Por qué ha estallado el Gobierno de coalición en Alemania y qué pasará a partir de ahora
El Gobierno de coalición alemán estalló el pasado miércoles, el mismo día en el que se confirmaba la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Algunos se sorprendieron por la noticia, otros se hicieron los sorprendidos: la viabilidad de la llamada ‘coalición semáforo’ –conformada por socialdemócratas del SPD, verdes y liberales del FDP– se había demostrado insostenible ya desde el pasado 1 de septiembre.
Aquel día acudieron a las urnas los estados orientales de Sajonia y Turingia. En este último, la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) ganó las elecciones con un resultado histórico. En la primera región, AfD se quedó a décimas de ser la fuerza más votada. Fue la primera victoria en Alemania de un partido ultraderechista –que en el caso de AfD, roza con el neonazismo– en unas elecciones regionales desde la Segunda Guerra Mundial.
Los tres partidos gobernantes, que habían conseguido una mayoría parlamentaria en las elecciones federales de 2021, obtuvieron un resultado mísero en esos comicios regionales: el SPD obtuvo resultados de una sola cifra, los peores de su historia en ambos estados; los Verdes sólo consiguieron entrar en el Parlamento regional de Sajonia; mientras que los liberales de FDP quedaron pulverizados en los dos estados, sin representación parlamentaria en ninguno de ellos.
No es casualidad, por tanto, que el FDP hiciera finalmente estallar –o “dinamitara”, como titulan varios medios alemanes– el Gobierno liderado por el canciller socialdemócrata Olaf Scholz. El presidente del partido liberal y ya exministro de Finanzas, Christian Lindner, provocó a los otros dos partidos de la coalición con una oferta de presupuestos para 2025 inasumible tanto por el SPD como por los Verdes. La propuesta de adelantar elecciones hecha a Scholz por Lindner el pasado miércoles por la noche, durante una reunión del Ejecutivo que pretendía acabar con las diferencias sobre esos presupuestos, acabó de volar por los aires un Ejecutivo que llevaba siendo disfuncional desde hace semanas, a la vista de todos.
El cálculo de Lindner parece haber sido que un fin prematuro del Gobierno tripartito y unas elecciones anticipadas podrían salvar a su partido del extraparlamentarismo. Actualmente, la mayoría de encuestas colocan al FDP por debajo del 5% en toda Alemania, el umbral que permite tener representación en el Bundestag (Parlamento federal). No sería la primera vez que el FDP se queda fuera del Bundestag tras formar parte de un gobierno de coalición.
¿Y ahora qué?
A partir de ahora, la hoja de ruta está más o menos clara. Alemania está abocada a celebrar elecciones anticipadas, sólo falta saber la fecha. Tras ajustar cuentas en público con Lindner en su rueda de prensa del pasado miércoles, el canciller Scholz dijo que se sometería a una moción de confianza en el Bundestag el próximo 15 de enero. Scholz necesitaría una mayoría parlamentaria para poder seguir gobernando en minoría con Los Verdes hasta agotar la legislatura en septiembre del próximo año. Ese escenario es, sencillamente, utópico.
La unión CDU-CSU, principal partido de la oposición, no apoyará ese gobierno en minoría. De hecho, los conservadores llevan pidiendo un anticipo electoral desde hace semanas y la ultraderecha de AfD, desde hace meses. El FDP de Lindner hará todo lo que esté en su mano para que Scholz caiga lo antes posible. Los poscomunistas de La Izquierda y su escisión liderada por Sarah Wagenknecht tampoco lo apoyarán. Así las cosas, el actual canciller sólo contará previsiblemente con los votos de su partido y de la bancada verde, muy lejos de una mayoría parlamentaria.
El presidente, candidato a canciller de la unión conservadora de la CDU-CSU y líder de la oposición, Friedrich Merz, ya ha dicho que considera que esa fecha es demasiado tarde y le ha pedido a Scholz que la adelante lo más posible. Merz quiere celebrar una moción de confianza la semana que viene y celebrar las elecciones el próximo 19 de enero. Los comicios se celebrarían así un día antes de la jura presidencial de Donald Trump en Washington.
El canciller rechazó en un primer momento esa demanda de Merz, pero este viernes, durante su participación en la cumbre europea de Budapest, se ha mostrado abierto a renegociar la fecha: “Estaría bien que las facciones democráticas encuentren un acuerdo sobre qué leyes aprobar antes de que acabe el año. Ese acuerdo podría responder a la cuestión de cuándo es el momento correcto para la moción de confianza”, ha dicho Scholz.
El socialdemócrata reconoce así que su legitimidad para seguir gobernando en minoría hasta final de legislatura es escasa. Ya sólo falta saber cuándo perderá Scholz esa moción de confianza y cuándo se celebrarán las elecciones anticipadas. Tras la disolución del Parlamento por el presidente alemán, Frank-Walter Steinmeier, la convocatoria de elecciones debe ser en un plazo de tres meses.
El ‘factor Trump’
Hay quien se pregunta en Berlín si el Gobierno de Scholz habría saltado por los aires si Kamala Harris hubiera ganado las elecciones al otro lado del Atlántico. La incontestable victoria de Trump parece haber acelerado la implosión del tripartito por lo que se le viene encima a Alemania con un segundo mandato de Trump: aranceles a la industria alemana –ya golpeada por la crisis energética tras el corte de los suministros de gas ruso–, probable fin de las ayudas militares y económicas de EEUU a Ucrania y endurecimiento de la guerra comercial con China, un socio comercial clave para Alemania.
En su comparecencia pública del miércoles, Scholz mencionó la llegada de Trump y la incertidumbre que genera respecto a la guerra en Ucrania y la seguridad de Alemania y Europa. El canciller socialdemócrata dijo que esas circunstancias exigían al Gobierno alemán apostar por una mayor inversión pública tanto en defensa como para apoyar la industria nacional. Todo ello era inviable con el dogmatismo de la austeridad en el gasto público defendido por los liberales del FDP y su ministro de Finanzas, Christian Lindner.
El retorno de Trump ha sido un detonador de las dinámicas negativas internas que se llevaban gestando en el seno de Alemania desde hacía meses. El resultado histórico de la ultraderecha de las elecciones de Sajonia y Turingia fue sólo un síntoma de la crisis política que sufre el país europeo. Con el AfD en segunda plaza en todas las proyecciones electorales, el desenlace de esta crisis política es hoy incierto.
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