El ejército estadounidense ha lanzado bombas desde el aire contra dos emplazamientos del este de Siria vinculados al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria de Irán (IRGC, por sus siglas en inglés), en lo que representa la nueva voluntad de Washington de implicar directamente a sus fuerzas en la crisis de Oriente Próximo.
Los ataques fueron dirigidos contra un almacén de armas y otro de municiones usados por el IRGC y por la milicia a la que respalda, informó el Pentágono, y es la primera intervención del ejército de EEUU desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás el 7 de octubre.
Instalaciones de EEUU en Irak y Siria han sido objeto en los últimos diez días de una serie de ataques con drones y cohetes reivindicados por milicias con respaldo iraní. Al menos 24 militares estadounidenses han resultado heridos y un contratista civil ha muerto por esos ataques. Sólo el jueves se produjeron tres ataques, golpeando dos bases estadounidenses en Siria y una base en el oeste de Irak.
La “paciencia” en Washington tiene “un límite”, habían dicho varios analistas al periódico The Guardian esta semana. También, que consideraban probable que la administración del presidente Joe Biden usara la fuerza para disuadir nuevos ataques, a pesar del riesgo de escalada. Biden ya ha enviado dos portaaviones al Mediterráneo oriental y nuevas unidades antimisiles con cientos de soldados para proteger las bases estadounidenses de la región y a sus aliados.
A las 4.30 de la madrugada del viernes, dos cazas F-16 llevaron a cabo los ataques de represalia de EEUU cerca de Abu Kamal. En esta ciudad siria, fronteriza con Irak, EEUU mantiene una base importante que en los últimos tiempos había sido atacada por milicias con respaldo de Irán. Aún no se sabe si murieron ciudadanos iraníes por el ataque estadounidense.
Una operación independiente
El secretario de Defensa de EEUU, Lloyd Austin, dijo que se trataba de “ataques en defensa propia” y que Biden los había ordenado “para dejar claro que Estados Unidos no tolerará ataques así y que se defenderá a sí mismo, a su personal y sus intereses”.
Altos cargos de EEUU dijeron que no había habido coordinación con Israel para lanzar los ataques. Según Austin, se trató de una operación independiente y separada de la guerra de Israel contra Hamás. “Seguimos instando a todas las entidades estatales y no estatales a que no emprendan acciones que puedan desembocar en un conflicto regional mayor”, dijo.
Hace una semana, un buque de guerra estadounidense interceptó misiles disparados desde Yemen por los rebeldes Houthi, respaldados por Irán, posiblemente dirigidos contra Israel.
Entre los grupos que han lanzado los últimos ataques contra Estados Unidos hay algunos sobre los que Teherán tiene control directo y otros que comparten la idea de luchar contra Israel. Este jueves fue atacada por segunda vez en dos días la base estadounidense de Jarab al Yir, en Siria. También fue alcanzada otra base de EEUU en el oeste de Irak.
El jueves, el ministro de Asuntos Exteriores iraní, Hossein Amir-Abdollahian, dijo en la ONU que Estados Unidos “no se libraría de este fuego” mientras no cese la ofensiva israelí contra Hamás.
Según Charles Lister, que en el Middle East Institute de Washington dirige el programa de Siria y el de la lucha contra el terrorismo y el extremismo, los ataques demuestran que Irán dispone de una extensa red de agentes bien armados, violentos y coordinados en toda la región, “puestos ahí exactamente para un escenario como este”. “Ahora mismo están viendo cuáles son las líneas rojas, sin presionar demasiado; hacen recaer sobre Estados Unidos la responsabilidad de responder”, dijo.
Washington está en una situación delicada. Para disuadir futuras agresiones responde con contundencia a los grupos respaldados por Irán a los que EEUU considera sospechosos de haber atentado contra sus intereses. Pero al mismo tiempo está tratando de evitar que estalle la región y se desate un conflicto generalizado.
“Victoria de la resistencia en Gaza y Palestina”
Un grupo iraquí que cuenta con el respaldo de Irán, del que se dice que es una tapadera del viejo Kataeb Hizbulá, difundió la semana pasada una declaración en la que amenazaba a las bases militares de EEUU en Kuwait y en los Emiratos Árabes Unidos. En Siria ha habido otra maniobra, con el despliegue de milicias controladas por Irán en las cercanías de los Altos del Golán.
Este miércoles, altos cargos de los tres grupos extremistas islamistas más relevantes en la guerra contra Israel se reunieron en Beirut para debatir sobre el conflicto. Hassan Nasrallah, líder de Hizbulá; acordó con Saleh al-Arouri, de Hamás; y con Ziad al-Nakhleh, de la Yihad Islámica Palestina; que las tres organizaciones se unían a otras milicias respaldadas por Irán en el deseo de obtener “una verdadera victoria de la resistencia en Gaza y Palestina” y de detener la “agresión traicionera y brutal de Israel contra nuestro firme y oprimido pueblo de Gaza y Cisjordania”.
Según Tobias Borck, uno de los investigadores principales en seguridad de Oriente Próximo en el Royal United Services Institute de Londres, Irán está “jugando literalmente con fuego”. “Lo que estamos viendo es el siguiente nivel de la guerra de Gaza, todo esto está cuidadosamente medido para mostrar solidaridad; 'Vemos los portaaviones, pero no tenemos miedo y también podemos haceros daño' es lo que está diciendo Irán; es increíblemente peligroso”, dijo al periódico The Guardian.
A primera hora del jueves, y según información de la Casa Blanca, Biden también envió un mensaje poco común al líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, advirtiendo a Teherán de que no atentara contra personal estadounidense en Oriente Próximo.
Los gobiernos occidentales y de Oriente Próximo temen que se desencadene un conflicto regional generalizado si Israel mantiene sus bombardeos sobre Gaza o si lanza una invasión terrestre como respuesta al ataque perpetrado por Hamás el 7 de octubre.
Israel anunció el jueves que estaba comenzando las “siguientes fases de la guerra” tras una importante incursión en Gaza, aunque limitada. La operación fue calificada como de sondeo, con el fin de preparar una ofensiva terrestre más sostenida.
Tras el ataque que Hamás lanzó contra comunidades israelíes el 7 de octubre, provocando la muerte de 1.400 personas, niños incluidos, y apresando como rehenes a más de 200 personas, entre las que hay ancianos y bebés, Israel ha sitiado y bombardeado intensamente la muy poblada Franja de Gaza.
El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás, comunicó el jueves que 7.028 palestinos habían muerto en los ataques aéreos de represalia, y que 2.913 de esos muertos eran niños.
Las imágenes por satélite de Maxar Technologies y Planet Labs muestran amplias zonas del enclave costero en las que los edificios han sido reducidos a escombros y una ceniza gris se esparce por el terreno.
Los líderes de los 27 Estados miembros de la Unión Europea han pedido que haya “corredores humanitarios y [se hagan] pausas” en los bombardeos contra Gaza para permitir la entrada de alimentos, agua y suministros médicos.
Tras un proyecto de resolución presentado en Naciones Unidas por países árabes que piden un alto al fuego, los 193 miembros de la Asamblea General de la ONU debatirán el viernes la posibilidad de establecer pausas humanitarias o acuerdos de alto el fuego en el enclave costero dirigido por Hamás.
En la Asamblea General ningún miembro tiene derecho de veto, a diferencia del Consejo de Seguridad, donde esta semana fracasaron las resoluciones sobre la ayuda a Gaza. Aunque las resoluciones de la Asamblea General no son vinculantes, tienen peso político.
Traducido por Francisco de Zárate.