Putin anexiona Crimea sin amenazar al resto de Ucrania
Fue el acto final de uno de los mayores momentos de mayor gloria personal para Vladímir Putin desde que llegó al poder. Junto a los líderes de Crimea, firmó el martes el tratado bilateral por el que se acoge a la república de Crimea y a la ciudad de Sebastopol en el seno de la Federación Rusa. Lo hizo frente a los extasiados miembros del Parlamento ruso que no dejaron de aplaudir ante la vuelta de Crimea a Rusia.
La firma tuvo lugar en una ceremonia solemne ante el pleno del Parlamento ruso y los jefes de todas las regiones rusas, reunidos en la Sala de San Jorge del Gran Palacio del Kremlin.
En el tratado se señala que los habitantes de Crimea adquieren la nacionalidad rusa, si “en el plazo de un mes” no declaran su voluntad de mantener su actual nacionalidad. El acuerdo también contempla la celebración de elecciones regionales en Crimea y municipales en Sebastopol en septiembre de 2015. Hasta entonces, las autoridades actuales de Crimea seguirán ejerciendo el poder. Se establecen tres idiomas cooficiales en el territorio de la península: ruso, ucraniano y crimeano-tártaro.
Antes de la firma, Putin justificó ante los diputados de la Duma y de la Cámara Alta las medidas tomadas por el Gobierno ruso en las últimas semanas. Definió a Crimea como “un lugar sagrado para Rusia, el símbolo de la voluntad de Rusia”. La decisión del líder soviético Jruschov de entregar en 1954 Crimea a Ucrania fue presentada como una medida “totalmente inconstitucional”, porque los ciudadanos de la república no fueron consultados.
La parte del discurso que se siguió con más interés en EEUU y Europa fue la referida a Ucrania. Nadie sabía antes si Putin se iba a confirmar con recuperar Crimea para Rusia. En sus conversaciones telefónicas con Obama, Putin se había arrogado el derecho a proteger a los ciudadanos rusos y rusohablantes que viven en la zona este y sur del país vecino. Sin embargo, el presidente centró la reivindicación histórica de Rusia en Crimea y descartó específicamente que la república junto al Mar Negro sea la primera ficha en la partida.
“No confíen en aquellos que dicen que tras Crimea sumaremos otras regiones. No las necesitamos”, dijo.
Putin hizo una descripción de la insurreción que acabó con la presidencia de Yanukóvich en Ucrania que fue al mismo tiempo comprensiva con las intenciones de los ciudadanos que se sublevaron contra el presidente y despectiva con los nuevos dirigentes de Kiev. Dijo que comprende a las personas que se manifestaron en Maidán “de forma pacífica” para pedir cambios tras mucho tiempo de decepciones provocadas por sus dirigentes: “Comprendo que en Ucrania la gente estuviera harta y quisiera cambios. Cambiaban los gobiernos pero no la vida de la gente”.
“Pero otros preparaban un golpe de Estado”, explicó, promovido por sectores radicales y “antisemitas”. Ahora mismo, Putin dice que no hay Gobierno real en Ucrania, aunque también dice que está controlado por “radicales”.
Este desprecio es compatible con su respeto por Ucrania como una nación con profundas relaciones históricas con Rusia. Queremos amistad con Ucrania. Queremos que sea fuerte. Es uno de nuestros mayores socios“, ha dicho. ”Kiev es la madre de todas las ciudades rusas“.
El presidente ruso ha dejado claro que no acepta lecciones de Occidente en materia de respeto al derecho internacional. Ha pasado lista a todo tipo de agravios: los Balcanes, Irak o Afganistán, para decir que en otras ocasiones Moscú apostó por el diálogo, mientras EEUU y Europa imponían la política de hechos consumados. Fue su manera de decir: no nos acusen ahora por hacer lo mismo que ustedes han hecho en tantas ocasiones.