Frente a la intransigencia del primer ministro, Recep Erdogan, otros miembros del Gobierno turco han optado de improviso por una respuesta más dialogante a la crisis social abierta desde hace una semana. El viceprimer ministro, Bulent Arinç, ha anunciado en un discurso que se reunirá el miércoles por la mañana con los responsables de la movilización contra la desaparición de una de las últimas zonas verdes existentes en el centro de Estambul para ser sustituida por un centro comercial.
Además, Arinç ha reconocido que la reacción de la policía a esa primera movilización fue desproporcionada por violenta.
Erdogan puso a todos los manifestantes en el mismo bando, el de los “extremistas” con relaciones con grupos “terroristas”. Con su actitud intransigente, el primer ministro terminó confirmando las críticas que estaba recibiendo en la calle.
Con Erdogan fuera del país en visita oficial a Marruecos, la actitud del número dos del Gobierno no puede ser más diferente. Esos manifestantes “tuvieron una reacción legítima, lógica y honorable”, ha dicho Arinç.
De repente, el Gobierno teme que esté ocurriendo lo que parece ya un hecho para muchos analistas, que la primera protesta contra los planes urbanísticos en Estambul haya superado con mucho su alcance inicial al haberse convertido en una movilización contra la pérdida de las libertades a manos de un Gobierno de estilo crecientemente autoritario. Ahora Azinç intenta diferenciar entre manifestantes buenos (los que quieren que el parque siga exitiendo) y los otros, los que, según el dirigente islamista, han provocado disturbios con un coste de 70 millones de liras turcas (28 millones de euros).
En esta ofensiva por calmar la situación, ha habido elogios para todos, incluidos los partidos de la oposición, nada acostumbrados a ser reconocidos por el Gobierno. Azinç ha llegado a agradecer al líder del principal grupo opositor, Kemal Kilicdaroglu, por haber participado en las manifestaciones a título personal, y no en representación de su partido.
La respuesta del viceprimer ministro confirma la línea conciliadora apuntada el día antes por el presidente, Abdulá Gul, que envió un mensaje muy claro a Erdogan con el argumento de que la democracia no consiste sólo en ganar elecciones.
Un joven de 22 años se ha convertido en la segunda víctima mortal de las protestas, informa la agencia Efe citando fuentes oficiales. La víctima recibió un disparo en la cabeza con un arma de fuego a manos de desconocidos durante una protesta a medianoche en la provincia de Hatay.
El diario BirGün informó a su vez de que el fallecido, identificado como Abdullah Comert, era militante del Partido Republicano del Pueblo (CHP), el principal de la oposición, y que el disparo salió de un blindado policial.
En su último mensaje en su perfil de Facebook, el joven contaba que había dormido cinco horas en los últimos tres días y que estaba dispuesto a morir por salvar su país.