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The Guardian en español

Poder judicial, cultura y televisión: el plan de Tusk para deshacer el legado de los ultraconservadores en Polonia

Donald Tusk habla ante los medios de comunicación el pasado 10 de noviembre.

Shaun Walker

Varsovia (Polonia) —
18 de noviembre de 2023 21:57 h

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En Polonia se está produciendo un cambio de guardia, pero no está ocurriendo con rapidez. El nuevo parlamento empezó a funcionar el lunes, pero el nuevo gobierno que se espera que esté liderado por el ex primer ministro y expresidente del Consejo Europeo Donald Tusk todavía no puede tomar posesión. El partido Ley y Justicia (PiS), que ha gobernado el país durante los últimos ocho años, se ha quedado en minoría en la cámara, después de que las elecciones del mes pasado dieran la victoria a una amplia alianza de la oposición.

Pese a ello, el presidente de Polonia, Andrzej Duda, alineado con el PiS, ha dado al partido nacionalista de derechas la primera oportunidad de formar un nuevo gobierno, a pesar de que es evidente que no cuenta con los apoyos necesarios. Salvo que se produzca un milagro político, una vez transcurridas dos semanas, el PiS habrá fracasado en su intento de formar gobierno y Tusk tendrá la oportunidad de hacerlo. Mientras tanto, y gracias a las tácticas dilatorias de Duda, todo parece indicar que el gobierno saliente está haciendo limpieza: los medios de comunicación polacos han informado de un aumento de las compras gubernamentales de trituradoras de papeles.

Uno de los principales retos del nuevo gobierno de Tusk será lo que los polacos han denominado “des-PiSización”, es decir, devolver la neutralidad a los organismos estatales. En los últimos ocho años, el PiS ha sido acusado de hacerse con el control de instituciones, erosionar la independencia judicial, recortar la libertad de los medios de comunicación y dar a sus allegados cargos clave. Con Duda como presidente del país hasta 2025, y con poder de veto, revertir todo esto no será fácil.

La tarea a la que se enfrenta el nuevo gobierno abarca un ámbito sorprendentemente amplio, desde los juzgados de Polonia hasta sus museos. Estas son las principales prioridades:

Televisión

La televisión pública es quizás la más visible de todas las instituciones pro-PiS que la nueva coalición ha prometido reformar. Bajo el régimen del PiS, la televisión pública, TVP, recibió una lluvia de fondos y su canal de noticias quedó bajo un férreo control, con contenido propagandístico parecido a la televisión de la Rusia de Vladímir Putin. Durante la campaña electoral, Tusk afirmó que solo necesitaría “24 horas” para reformar por completo la televisión pública, aunque se negó a explicar cómo lo haría.

Tadeusz Kowalski, el único de los cinco miembros del organismo de control de la radiodifusión que no es leal al PiS, sostiene que hay varias ideas sobre cómo hacerlo. Sin embargo, en una entrevista antes de las elecciones, dijo que no sería prudente hablar de ellas. “Será muy complicado cambiar el sistema de medios públicos sin interferencias legales, y los cambios legales deben ser aprobados por el presidente”, dijo. “Hay algunas ideas, pero no queremos hablar de ellas hasta que se pongan en práctica, para asegurarnos de que el gobierno saliente no pueda tomar medidas para obstaculizarlas”.

Marcin Wolski, escritor y humorista que tenía un programa en la televisión pública y estuvo dos años al frente de uno de sus canales (2016-2017), causó un gran revuelo al decir que se avergonzaba de la propaganda que emitía la televisión estatal y que pensaba que era peor que en la época comunista. En declaraciones a The Guardian, explica que hizo esas declaraciones “en caliente”, pero que el tono propagandístico de la televisión pública le resulta desagradable, aunque esté de acuerdo con su sesgo derechista. En su opinión, los jefes de la televisión querían “menos matices, menos contenido intelectual” en su programa.

Wolski se muestra escéptico ante la posibilidad de que el gobierno de Tusk resista a la tentación de reformular la televisión pública como una herramienta política del nuevo Ejecutivo. “Aunque deberíamos seguir el estándar de independencia de la BBC, no creo que esto ocurra en la práctica. Está en la naturaleza de los políticos querer que los medios de comunicación actúen como sus portavoces”, dice.

Poder judicial

La erosión de la independencia judicial y la toma del Tribunal Constitucional han sido el motor de gran parte del conflicto entre la Unión Europea y Varsovia en los últimos años, e incluso han llevado a la congelación de algunos fondos de la UE. Tusk ha dicho que recuperar la independencia judicial a todos los niveles es una prioridad clave, y la más acuciante es el Tribunal Constitucional, un órgano que, según los juristas, ha dejado de funcionar como árbitro independiente tras llenarse de leales al PiS. Fue una sentencia del Tribunal Constitucional en 2020 la que prácticamente prohibió el aborto en Polonia.

Los juristas están divididos sobre cómo debe abordar el nuevo gobierno la cuestión del Tribunal Constitucional, y en el seno de la coalición se están produciendo encarnizados debates sobre cómo de radical debe ser la solución. Se espera que, para empezar, que el nuevo parlamento apruebe una votación en la que diga que no reconoce a Julia Przyłębska, afín al PiS, como presidenta del Tribunal, que su mandato ha expirado y que el proceso para nombrarla no siguió el procedimiento. Duda tendrá que decidir si acepta nombrar nuevos magistrados designados por el parlamento.

Instituciones culturales

Muchos museos y centros culturales estatales se han politizado bajo el mandato del PiS, un proceso que alcanzó un punto simbólico en las semanas posteriores a las elecciones, cuando se supo que un artista apoyado por el PiS había ganado el concurso para representar a Polonia en la Bienal de Venecia del próximo año, con una colección de obras que retratan a Polonia como víctima constante de las maquinaciones alemanas y rusas.

“Fue un espectáculo bochornoso”, dice Joanna Warsza, cocomisaria del pabellón polaco de 2022 en Venecia, que formó parte del jurado de la selección de este año y fue uno de los tres miembros que emitieron una carta pública condenando la decisión. “Fue una auténtica decepción formar parte de este jurado, ver que la toma de control de las instituciones culturales ha llegado hasta el pabellón [de Venecia]”, lamenta.

En su opinión, las artes son un ámbito en el que debería ser bastante sencillo restablecer la normalidad. “Llevará algún tiempo, pero soy optimista. La esfera cultural y el arte contemporáneo esperan este cambio y tiene que producirse”, dice.

Historia nacional

Durante los años del PiS, el gobierno convirtió la promoción de una visión patriótica de la historia polaca en un área política clave, impulsando la financiación de la investigación histórica que pretendía retratar la historia polaca como una historia de tragedia heroica. El mayor impulso ha sido al Instituto del Recuerdo Nacional (IPN), que creció enormemente bajo PiS, publicando cientos de libros al año sobre la historia polaca.

“Casi no quedan historiadores en el Instituto, y algunas de las personas que trabajan en el IPN están incluso más a la derecha que el PiS; varios de ellos tienen conexiones con la extrema derecha”, dice Adam Leszczyński, un historiador y periodista de izquierdas que ha escrito con frecuencia sobre el tema de la memoria histórica en Polonia. “El consenso de los historiadores es que esta institución tiene un problema de raíz”.

No se espera que el nuevo gobierno cierre el IPN, pero es posible que desaparezcan varias organizaciones más pequeñas, y es probable que se recorte el presupuesto para política histórica.

En este sentido, en declaraciones al medio polaco Oko Press, Michał Szczerba, diputado de la Coalición Cívica de Tusk, ha avanzado que habrá “recortes significativos en el presupuesto del IPN, que sufrirá importantes reformas”. “No habrá más política histórica del PiS”, dijo.

Traducido por Emma Reverter.

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