro”. Parece que así quiso concitar algo de público para luego disparar.
En la habitación de casa de sus padres, con quienes vivía junto a otro hermano, había recortes de periódico sobre grandes operaciones policiales y libros sobre actos de violencia y matanzas. El ministro de Interior, Thomas de Maizière, confirmó que encontraron documentos sobre Anders Behring Breivik, el noruego que ayer hace justo cinco años asesinó a 77 personas, y sobre Tim Kretschmer, el joven de 17 años que en 2009 mató a quince personas en su antiguo colegio en de Winnenden (suroeste de Alemania) y luego se suicidó.
Estos documentos no desvelan los motivos del tirador de Múnich, según los investigadores, pero atestiguan su fijación con este tipo de matanzas.
La policía asume que se trató de un caso “clásico” de “Amok”, una palabra corriente en alemán y que se encuentra también recogida en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española: “Entre los malayos, ataque de locura homicida”. También han hallado un libro sobre esto.
El chico fue grabado en una azotea profirieron gritos y, según la transcripción del diario “Süddeutsche Zeitung”, se define como alemán, de un barrio de Hartz IV (con alto porcentaje de receptores de ayuda social) y afirma: “Por vosotros he sufrido 'mobbing' durante siete años; tuve que comprarme un arma y mataros a todos”.
Según el relato policial, tras el tiroteo el joven se suicidó con su pistola, una nueve milímetros con la numeración borrada, y en su mochila tenía aún cargadores con unas 300 balas.