Detectar las mentiras de Trump: un “agotador” trabajo a tiempo completo
Si la alborotada presidencia de Donald Trump ha representado un desafío para los periodistas de todo el mundo, imaginen cómo habrá sido para las personas que trabajan detectando sus mentiras, los verificadores de información de la era Trump.
Desde que asumió el cargo, el presidente de Estados Unidos ha mentido sobre los temas más variados, desde las cifras de inmigración hasta el número de hamburguesas que ofreció la semana pasada en la Casa Blanca a los jugadores del equipo de fútbol americano Clemson.
“Nos lleva mucho tiempo porque está hablando todo el rato”, dice Glenn Kessler, editor y redactor jefe de 'The Fact Checker', el servicio de verificación de información del periódico The Washington Post. “El ritmo en Washington ha cambiado, puede ocurrir que te despiertes y te encuentres que el presidente ya ha publicado cinco o seis tuits pidiendo a gritos una comprobación de lo que expone”.
La solución de Kessler y The Washington Post fue armar una base de datos con todas las mentiras de Trump. Algo que no terminaría siendo tan sencillo: “Se ha convertido en una tarea a tiempo completo. En el mes de octubre dijo 1.200 afirmaciones falsas o engañosas; algunos días son más de 100 las afirmaciones de esta índole”.
De acuerdo con los registros de ‘The Fact Checker’, Trump ha hecho 7.645 “afirmaciones falsas o engañosas” desde que asumió la presidencia. Su mentira más repetida (187 veces y sumando) es que la investigación de Rusia es una “caza de brujas”, seguida por la afirmación (realizada 125 veces) de que su gobierno aprobó “el mayor recorte de impuestos en la historia” de Estados Unidos. El presidente también ha hecho 124 afirmaciones falsas sobre el dinero que “pierde” Estados Unidos y gana México por el NAFTA (por las siglas en inglés del tratado de libre comercio) y en 110 ocasiones ha afirmado que la economía de Estados Unidos bajo su presidencia “es la mejor en toda su historia”.
Según Linda Qiu, reportera en The New York Times, “es agotador”. “Lo bueno es que el presidente Trump se repite mucho; y eso lo hace más fácil a la hora de comprobar la información”. Qiu pone como ejemplo las afirmaciones falsas sobre el empleo: según los registros de The Washington Post, el presidente ha exagerado en 94 ocasiones las cifras de empleo de hispanos y afroamericanos. Para Qiu, basta con “volver a mostrar” verificaciones que a lo mejor hizo solo un mes antes. Dice que intenta revisar todo lo que hace Trump: leer las transcripciones, ver los programas de televisión matinal y, por supuesto, leer sus numerosos tuits.
El constante bombardeo de mentiras se está cobrando un precio. Dentro de la comunidad de verificadores de información política, salir tarde y trabajar el fin de semana se ha convertido en norma. Qiu recuerda cómo se tuvo que poner al día en abril, tras dos semanas de vacaciones durante las que Trump no dejó de propagar embustes.
Desde la victoria de Trump, el ritmo ha sido incesante. “No hemos tenido descanso”, dice Eugene Kiely, director de FactCheck.org, una página web sin afiliación a ningún partido cuyo objetivo es controlar y evitar el uso de la “mentira y el engaño” en política.
El nuevo periodismo: desmentir a Trump
El lado bueno es el crecimiento de la demanda de artículos periodísticos en los que se verifique lo que dice Trump. Para en el período comprendido entre el 22 de diciembre (cuando comenzó el cierre parcial del gobierno) y el 13 de enero, FactCheck.org reportó un aumento interanual de un 350% en las páginas vistas. “No me gusta escribir sobre Donald Trump todos los días, preferiría escribir sobre otras cosas, pero las cosas son así”, dice Kiely.
Los periodistas han detectado otra particularidad de Trump: primero inventa algo y luego va adornando su propia mentira cada vez que hace referencia a ella.
En un artículo publicado en diciembre por The New York Times, Qiu describió el fenómeno valiéndose del caso de United States Steel Corp. Trump comenzó diciendo que la siderúrgica abría seis nuevas plantas gracias a sus políticas. Era mentira, como también lo fue su afirmación posterior de que US Steel estaba abriendo siete plantas. “El efecto bola de nieve fue bastante interesante”, dice Qiu. Trump siguió subiendo y pasó a decir que US Steel abría ocho plantas. Luego fueron nueve.
Kiely coincide en el diagnóstico y cita como ejemplo el ataque de Trump contra el senador Richard Blumenthal. “Comenzó diciendo que [Blumenthal] había mentido sobre Vietnam, lo cual era cierto, Blumenthal había hecho declaraciones inexactas sobre su supuesto servicio militar en Vietnam. No estuvo destinado en Vietnam. Luego se convirtió en esa historia disparatada que lo ponía luchando y salvando vidas en Vietnam”.
Trump fue quien dijo en Twitter que Blumenthal había diseminado historias de “balas zumbando” sobre su cabeza en Vietnam o de “un montón de batallas casi fatales”. Blumenthal nunca dijo nada parecido.
Tras charlar con personas dedicadas a verificar la información, la sensación es que echan de menos otra época, cuando los engaños, las mentiras y los embustes eran más sofisticados y difíciles de desnudar. “El mayor desafío con Trump es que es demasiado fácil contrastar lo que dice con la verdad”, dice Kessler.
“Era más difícil contrastar las afirmaciones de Obama porque siempre había un poco de verdad. Terminabas enredado en un debate con altos cargos bien formados y con toda la intención de defender su postura. Muchas veces, la Casa Blanca no defiende lo que dice Trump porque no tiene forma de defenderlo”.
Qiu también recuerda cómo era controlar a los más sutiles embusteros de las presidenciales en 2016. “Una persona como Ted Cruz tenía mucha más delicadeza y llevaba más tiempo verificar la información porque era mucho más hábil para darle la vuelta a las cosas”, dice.
Teniendo en cuenta lo prolífico que es Trump con sus mentiras, un factor clave es elegir las falsedades a subrayar de entre todas las que produce. Qiu decidió no destacar la afirmación de Trump de que había pedido “más de 1.000” hamburguesas para el equipo de fútbol de Clemson (poco después de haber dicho que había pedido 300 hamburguesas) porque prefiere evitar las mentiras “alegres y despreocupadas” para centrarse en las referidas a la política.
Es probable que Trump sea el mentiroso más famoso de Estados Unidos. Estar ahí para registrarlo y publicarlo es un trabajo duro. Pero si le sirve de consuelo a las personas dedicadas a verificar la información, no parece que haya otro con una capacidad comparable de producir falsedades a ese ritmo.
Como dice Kessler, “hubo otros políticos poco apegados a la verdad, pero ninguno como Trump”. “Y lo irónico es que hace 30 años, cuando yo escribía sobre finanzas en Nueva York, él era exactamente igual; nada ha cambiado”.