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Orbán solivianta de nuevo a la UE por la concesión de visados a rusos

El primer ministro de Hungría, Viktor Orban, en una imagen de archivo.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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Si hay un socio molesto en la UE, es Viktor Orbán. El primer ministro húngaro soliviantó a todos los gobiernos europeos, excepto el del populista Robert Fico de Eslovaquia, por la gira por Rusia, China y Estados Unidos (con parada para ver a Donald Trump), tras pasar por Ucrania, que bautizó como 'misión de paz' nada más comenzar la presidencia rotatoria del Consejo de la UE. Ahora ha provocado un nuevo choque al ampliar a Rusia y Bielorrusia su programa de visados rápidos para trabajadores.

La decisión hizo saltar las alarmas de la Comisión Europea, que ha iniciado un intercambio epistolar con el Gobierno de Orbán al considerar que su movimiento supone una “amenaza potencial” para la seguridad del conjunto del espacio Schengen. “Hay razones para estar preocupados”, advirtió la comisaria de Interior, Ylva Johansson, en una comparecencia en el Parlamento Europeo en la que analizó el programa de visados rápidos que inicialmente funcionaba para Ucrania y Serbia y que en julio se amplió a Bosnia, Macedonia del Norte, Montenegro y Moldavia -todos ellos países candidatos a integrarse en la UE- y “dos países que son hostiles para la UE”, dijo en referencia a Rusia y Bielorrusia.

“Tenemos estados miembros que confrontan todos los días con la amenaza rusa”, agregó Johansson, que se refirió a los casos de espionaje y sabotaje llevados a cabo por Moscú en suelo europeo y mencionó ciberataques en República Checa, sabotajes a fábricas y bases militares en Alemania o Polonia, así como el arresto de espías en países como Noruega.

“Es un tiempo para más vigilancia, no menos. No es el tiempo de ser blando en la seguridad”, alertó Johansson, que aseguró que en la respuesta que Hungría le ha dado a sus preocupaciones ha dejado dos cuestiones “confusas”. “¿Por qué el Gobierno considera que esa decisión es apropiada en la actual situación política?”, es una de las preguntas que la comisaria ha formulado a Budapest en una nueva carta. En Bruselas ven “desproporción” entre el beneficio que puede tener Hungría de esa medida y el riesgo que supone para la UE al entender que puede ser un coladero de espías. A Johansson tampoco le convence cómo se están evaluando las aplicaciones en relación a la “amenaza” que suponen.

Lazos con Putin

El Gobierno húngaro, que es el único europeo que mantiene lazos con Vladímir Putin, contraprogramó la comparecencia de Johansson con otra ante los medios en el Parlamento Europeo en la que justificó la decisión. “El motivo se debe a las necesidades del mercado laboral en Hungría. El Gobierno ha determinado que hay áreas en las que los ciudadanos de estos países tienen habilidades especiales y una disponibilidad que es necesaria para nuestra economía”, señaló el ministro de Asuntos Europeos, János Bóka, según recoge la Agencia EFE.

Por el momento Budapest sólo ha concedido esos visados a 10 personas rusas y cuatro bielorrusas, por lo que considera que es “estadísticamente irrelevantes”. “No hay ningún problema legal o de seguridad con este sistema. Lo que hay es una histeria política creada por la mayoría de este Parlamento Europeo y por ciertos Estados miembros. No hay un interés en el Parlamento para establecer un diálogo genuino y la Comisión Europea debería ser lo suficientemente fuerte y resistir la presión política para unirse”, criticó el ministro húngaro, que aseguró que otros países europeos conceden más visados de este tipo a ciudadanos de esos países.

El choque entre Orbán y la mayoría de grupos políticos se visualizó dos semanas antes de que el primer ministro ultraderechista acuda al Parlamento Europeo para presentar el programa de la presidencia rotatoria del Consejo de la UE que ostenta este semestre y en la que se espera una elevada tensión. Orbán se ha convertido en una piedra en el zapato para el conjunto del club comunitario y hace dos meses algunas capitales llegaron a poner sobre la mesa medidas inéditas como apartar a Hungría de la presidencia del Consejo de la UE. Más allá del enfado, no hubo unanimidad en la respuesta, salvo que la reunión de ministros de Exteriores se celebró en Bruselas y no en la capital húngara. Sin embargo, Orbán recibirá a sus homólogos europeos en Budapest dentro de dos meses.

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