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OPINIÓN

Ya sabemos los fallos que desembocaron en una pandemia catastrófica, ahora actuemos para evitar que vuelva a ocurrir

Crematorio situado en la capital de la India, Nueva Delhi

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Los contagios y las muertes a causa de la COVID-19 vuelven a aumentar. Durante la última semana de abril, murieron más de 93.000 personas, una cifra que se acerca al peor punto de la segunda ola global de la pandemia. ¿Cómo puede seguir pasando? ¿Cómo es posible que algunos países sigan sufriendo una ola tras otra de infecciones si ya sabemos como prevenirlas?

Durante los últimos ocho meses, el Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la Pandemia ha examinado rigurosamente las pruebas sobre cómo permitimos que la COVID-19 se instalara con fuerza y por qué. El grupo, que copresidimos, ha entrevistado a cientos de expertos y personas en primera línea de la respuesta, y además, ha llevado a cabo una investigación a fondo propia y ha consultado numerosa bibliografía.

Nuestro informe, publicado este miércoles, es firme, aunque justo, en cómo una serie de errores llevó a la peor catástrofe sanitaria, social y económica que se recuerda. Pasó demasiado tiempo desde la notificación de un brote de casos de neumonía de origen desconocido a finales de diciembre de 2019 hasta la declaración de emergencia de salud pública de importancia internacional de la OMS.

Febrero de 2020 también fue un “mes perdido” para contener la propagación del virus. Si se hubiera actuado de forma rápida y contundente desde el principio, podríamos estar hoy frente a un panorama mundial completamente diferente. 

Nuestro análisis de las respuestas nacionales de 28 países demuestra que algunos líderes menospreciaron la información científica, negaron la gravedad de la COVID-19, retrasaron las respuestas y generaron desconfianza entre los ciudadanos. Esto contrasta radicalmente con otros líderes que, gracias a medidas consistentes y un enfoque que incluyó a la totalidad del gobierno, lograron contener el virus y mantener a la población a salvo. Estos líderes nos demuestran lo que se debería haber hecho en todas partes, y lo que todavía se puede hacer. 

Actualmente, nos encontramos con que el virus y sus variantes se abren paso en poblaciones que sufren la falta de medidas de sanidad pública y el ritmo irracional, lento y desigual de la distribución y el abastecimiento vacunas. La situación en India es muy preocupante debido al sufrimiento espantoso de la gente, y porque demuestra que la COVID-19 todavía representa una grave amenaza.

¿Qué debemos hacer?

Para poner fin a esta pandemia, los países de ingresos altos con una reserva de vacunas suficiente para cubrir a su población deberían, además de ampliar su vacunación, comprometerse inmediatamente a suministrar a los 92 países de ingresos medios y bajos del mecanismo de reparto COVAX, de la Alianza de Vacunas Gavi, al menos 1.000 millones de dosis antes de septiembre de 2021, con el propósito de superar los 2.000 millones de dosis a mediados de 2022. 

Los principales países productores de vacunas y los fabricantes deben acordar en los próximos tres meses la concesión de licencias voluntarias y la transferencia de tecnología. La Organización Mundial del Comercio (OMC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) deben convocar a los actores principales lo antes posible, y si no logran ponerse de acuerdo, debe entrar en vigor una exención de los derechos de propiedad intelectual en virtud del Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC).

Al mismo tiempo, todos los gobiernos nacionales deben tomar medidas de salud pública de eficacia probada para detener la propagación del virus. La montaña rusa de controles parciales y levantamiento prematuro de restricciones no está funcionando.

En cualquier momento podría aparecer un nuevo patógeno con potencial pandémico, y entonces no habrá excusa para un enfoque de “esperar y ver”. Hay que invertir en estar preparados ahora, no cuando llegue la próxima crisis.

¿Qué proponemos?

En el grupo proponemos reformas valientes para cambiar el sistema mundial de prevención y respuesta frente a las pandemias, con el objetivo de detener futuros brotes de enfermedades antes de que se conviertan en otra crisis mundial. 

Pedimos que se establezca un nuevo Consejo Mundial sobre Amenazas para la Salud, creado por la Asamblea General de la ONU y dirigido por jefes de Estado y de Gobierno. Este consejo debe garantizar el compromiso político con la preparación y respuesta frente a las pandemias y hacer responsables a las partes interesadas.

Más aún, creemos que hay que aumentar la rendición de cuentas a nivel nacional y mundial, y la aplicación efectiva de medidas a través de una convención marco sobre pandemias, que debería ser negociada y acordada en un plazo de seis meses.

Recomendamos que la OMS establezca un nuevo sistema de vigilancia basado en la plena transparencia. La OMS debería tener autoridad explícita para publicar información sobre pandemias potenciales sin requerir el permiso a los gobiernos afectados. Además, la OMS debería tener la potestad de enviar expertos a investigar amenazas pandémicas a cualquier país, con la mayor brevedad posible. 

Hay que fortalecer a la OMS y darle mayor independencia financiera, basada en recursos totalmente no asignados y en el aumento de las cuotas que de los Estados miembros. Entre otras reformas de la organización, el cargo de director general debería estar limitado a un solo mandato de siete años.

Se necesita más financiación. Un nuevo mecanismo internacional de financiación para pandemias requeriría más de 10.000 millones de dólares (8.284 millones de euros) al año para tomar medidas de preparación, con la capacidad de desembolsar entre 50.000 y 100.000 millones de dólares (40.000 y 80.000 millones de euros) en caso de declararse una nueva pandemia. 

El grupo –que componemos 13 expertos en salud global, política y economía a nivel mundial, y que incluye tres ex jefes de Gobierno– no se propuso repartir culpas ni apuntar con el dedo a ningún país ni institución. Pero ahora todos debemos poner en práctica lo que hemos aprendido para asegurarnos de que el mundo no vuelva a sufrir esto.

Las estanterías de los almacenes de la ONU y de las capitales nacionales están repletas de informes y análisis de crisis globales anteriores, en gran medida ignorados. Este informe no puede acabar olvidado en un archivo. Es hora de hacer realidad sus serias recomendaciones para preparar al mundo y evitar que un brote se convierta en otra pandemia. 

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Helen Clark, ex primera ministra de Nueva Zelanda, y Ellen Johnson Sirleaf, expresidenta de Liberia, son copresidentas del Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la Pandemia.

Traducido por Lucía Balducci

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