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ANÁLISIS

Netanyahu visita EEUU: ¿se puede esperar un giro de Kamala Harris en la política sobre Israel?

La vicepresidenta estadounidense Kamala Harris estrecha la mano del presidente israelí Isaac Herzog el pasado julio.

Andrew Roth

Washington —

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Una de las grandes incógnitas que se ciernen sobre la polémica visita de Benjamin Netanyahu a Washington esta semana es qué tipo de recibimiento le dispensará la Casa Blanca, y cómo le recibirán Joe Biden y su vicepresidenta –y probable candidata del Partido Demócrata– Kamala Harris.

Durante gran parte del lunes, no se había confirmado ninguna reunión entre Netanyahu y Biden o Harris, a pesar de que el primer ministro israelí ya había partido hacia Estados Unidos y tenía previsto intervenir el miércoles en una sesión conjunta del Congreso a petición del líder de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson.

Parece probable que Harris se salte esa sesión, en la que se habría sentado directamente detrás de Netanyahu como presidenta del Senado. Estará fuera de Washington para asistir a un acto público en una organización universitaria de Indiana.

A última hora del lunes, un asesor de Harris dijo que tanto ella como Biden se sentarían con Netanyahu en reuniones separadas en la Casa Blanca –el jueves– y negó que su viaje a Indianápolis indicara cambio alguno en su postura hacia Israel.

No obstante, la recepción dispar podría asestar un duro golpe a Netanyahu, que ha querido aprovechar sus contactos políticos en Estados Unidos para reforzar sus credenciales como estadista en su país, y también para mantener su relación con los demócratas en caso de que derroten a Donald Trump en noviembre.

¿Más crítica?

Los partidarios y conocedores de Harris creen que es más probable que ella critique públicamente a Netanyahu que Biden y que centre su atención en las víctimas civiles palestinas de la guerra de Gaza, aunque mantendría la ayuda militar estadounidense y otros apoyos a Israel que han sido un pilar de la política exterior de Biden.

“La diferencia generacional entre Biden y Harris es una diferencia significativa en la forma de ver estas cuestiones”, dice Jeremy Ben-Ami, presidente de J Street, un grupo de presión liberal pro-Israel que ha apoyado la candidatura presidencial de Harris. “No es necesariamente tanto una cuestión de política como, en mi opinión, de encuadre... hay un encuadre para la gente de la generación de Kamala Harris y más jóvenes que reconoce mucho más el lado palestino de la ecuación, y reconoce mucho más la necesidad de que los miedos y las necesidades y los derechos de ambos pueblos formen parte de esta conversación”.

Harris ha hecho llamamientos al alto el fuego y ha criticado la actuación de Israel en la guerra. Al mismo tiempo, ha pulido sus credenciales pro-Israel, si bien un asesor confirma que estará ausente cuando Netanyahu hable en el Congreso el miércoles. “A lo largo de su carrera, [Harris] ha mantenido un compromiso inquebrantable con la seguridad de Israel. Eso sigue válido cierto hoy en día”, dice el asesor.

En marzo, en un discurso en Selma, Alabama, escenario de una manifestación histórica del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos, Harris dijo: “Como he dicho muchas veces, demasiados palestinos inocentes han sido asesinados”. “Y hace tan solo unos días, vimos a personas hambrientas y desesperadas acercarse a los camiones de ayuda, simplemente intentando conseguir alimentos para sus familias tras semanas en las que casi no llegaba ayuda al norte de Gaza. Y se encontraron con disparos y caos”.

Ivo Daalder, presidente del think tank Chicago Council on Global Affairs y exrepresentante permanente de Estados Unidos ante la OTAN, dice: “No hay duda de que ella es una voz dentro de la administración que presiona para que se dé prioridad al impacto sobre la población civil de Gaza y se garantice que esa cuestión sigue siendo prioritaria en la mente de la gente, incluido el presidente”.

Pero una vez tomadas las decisiones dentro de la administración, añade Daalder, Harris no ha roto con ellas públicamente. Los demócratas críticos con el apoyo de la administración Biden a Israel durante la guerra han dicho que Harris no representará una ruptura suficiente con lo establecido.

Abdullah Hammoud, alcalde de Dearborn, Michigan, ciudad de mayoría árabe, no ha apoyado a Harris. “Para nominar a un candidato que pueda impulsar una política histórica a nivel nacional y abandonar el rumbo genocida trazado en Gaza y más allá”, escribe. “Estados Unidos necesita un candidato que pueda inspirar a los votantes para que acudan a las urnas este noviembre”.

Similar a Biden

En general, los expertos en política exterior opinan que Harris mantendrá una política similar a la de Biden respecto a Israel, aunque se pronunciará más abiertamente sobre la difícil situación de los palestinos a causa de la guerra o contra los asentamientos israelíes.

“Estará sometida a las mismas limitaciones que Biden, tanto las políticas como las de no presionar a nuestros aliados. No presionamos a nuestros aliados”, dice Aaron David Miller, investigador principal de política exterior estadounidense en la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. “Será un tono retóricamente más agudo. Habrá más simpatía y empatía por los derechos palestinos. Puede que haya una política más dura sobre los asentamientos, pero un enfoque retórico más duro. Seguirá el modelo Obama, que fue duro en la retórica, no tanto en los hechos”.

Dos diplomáticos europeos aseguran que creen que las políticas de Harris estarían fuertemente influidas por el equipo que la rodea. El principal sería Phil Gordon, un veterano del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional, que trabaja como asesor de seguridad nacional de Harris.

En última instancia, gran parte de esta semana se centrará en la óptica. “Netanyahu viene para ocuparse de su política y de la nuestra”, dice Miller. “Y creo que está decidido a demostrar a la opinión pública israelí, a pesar de su debilitada fortuna política, que es el único primer ministro israelí que puede conseguir una reunión en la Casa Blanca e intervenir en el Congreso ahora por cuarta vez... Todo esto me parece en parte vanidad, en parte política inteligente”.

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