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La prolongación de la ofensiva de Israel en Oriente Medio ahonda la división de la UE

Vista aérea de la destrucción general en la ciudad de Khan Yunis en la Franja de Gaza. Archivo EFE/EPA/STR

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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Los atentados de Hamás en Israel provocaron la condena unánime de la denominada comunidad internacional. Un día después, hace ahora un año, se le empezaron a ver las costuras cuando Benjamín Netanyahu inició una masacre sobre Gaza que ha dejado ya más de 42.000 muertos. La respuesta de la UE fue tibia desde el primer momento al reconocer el derecho a la autodefensa de Israel y los primeros síntomas de división se produjeron apenas unos días después cuando la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, viajó a Israel y dio su apoyo incondicional al líder ultraderechista, a quien los socios europeos ya reclamaban respeto al derecho internacional y humanitario, que le impide –en la teoría– atacar a la población civil.

La UE se ha ido moviendo con lentitud a medida que se ha prolongado el conflicto en Oriente Medio en buena medida por las divergencias dentro del club comunitario, que tardó cinco meses en pedir un alto el fuego en Gaza, donde ya habían muerto 30.000 personas. La decisión la bloqueó durante un mes Hungría, que es uno de los países más alineados con Netanyahu, y el paso no se dio hasta que Estados Unidos promovió una resolución en esa dirección en el seno de Naciones Unidas.

España e Irlanda han sido los países, junto con Bélgica, que han mantenido una posición más dura contra el gobierno israelí  –lo que les ha ocasionado conflictos diplomáticos–. Madrid y Dublín plantearon en febrero una revisión del acuerdo comercial para dar un tirón de orejas a Tel Aviv por la vulneración de derechos humanos en Gaza. La propuesta fue acogida con frialdad por el resto de socios y tres meses después se decidieron a dar el paso de convocar al ministro de Exteriores en el marco de ese tratado como reproche por saltarse la resolución de la orden de la justicia internacional de detener la ofensiva en Rafah. La invitación no se ha aceptado y el asunto permanece en un cajón, al mismo tiempo que las capitales más alineadas con Israel, como Berlín, advierten de que el asunto no se puede convertir en un “tribunal” contra ese país.

El último en elevar la voz ha sido Emmanuel Macron, que planteó que se deje de proporcionar armamento a Israel (el embargo de armas es una exigencia de las fuerzas de la izquierda desde hace meses) en un mensaje dirigido especialmente a Estados Unidos, que es el principal suministrador. “Francia no lo hace”, afirmó el presidente galo, contra quien se revolvió Netanyahu. España, por ejemplo, también paralizó las licencias dirigidas a ese país, pero ha permitido que los envíos previamente contratados se hayan realizado.

Además de Hungría y Alemania, República Checa es uno de los principales protectores de Tel Aviv en la UE. Recientemente bloqueó una resolución en la que se aludía a contención ante la inminente invasión de Líbano. El texto se limitaba a decir que esa intervención militar “agravaría dramáticamente la situación y se debe evitar”. Horas después, esa operación se produjo y el silencio se impuso en la mayoría de capitales europeas, hasta el día siguiente, cuando Irán respondió con misiles sobre Israel.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, que calló sobre el ataque a Líbano, emitió un comunicado en el que decía que “tales acciones [en referencia al ataque de Teherán] amenazan la estabilidad regional y aumentan las tensiones en una situación ya de por sí extremadamente volátil. Insto a todas las partes a proteger la vida de los civiles inocentes”. “La Unión Europea sigue pidiendo un alto el fuego en la frontera con Líbano y en Gaza, así como la liberación de todos los rehenes retenidos desde hace casi un año”, agregaba.

En el aniversario de los atentados, Von der Leyen acudió a una ceremonia en una sinagoga en Bruselas en la que condenó los atentados de Hamás y clamó por la protección de “todas las víctimas” sin señalar en ningún momento los ataques de Netanyahu. “Es hora de poner fin al derramamiento de sangre. Es hora de romper el peligroso ciclo de ataques y represalias, con una desescalada en toda la región. Que al comienzo de este nuevo año termine por fin la violencia. Que los rehenes vuelvan por fin a casa. Y que por fin haya paz y seguridad para la población de Israel, Gaza y Líbano”, expresó.

Borrell lamenta la división y critica a Netanyahu

Si la alemana verbaliza la opinión de algunas capitales (aunque la política exterior no le corresponde a ella y tiene que ser consensuada), el alto representante, Josep Borrell, lidera a las voces más críticas con Netanyahu, a quien ha reprendido por incumplir el derecho internacional y humanitario, e incluso ha defendido ahora que no se envíen armas a Israel. “Se le diga lo que se le diga, hace lo que quiere”, admitió el viernes en una entrevista en Onda Cero en la que recordó que la diplomacia lleva trabajando en la “persuasión” desde que empezó la guerra en Gaza: “El resultado es como quien oye llover”.

En buena medida Borrell atribuye el fracaso de los esfuerzos de la UE a su “profunda división”. “Estados Unidos y algunos países europeos no están dispuestos a tomar ninguna medida que se pueda tomar como un condicionante para Israel”, reconoció Borrell: “No se puede comparar la intensidad de los ataques de un lado y de otro, pero Irán se equivoca en seguir esta escalada. A cada acción sucede una reacción infinitamente más potente”.

Y su labor parece, en muchas ocasiones, prácticamente didáctica, como sucedió este lunes durante un debate en la Eurocámara bajo el título 'Un año después de los atentados de Hamás del 7 de octubre' en el que Borrell, consciente de la alineación de la derecha y la ultraderecha con Israel, comenzó recordando que fue la peor tragedia que sufrió el pueblo judío desde el Holocausto y reclamando la liberación inmediata de los rehenes, pero aprovechó para cuestionar la expansión de la guerra a otros territorios, como Líbano, y apeló a los “límites” de Israel en su derecho a la autodefensa.

“En una guerra no hay ni buenas ni malas víctimas, hay simplemente víctimas civiles, sean israelitas o palestinos”, afirmó en una intervención que comenzó tras un minuto de silencio por las víctimas de esos atentados, una diferencia respecto a los 42.000 muertos en Gaza que evidencian la “hipocresía de la élite europea”, según ha denunciado la eurodiputada de Podemos Irene Montero.

“Si no paramos esto con la diplomacia y una propuesta de paz, los hijos de la indignación reaccionarán y no de forma positiva. Recordemos que el ISIS nació tras la invasión de Iraq”, expresó la representante del PSOE Hanna Jalloul. La portavoz de Sumar, Estrella Galán, defendió el embargo de armas a Israel. “A Netanyahu no le importan las víctimas israelíes, le importa mantenerse en el poder”, ha dicho en referencia a su intención de declarar una “guerra regional”. “¿Hasta dónde le vamos a dejar? Es la mayor amenaza para la paz en el planeta”, remató.

La eurodiputada de Podemos Irene Montero dijo, por su parte: “Queremos denunciar la hipocresía y la complicidad de la élite europea con el Estado genocida de Israel. Hacer hoy un minuto de silencio solo por unas víctimas negando ese mismo reconocimiento y ese mismo respeto a las más de 42.000 víctimas palestinas y también las víctimas del Líbano, no solo es una muestra de hipocresía de las élites europeas, sino que muestra su complicidad con el genocidio”.

“Ha muerto demasiada gente sin que se busquen soluciones”, lamentó Ana Miranda (BNG). Pero la división fue patente en el Parlamento Europeo.

El portavoz del Partido Popular Europeo, Daniel Caspary (de la CDU alemana), dijo que “la respuesta a veces es demasiado brutal”, pero justificó los ataques. “El que tenga cuarteles y arsenales en barrios civiles tiene que asumir la responsabilidad de los muertos civiles”, señaló en referencia a Hizbulá.

La ultraderecha, por su parte, cuestionó el apoyo de la UE a la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA), a la que intenta vincular con Hamás. El delfín de Marine Le Pen, Jordan Bardella, vinculó los fondos europeos con la organización terrorista, a pesar de que la Comisión Europea llevó a cabo una investigación que concluyó que no había ningún problema. “Los auditores deben ser más tontos que usted, señor Bardella, tendrán menos información”, le reprochó Borrell, que le emplazó a presentar “pruebas”: “Si no, espero que retire esa acusación”.

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