Los políticos de Dinamarca están demasiado estresados para seguir el ritmo del Parlamento
El ritmo de trabajo en el Parlamento de Dinamarca a menudo es frenético, con sesiones que se alargan más de 15 horas, negociaciones que terminan de madrugada, o nuevas legislaciones con centenares de folios que los grupos políticos tienen que revisar en un fin de semana. La Cámara del Folketing se ha convertido en los últimos años en un caldo de cultivo del estrés, con un ambiente de trabajo difícil de poder soportar. La lista de diputados de baja por estrés y ansiedad afecta a todos los grupos parlamentarios, y también a los funcionarios que trabajan en la Cámara.
Hace un año, el caso del exministro de Defensa y presidente del partido Venstre (liberales), Jakob Ellemann-Jensen, hizo saltar todas las alarmas cuando renunció a sus cargos y se apartó de la vida pública a causa del estrés. Desde entonces, el ritmo de trabajo en el Parlamento es un tema de debate recurrente en el país nórdico, ya que, más allá de la salud de quiénes trabajan en la Cámara, preocupa la calidad democrática de las decisiones que toman los políticos sobrepasados por el trabajo.
Un informe de la consultora Justitia ha revelado recientemente que ni los políticos ni los funcionarios pueden seguir el ritmo del proceso legislativo de la Cámara, un hecho “profundamente preocupante”, según concluye el informe. “Esto nos lleva a tener una legislación de mala calidad, con consecuencias no deseadas cuando se aplica la ley, cosa que se podría evitar si el proceso legislativo fuera más exhaustivo y estuviera mejor hecho”, escribe Birgitte Arent Eiriksson, directora de Justitia.
El informe señala que el Parlamento cada vez aprueba más legislación en un plazo de tiempo más reducido. Como ejemplo de este aumento, el año pasado los parlamentarios tuvieron que revisar 21.336 páginas de leyes y resoluciones, “lo que significa que los diputados no tienen tiempo de leerlas ni tampoco de entender las consecuencias de las leyes que adoptan”, dice Eiriksson. Precisamente, en la primera semana del actual Gobierno, el Ejecutivo de la primera ministra Mette Frederiksen presentó 11 proposiciones de leyes que los partidos de la oposición tuvieron que revisar en el plazo de un fin de semana, también con vistas a entregar las enmiendas, una práctica que se ha dado más de una vez durante la legislatura.
Otro problema que apunta el informe es el número de comisiones paralelas a los plenos que los diputados tienen que atender. En total, en el Palacio de Christiansborg se sientan 179 legisladores que tienen que cubrir 800 cargos en comisiones. Esto implica que, en los grupos parlamentarios con menos diputados, la tarea de asistir y participar en todas las comisiones es prácticamente imposible. El diputado Jeppe Søe, del partido de los Moderados (16 diputados), explicaba en la cadena pública DR que es habitual entre los parlamentarios asistir a una comisión mientras que por un auricular se escucha el debate que se está llevando a cabo en otra. “Es físicamente imposible asistir a tres comisiones a la vez, y, por lo tanto, cumplir con todas las tareas parlamentarias”, señalaba Søe. El diputado contaba su experiencia tras sufrir un episodio de ansiedad en el que tuvo que ser llevado en ambulancia al hospital mientras estaba de vacaciones.
Otros casos recientes de diputados afectados por el estrés han sido el del portavoz de la Izquierda Verde, Jakob Mark, que fue uno de los primeros políticos en hablar abiertamente de este problema tras prácticamente perder la vista a causa del estrés, o el del Alex Vansplagh, portavoz de la Alianza Liberal. Según las propias palabras de Vansplagh, su vida “tocó fondo” cuando se convirtió en el número uno de su grupo parlamentario con 28 años.
Presión añadida por las redes sociales
La actividad en el Folketing se concentra de martes a jueves durante 30 semanas en el año, en las que se celebran 100 plenos. Según un estudio encargado por la mesa del Parlamento, los diputados destinan una media de 57 horas semanales a sus tareas parlamentarias, de las cuales 20 horas las pasan en la sede de Christiansborg.
Pero más allá de las reuniones, los plenos, las reuniones con organizaciones de la ciudadanía, el trabajo legislativo, y la atención a los medios de comunicación, el informe de Justitia también apunta al uso de las redes sociales como otro factor clave que hace caer a los políticos en el estrés. “La comunicación de mensajes políticos por redes se ha convertido en una parte muy importante de la vida cotidiana de los parlamentarios”, dice el texto. “Las redes sociales consumen cada vez más tiempo de los parlamentarios, que ya de por sí están expuestos a la presión laboral”. Esta presión la ejemplificaba en unas declaraciones el diputado Jeppe Søe: “Los asesores te dicen que si quieres ser reelegido tienes que decir algo todo el tiempo, no tendrías que estar en una mesa de negociación sin subir un selfi”.
Para Helene Helboe Pedersen, politóloga en la Universidad de Aarhus, es evidente que los parlamentarios “tienen multitud de tareas y no hay tiempo suficiente para cumplir con todas, si a esto le sumamos el tiempo que emplean los políticos en ser visibles al mismo tiempo en que participan en el proceso legislativo, la combinación es difícil de manejar para cualquier persona”. En una conversación con elDiario.es, Pedersen también señala que “si el tiempo para hacer la legislación es escaso y los políticos no tienen tiempo para leer el material escrito por los burócratas, el riesgo de cometer errores es alto”. La politóloga pone un ejemplo: “Durante la crisis de la COVID-19, la primera ministra ordenó la matanza de millones de visones sin darse cuentan de que la decisión no tenía autoridad legal, simplemente no hubo tiempo para ver que había sido aprobada una ley ilegal”.
Trabajar menos para reducir el estrés
El presidente de la Cámara, Søren Gade, es uno de los defensores de mejorar las condiciones laborales en el Folketing. Él mismo sufrió las consecuencias del estrés cuando ocupaba el cargo de ministro de Defensa hasta 2010. “No sirve de nada si tienes a 179 diputados al límite de derrumbarse por estrés, no hay duda que el ritmo de la política es demasiado alto, y esto no beneficia a nadie”, dijo Gade.
Los días antes de que la Cámara cerrara por vacaciones este verano, todos los grupos se pusieron de acuerdo para impulsar unas reformas en el sistema de trabajo del Parlamento. Entre las medidas se ha acordado aumentar el plazo de días que pueden pasar desde que se presenta un proyecto de ley hasta que se aprueba, que hasta ahora era de 30 días y pasará a ser de 40. Además, se ampliará el plazo para que los partidos de la oposición puedan presentar enmiendas: hasta ahora contaban con dos días y pasarán a ser siete. También se estudia cómo reducir las comisiones parlamentarias, que podrían disminuir de 30 a 15.
Sobre estas reformas, la politóloga Helene Helboe Pedersen opina que “es un paso necesario e importante que los políticos se adapten para que su trabajo sea más significativo e importante”. “No sé si con las medidas propuestas desaparecerá el problema, no lo creo”, remarca Pedersen. “Pero sí creo que es importante que haya criterios sobre cuánto tiempo necesitan los políticos para prepararse una reunión, por ejemplo”, concluye.
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