La propagación del virus del zika por América Latina, con consecuencias aparentemente trágicas para los bebés de mujeres embarazadas infectadas, muestra paralelismos con la emergencia del sida de hace 30 años, según un experto epidemiólogo que trabaja en primera línea en Brasil.
El director del Instituto Oswaldo Cruz de Río de Janeiro, Wilson Savino, afirma que el estado actual de ignorancia científica acerca del virus y sus efectos se parece al que había sobre el VIH –el virus de la inmunodeficiencia humana, que provoca el sida– a principios de los años 80. “En aquel momento, la comunidad médica y científica no supo qué estaba pasando hasta que mucha gente murió y se investigó considerablemente”, explica Savino. “Después resultó ser un problema de salud global. En Brasil, aunque hemos identificado el virus del zika, no sabemos mucho sobre él en comparación con el dengue o la fiebre amarilla. El nivel de ignorancia es comparable con aquello a lo que nos enfrentamos hace 32 años”, insiste.
“Este es un gran problema de salud en la historia de Brasil. Afrontamos un problema muy serio para el cual el conocimiento científico que tenemos está lejos de ser suficiente. La comunidad científica tiene la responsabilidad de descubrir todo lo posible lo más rápido posible”, pide el investigador. Savino es uno de los tres investigadores y funcionarios brasileños de alto nivel a los que the Guardian ha pedido que aclaren cómo una enfermedad inicialmente clasificada como inofensiva llegó a estar implicada en el brote de microcefalia –el nacimiento de bebés con la cabeza pequeña y el cerebro poco desarrollado– que recientemente ha sido catalogado por la Organización Mundial de la Salud como emergencia de salud pública de importancia internacional.
El virus del zika se identificó por primera vez en Uganda en 1947. Se cree que llegó a Brasil en 2014, posiblemente a través de visitantes al Mundial de Fútbol. Ahora hay una estimación de 1,5 millones de casos de infección por zika, una cifra que está creciendo rápido. Sin embargo, nadie sabe hasta qué punto está extendida la enfermedad porque en el 80% de los casos no hay síntomas.
En el resto, puede provocar fiebre, dolores articulares y musculares, irritación de ojos, picor de piel y sarpullidos. Ahora se sospecha que pueda ser una causa del incremento de casos de microcefalia en Brasil, aunque no hay certeza científica sobre eso. Los casos de microcefalia se han elevado de menos de 150 en 2014 a más de 4.000 en los últimos tres meses, pero los escépticos sugieren que esto podría reflejar simplemente que en el periodo previo no se informaba tanto de las anomalías, que también se encuentran en países sin zika.
“El miedo es real”, considera Gúbio Soares Campos, virólogo del Instituto de Biología de la Universidad Federal de Bahia, que fue uno de los dos investigadores que identificaron el zika por primera vez en Brasil el pasado abril. “La gente tiene que tener ahora mucho cuidado porque todavía no sabemos si habrá otras consecuencias graves”, advierte.
Las mujeres embarazadas tienen que estar muy vigilantes y evitar las picaduras de mosquito, especialmente en los primeros meses de embarazo, según explica el virólogo. “No podemos confirmar aún que solo el Aedes aegypti esté transmitiendo la enfermedad. Hace falta investigarlo y probarlo científicamente. Quienes afirman esto están equivocados, porque lo cierto es que no lo sabemos. Podría haber otros mosquitos que la transmitan”, precisa.
Guerra contra los mosquitos
Gúbio Soares Campos considera que las autoridades sanitarias tienen que librar una guerra contra los mosquitos en las calles, con información a la sociedad y una campaña para reducir el número de insectos y de larvas. También debería investigarse una prueba sanguínea para la infección y medicamentos antivirales que las mujeres embarazadas puedan tomar.
Los científicos necesitan saber si es posible infectarse del zika más de una vez o si una infección proporciona inmunidad duradera. “Es muy importante saber esto ahora, más importante que la vacuna”, opina el virólogo. “Si las personas desarrollan inmunidad, la mayoría de la población estará ya protegida si hay un nuevo brote. Esto facilitaría mucho las cosas para el gobierno y para la sociedad”, agrega.
Soares Campos es crítico con el Gobierno brasileño, que ha tardado en financiar la investigación, en especial sobre formas de controlar a los mosquitos que transmiten la enfermedad. “Hay demasiada burocracia. El Gobierno brasileño tiene que ser más ágil con esto”, opina.
El director del departamento de vigilancia de enfermedades contagiosas del Ministerio de Sanidad, Claudio Maierovitch, dice que no tienen “ninguna duda sobre la relación entre el zika y la microcefalia”. “El incremento repentino de casos de microcefalia ha ocurrido exactamente en los lugares en los que el zika golpeó entre siete y diez meses antes, así que el marco temporal encaja. Además, la mayoría de mujeres que han dado a luz a niños con microcefalia han descrito los síntomas del zika al comienzo de sus embarazos, como sarpullidos en la piel y fiebre”, señala. También se han encontrado anticuerpos contra el virus en bebés nacidos con microcefalia.
“Lo principal ahora es combatir a los mosquitos”, indica Maierovitch. “Eso se está haciendo con una enorme movilización nacional, que incluye a las empresas estatales, a los ministerios, a los alcaldes de las ciudades y al Ejército. En lo esencial, el riesgo está en cualquier cosa que acumule agua estancada al aire libre, ya sea agua de lluvia, agua potable o de otros tipos. Hay que quitar o cubrir estos recipientes”, explica.
Este alto cargo sanitario precisa que hace falta “proteger los depósitos de agua con tapaderas o redes para que los mosquitos no puedan depositar sus huevos”. “Si eso no es posible, habría que aplicar larvicida para evitar que atraigan mosquitos. Esto se aplicaría a cisternas descubiertas, piscinas, fuentes de parques públicos y edificios que almacenan agua sin un drenaje adecuado. Incluso el agua potable se puede tratar con larvicida”, aclara Maierovitch.
Traducido por: Jaime Sevilla