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El coronavirus deja sin clases a casi 300 millones de estudiantes en más de 20 países

Icíar Gutiérrez

5 de marzo de 2020 21:18 h

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Las aulas de colegios y universidades de toda Italia están vacías como “medida de precaución” ante el brote de coronavirus que se concentra principalmente al norte. Estas medidas estarán vigentes hasta el 15 de marzo. Aproximadamente nueve millones de estudiantes tendrán que quedarse en sus casas, con todo lo que eso conlleva. “La decisión no ha sido fácil”, ha explicado la ministra de Educación, mientras el Gobierno estudia ayudas a familias para contratar canguros o permisos pagados a los progenitores trabajadores, que ahora tienen que buscar alternativas para atender a sus hijos durante el tiempo que dure el cerrojazo.

Pero Italia no ha sido la única en tomar esta contundente medida como respuesta al aumento de casos de este patógeno. Si bien hace dos semanas China era el primer y único país que había ordenado la clausura de centros educativos como respuesta al brote originado en la provincia de Wuhan, en estos momentos un total de 22 Estados en tres continentes diferentes han anunciado cierres de escuelas, ya sean totales o parciales, según los datos actualizados a 4 de marzo por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En las últimas horas, España, Grecia e India han decretado la misma medida en zonas muy concretas que se ven afectadas por la enfermedad, por lo que el número total hasta el momento se elevaría a 25.

Este lunes, la Comunidad de Madrid anunció la suspensión de todas las clases en educación infantil, escuelas y universidades, afectando a 1,5 millones de estudiantes que asisten a clase en 3.647 centros educativos. En Vitoria, Euskadi, se ha aplicado la misma medida, afectando a 52.000 alumnos.

De acuerdo con el monitoreo elaborado por la organización internacional especializada en los últimos días, un total de 13 países han cerrado escuelas en todo el país: Armenia, Azerbaiyán, Bahrein, China, Corea del Norte, Irán, Irak, Italia, Japón, Kuwait, Líbano, Mongolia y Emiratos Árabes Unidos. Este jueves, Irán ha anunciado que los colegios y las facultades mantendrán sus puertas cerradas al menos un mes más. En total, estiman, esta medida está afectando a 290,5 millones de niños y jóvenes, comprendidos entre las edades de preescolar y de secundaria superior. “Es una cifra sin precedentes”, señala el organismo.

Además, tiene constancia de que otros nueve países han decidido clausurar escuelas en determinadas áreas para prevenir o contener la propagación de la enfermedad COVID-19. Estos son Francia, Alemania, Pakistán, Corea del Sur, Singapur, Tailandia, Reino Unido, EEUU y Vietnam. Si sus Gobiernos apuestan por ampliar la medida a nivel nacional, la organización internacional calcula que afectaría a unos 180 millones de menores.

“Si bien los cierres temporales de escuelas por motivos de salud y otras crisis no son nuevos, desafortunadamente, la escala global y la velocidad de la interrupción educativa actual no tienen precedentes y, si se prolonga, podrían amenazar el derecho a la educación”, ha advertido Audrey Azoulay, directora general de la UNESCO.

Por esta razón, el organismo ha anunciado una reunión de emergencia de ministros de Educación el próximo 10 de marzo con el objetivo de poner en común respuestas y estrategias. “Estamos trabajando con países para asegurar la continuidad del aprendizaje para todos, especialmente los niños y jóvenes desfavorecidos que tienden a ser los más afectados por el cierre de escuelas”.

Los problemas que plantea el cierre de colegios

La medida, incluso cuando es temporal, es problemática por varias razones, explica la UNESCO. Una de las más importantes es que el tiempo dedicado al aprendizaje se interrumpe y se reduce, lo que termina afectando a los logros educativos de los estudiantes. “Cuando las escuelas cierran, el rendimiento educativo sufre”, señala el organismo, que indica que, especialmente en casos en los que la medida se prolonga, las tasas de abandono tienden a aumentar, por lo que se debe garantizar que lo alumnos regresen y permanezcan en la escuela una vez abiertas.

“Son muchos los factores que las instituciones tienen que sopesar. Pero si los Gobiernos adoptan este tipo de medidas que interrumpen el aprendizaje y tienen impacto, deben tomarse acompañadas de una estrategia sobre vamos a asegurar la continuidad del aprendizaje”, dice a eldiario.es Catalina Perazzo, directora de sensibilización y políticas de infancia de Save The Children. “Los niños y las niñas tienen que estar en la ecuación de la decisión, porque muchas veces quedan invisibilizados”, opina.

Para limitar las consecuencias de la interrupción de las clases en el aprendizaje que una medida de este calado supone para el aprendizaje de los estudiantes, la UNESCO ha recomendado a los países que cierren escuelas el uso de programas de educación a distancia, entre ellos aplicaciones y plataformas educativas que permitan conectar a maestros y estudiantes de forma remota, y el acceso directo a contenidos. China fue el primer país en intentar solventar la suspensión de la enseñanza con clases virtuales. No obstante, el organismo señala un obstáculo que puede aumentar los riesgos para el aprendizaje, como la falta de acceso a la tecnología o la buena conexión a Internet, especialmente para los estudiantes de las familias más empobrecidas.

El impacto es especialmente preocupante para estos alumnos. El cierre de colegios acaba agravando las desigualdades, ya que las familias más ricas “tienden a tener niveles más altos de educación” y más recursos para llenar este vacío de aprendizaje y proporcionar actividades alternativas a los niños que no pueden asistir a la escuela, indica la UNESCO. “El acompañamiento es más difícil si los padres están en una situación complicada. Para los que están en mejor situación es más fácil encargarse de estar con ellos o haciendo deberes, por ejemplo”, recalca Perazzo. Por otro lado, tiene impacto en la nutrición, ya que muchos menores dependen de la comida que le proporcionan en sus centros educativos.

Después están los problemas que plantea para la conciliación familiar. Si los niños no pueden ir al colegio y tienen que quedarse en casa, las familias tienen que repensar cómo organizarse y reformular su rutina. La carga de este tipo de medidas, como recuerda The New York Times, ha acabado pesando sobre las mujeres, sobre las que sigue recayendo el cuidado de los niños en todo el mundo.

Según la UNESCO, los progenitores que trabajan tienen más probabilidades de faltar a su trabajo para cuidar a sus hijos, por lo que puede aumentar el riesgo de perder parte del sueldo. Muchos optan por dejar a los niños solos, indica el organismo, y los que se quedan con sus hijos no siempre están preparados para apoyarles en la educación a distancia. Para la responsable de Save The Children, las autoridades que ofrezcan como alternativa el teletrabajo deberían valoras hasta qué punto la actividad profesional se va a poder desarrollar igual. “No es lo mismo teletrabajar como una medida para aumentar la eficiencia que trabajar conciliando. Hay que asumir que no se va a poder trabajar en las mismas condiciones. Se puede apostar por otras medidas como la reducción de horas o los permisos remunerados”.

En este contexto, es importante que los niños estén informados, subraya Merazzo. “Es vital que se adapten los mensajes a su edad y puedan comprender el impacto que tiene el coronavirus”. La OMS ha confirmado que “la enfermedad es rara en niños” y que, según parece, “el virus ataca menos a los menores”. De los más de 80.000 casos registrados en China, solo el 2,4% se han confirmado en menores de 18 años y, según los análisis de los expertos, con síntomas leves.

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