Fouad Abdelmoumni es un economista marroquí y una de las voces más críticas del reino. Fue director de la ONG Transparency Maroc, que lucha contra la corrupción, y miembro de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos. En esta entrevista con elDiario.es, reflexiona sobre la respuesta por parte del Gobierno de Marruecos y del rey Mohamed VI al fuerte terremoto que el pasado día 8 golpeó la zona de Al Haouz (en las montañas del Gran Atlas) y dejó casi 3.000 muertos y más de 5.000 heridos, así como sobre las posibles consecuencias que puede tener el manejo de la crisis en la percepción de los gobernantes marroquíes dentro y fuera del país.
¿Cómo ha gestionado el Gobierno y el Palacio Real el terremoto?
En general, han sido mediocres. No se puede decir que no han hecho nada, porque se están desplegando muchos medios y personal del Ejército y otros cuerpos. No es poco, pero está muy lejos de ser óptimo, tanto por el retraso en desplegar esos medios y la calidad de su gestión; la habilidad de obtener la mejor [ayuda] de todos los actores que quieren intervenir y ofrecieron su contribución; y la comunicación, para un Estado que invierte tanto en la gestión y en los sistemas de información, y espionaje a las personas.
El manejo táctico de la crisis es el resultado de la visión de cómo desarrollar y estructurar el país. Lo más importante, en mi opinión, es cuestionar, una vez más, ese modelo de desarrollo en el que todos los medios del país van a unos pocos felices, al Ejército y las fuerzas de seguridad, y para [dar] la imagen de un país rico: carreteras, aeropuertos, trenes de alta velocidad... Mientras, abandona al 80% de la población, que es pobre, está desempleada y que tiene que luchar para conseguir lo básico: vivienda, educación, sanidad, empleo, etc.
Por supuesto, ningún país puede desarrollarse de la misma forma y a la misma velocidad en todas las zonas. Pero hay unos requerimientos mínimos de calidad de vida que deben aplicarse en todas las comunidades y regiones, y en la zona [afectada por el terremoto] carecían de todo lo básico.
¿Esa carencia se debe a la falta de medios o de voluntad política?
La falta de medios es el resultado de la falta de voluntad política. Los ricos están acaparando toda la riqueza del país; luego el Ejército, porque estamos compitiendo con Argelia -que está invirtiendo mucho dinero en su Ejército- y, por ello, más del 5% del PIB del país es para el Ejército. Y todos los proyectos de desarrollo benefician sólo a un 10% de la población y están orientados a los ricos y a los extranjeros: los esfuerzos que se están haciendo para [mejorar] las autopistas, los aeropuertos, son para que los que vengan a Marruecos digan: ‘Está al mismo nivel que Europa’.
Si sólo un tercio de la población activa tiene oportunidades de trabajo, ¡no eres un país rico! Sólo un cuarto de ese tercio tiene las condiciones mínimas de un empleo decente. No puedes pretender ofrecer los estándares mínimos de calidad de vida para todos, cuando la economía y la sociedad están en estas condiciones.
¿El terremoto ha expuesto las prioridades y debilidades del régimen marroquí?
Eso viene siendo expuesto desde hace décadas (...) pero se necesita mucho tiempo, la gente es cada vez más consciente de lo que ocurre y está expresando su ansiedad por deshacerse de esta situación; pero al mismo tiempo este es un proceso muy lento que no depende sólo de un evento [como el terremoto]. Es una lucha diaria que las élites marroquíes tienen que emprender y promover para llegar a la convicción global de que tenemos que ser serios a la hora de entender nuestra situación y tomar la responsabilidad para cambiarla.
¿Ha habido margen para la crítica sobre el terremoto en los medios o en la opinión pública?
El régimen ha sometido a todos los medios independientes en Marruecos, así que todos los medios están haciendo propaganda para el régimen. La información alternativa procede de los medios internacionales y de las redes sociales. En las redes sociales, vemos que la gran mayoría opina que las cosas deben hacerse de otra forma pero, mientras tanto, está teniendo lugar una gran operación para contrarrestar [esa opinión] y toma esta forma: ‘Estamos siendo atacados por intereses extranjeros, sobre todo por Francia, y no respetan nuestra soberanía ni nuestra habilidad, y nos insultan porque cuestionan la ausencia del rey’, entre otras cosas. Por supuesto, tratan de no centrarse en la ausencia del rey, sino en otras cosas como quién reconocerá la marroquinidad del Sáhara.
Es una estrategia para crear un sentimiento de chauvinismo y xenofobia, y nacionalismo diciendo que estamos siendo atacados, específicamente por Argelia y Francia, y por tanto hay que silenciar todas las críticas.
¿Por eso la ayuda humanitaria de Francia o Argelia ha sido rechazada?
Uno de los principales problemas de Marruecos desde hace dos décadas es que quiere ser un gran actor [internacional] y no ser considerado como un país pobre que depende de otros, por tanto tiene que estar a la misma altura que sus socios. El mensaje principal detrás de ese rechazo es: ‘No estamos necesitados, no somos un Estado fallido, podemos gestionar nuestros problemas sin depender de vosotros’; y si mucha gente muere a causa de esa pretensión, no es un problema. Es un riesgo que están dispuestos a asumir.
Si hubiéramos tenido, desde el primer día, un gran número de actores ayudándonos, creo que habríamos tenido muchas menos víctimas por el terremoto.
Para Marruecos, ¿Es muy importante la percepción que se tenga del país desde fuera?
Es clave, porque Marruecos no puede vivir económicamente sin los grandes vínculos con las economías occidentales. Depende totalmente del exterior para cualquier cosa, incluidos los intereses personales y económicos de los gobernantes. Todos los insultos y críticas que estamos escuchando contra Francia no están por encima de los vínculos económicos que el rey y su jefe de Gobierno, sus hermanos y otros tienen con Francia y sus empresas.
¿Puede la gestión de la actual crisis afectar al Gobierno y al rey en concreto?
Creo que este es un punto de inflexión en la percepción de Occidente, por lo que he visto en los medios de todo el mundo, es considerado un régimen loco. Pero en Marruecos las cosas no van tan rápido, la gente está cuestionando cada vez más el comportamiento del Estado y del Gobierno, y esta crisis contribuye a acelerar el proceso, pero es un proceso lento. No va a haber una guerra civil mañana.
En 2011, parecía el final de la dictadura, pero dos años después estábamos peor. En 2011, todo el mundo [árabe] pedía democracia, pero en 2013 los poderes occidentales aceptaron [el golpe de Estado en Egipto de Abdelfattah] Al Sisi, a pesar de ser un dictador sanguinario; y aceptaron a los saudíes después de que asesinaran al [periodista Jamal] Khasshoggi, otros dictadores dijeron: ‘¿Por qué tengo que considerar hacer concesiones?