Qué es la basura del cielo y qué relación tiene con los objetos derribados por EEUU
El misterio sigue rodeando los últimos objetos voladores que Estados Unidos derribó la semana pasada en el norte de Alaska, en el territorio canadiense de Yukón y en el lago Hurón en Michigan.
A diferencia del globo de vigilancia chino derribado frente a las costas de Carolina del Sur el 4 de febrero, las autoridades estadounidenses se han mostrado reticentes a especular sobre la procedencia de los tres últimos objetos. Tampoco los han descrito.
Sin embargo, según el veterano corresponsal de seguridad nacional de la CBS, David Martin, al parecer las autoridades no han descartado que al menos algunos de los objetos aéreos no identificados sean “basura celeste”.
“No hemos visto ninguna indicación que apunte específicamente a la idea de que los tres objetos fuesen parte del programa de espionaje de China”, ha señalado este martes John Kirby, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU.
¿Qué es la basura celeste?
La basura aérea, al igual que la “basura espacial”, engloba una serie de objetos situados en la estratosfera, entre los 8 y los 40 kilómetros por encima de nuestras cabezas.
“A lo largo de los años se han lanzado todo tipo de objetos. Normalmente caen a la Tierra, pero algunas se acumulan [en el cielo]”, dice Jonathan McDowell, astrónomo del Centro de astrofísica Harvard-Smithsonian.
Estos objetos, en su mayoría globos, son utilizados para monitorear el tiempo, realizar investigaciones científicas que no pueden hacerse en tierra u observar cosas en la Tierra que no pueden ser percibidas desde un satélite.
“El hecho es que son más baratos de volar que un satélite. Se pueden lanzar muchos más... y la resolución puede ser mejor porque están más cerca de la Tierra”, dice Brad Tucker, astrofísico y astrónomo de la Universidad Nacional de Australia.
Estos globos los lanzan gobiernos de todo el mundo, así como grupos de investigación científica y empresas privadas.
¿Cuánto hay ahí arriba?
“Creo que hay mucho”, dice Tucker. “Puede haber cualquier cosa puesta ahí a propósito, como globos o drones que alcanzan grandes alturas, y puede haber también basura atrapada en las corrientes de aire, como bolsas de plástico y globos de fiesta”.
Por poner solo un ejemplo: según el Servicio Meteorológico Nacional de Estados Unidos, cada día se lanzan 1.800 globos meteorológicos en todo el mundo, de los cuales 92 están en EEUU. Cada uno lleva un instrumento para medir la presión, la temperatura y la humedad relativa. De las decenas de miles que se sueltan cada año, solo se recupera el 20%.
Las empresas privadas también se encargan de lanzar miles de globos al espacio. Hasta 2021, Google había lanzado al cielo cientos de globos de navegación autónoma y del tamaño de una pista de tenis para llevar internet a zonas rurales y remotas.
La empresa detrás del proyecto, Loon, tuvo algunos éxitos: en 2017 los globos se utilizaron para llevar internet a 100.000 personas en Puerto Rico en las semanas posteriores a un desastre natural, pero también hubo varios incidentes con globos Loon que se desviaron de su curso y acabaron estrellados contra granjas o líneas eléctricas.
De hecho, los globos están tan presentes en la estratosfera que incluso existe un icono para seguirlos en el portal Flight Radar, utilizado para el seguimiento de aeronaves.
“La mayoría bajan”, dice McDowell, pero los que se desvían de su trayectoria “es normal que pierdan presión. Como sucede con un globo de fiesta, después de un par de meses no va a estar bien inflado”.
¿Puede cualquiera lanzar globos al cielo?
En Estados Unidos hay que cumplir la normativa de la Administración Federal de Aviación (FAA, por sus siglas en inglés).
“Se requieren transpondedores para que los aviones puedan saber dónde está el globo. Hay que proporcionar una trayectoria de vuelo. Hay que estar en contacto con las aerolíneas regionales y vigilar el espacio aéreo”, dice Tucker.
A pesar del riesgo potencial para los aviones, los expertos dicen que esta práctica está bien regulada, lo que hace de estos casos más recientes algo inusual.
Según McDowell, el globo chino volaba a una altitud superior a los 20 kilómetros, cercana a la de la mayoría de los globos científicos y meteorológicos. “Las aerolíneas vuelan a una altura de entre 10 y 12 kilómetros, por lo que van muy por debajo de donde se encontraba ese globo”.
Pero los objetos más recientes derribados durante la semana pasada volaban más bajo. “Estaban a una altitud mucho menor, de unos 15 kilómetros”, dice Brad Tucker. “15 kilómetros es acercarse demasiado”.
Tucker dice que puede que los tres últimos objetos hayan sido globos viejos de los que alguien perdió el control, globos experimentales o algo más pernicioso.
Todos los países se rigen por las normas de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), incluidas las relativas a los globos. Estas normas lo abarcan todo, desde las condiciones de lanzamiento hasta la altitud a la que está permitido volar. “O bien no cumplían esas normas porque lo tenían permitido o bien trabajaban fuera del protocolo normal”, dice Tucker.
¿Por qué se está hablando de ello ahora?
La repentina avalancha de objetos se explica, al menos en parte, por un aumento de la vigilancia. Desde el descubrimiento del globo gigante chino, el Pentágono ha aumentado la vigilancia en las grandes alturas y los sistemas de radar trabajan ahora con mayor intensidad.
“En el pasado, Estados Unidos no prestaba mucha atención a esos globos, pero este globo chino cambió las reglas del juego. Y ahora, ciertamente, el Gobierno de Biden siente que no puede dejar que estos otros objetos pasen por el espacio aéreo estadounidense”, dijo David Martin en el programa Face the Nation de la CBS.
“Hace un mes podrían haber mirado estas cosas y decir: ‘qué aburrido es eso, ignorémoslo’”, dice McDowell. “Muchas de las cosas que están derribando ahora resultarán ser aburridas. Cosas de empresas o del Gobierno”.
¿Son globos?
El domingo, el general Glen VanHerck, encargado de salvaguardar el espacio aéreo norteamericano, dijo que los militares no habían podido identificar qué eran los últimos tres objetos derribados, cómo se mantenían en el aire ni de dónde procedían y aclaró que se les llama “objetos, no globos, por una razón”.
“Puede que estén siendo cautelosos”, dice McDowell. “Podría inferirse que es un globo, pero no saben que es un globo. Es difícil ver qué otra cosa podría ser”.
VanHerck también sorprendió cuando respondió a la pregunta de si había descartado que se tratase de extraterrestres. “Dejaré que la comunidad de inteligencia y la comunidad de contrainteligencia lo averigüen. Yo no he descartado nada”.
Sin embargo, los expertos han descartado a los extraterrestres. Tucker dice que es probable que “muchos de los informes sobre ovnis simplemente se deban a esta basura celeste de la que estamos hablando”.
Traducción de Julián Cnochaert
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