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The Guardian en español

La ONU, acusada de no hacer lo suficiente ante la crisis de desnutrición en el noreste de Nigeria

Varias mujeres esperan el momento de la comida en un campamento de desplazados en Borno (Nigeria).

Phoebe Greenwood

Maiduguri (Nigeria) —

La ONU ha sido acusada de no actuar con suficiente rapidez para salvar cientos de miles de vidas en el norte de Nigeria, donde una crisis alimentaria que ya mata a cientos de personas al día está a punto de convertirse en la más devastadora en décadas.

Las autoridades nigerianas, que mantienen un control férreo sobre el acceso humanitario y mediático a la región, también han sido acusadas de negligencia deliberada y de intentar ocultar las dimensiones de la crisis.

La Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA) afirma que hay 4,4 millones de personas en la región del lago Chad en situación de “inseguridad alimentaria severa”, lo que significa que necesitan ayuda urgente de alimentos.

“Es de lo peor que puede ocurrir. Solo hay un paso peor, que yo no he visto en los veinte años que llevo haciendo este trabajo, y es una hambruna”, explica Toby Lanzer, coordinador humanitario regional de la OCHA para el Sahel y secretario general adjunto de la ONU. “Tenemos que actuar rápido o tendremos a cientos de miles de personas en peligro de muerte en el noreste de Nigeria”.

Los siete años de insurgencia de Boko Haram han dejado las tierras agrícolas de Borno, que antes alimentaban a Nigeria, devastadas y abandonadas. Este será el tercer año sin cosecha en la región.

La crisis de hambre se está llevando vidas incluso en Maiduguri, capital del estado de Borno y cuartel de las fuerzas humanitarias y de seguridad en la región. La ciudad ha duplicado su tamaño en dos años y ahora acoge a 2,4 millones de personas desplazadas. Los precios de los alimentos se están disparando en los mercados, donde ahora cuesta 100 dólares (unos 90 euros) comprar un paquete  grande de arroz.

Lanzer explica que las agencias de la ONU no han tenido los recursos necesarios para afrontar esta crisis y han hecho un llamamiento a los donantes internacionales para evitar una catástrofe mayor. De los 279 millones de dólares necesarios, solo se han garantizado hasta el momento 75 millones.

La directora de operaciones en Nigeria de Médicos Sin Fronteras (MSF), Isabelle Mouniaman, cuenta que su organización lleva dos años dando la señal de alarma en el norte de Nigeria y que las organizaciones de la ONU no han respondido.

“Hemos estado llamando a la ONU, a las oficinas de Unicef, del Programa Mundial de Alimentos y de la OCHA y su respuesta ha sido 'Sí, estamos haciendo esto y aquello...' pero no te puedes dar por satisfecho con decir que has construido X letrinas y que has repartido X paquetes de comida cuando la gente se está muriendo. No es suficiente”, cuestiona Mouniaman. “La Cruz Roja está haciendo su trabajo, MSF está haciendo su trabajo, pero la gran mayoría de las organizaciones humanitarias están fracasando en su responsabilidad con la crisis de Borno”.

Las agencias internacionales de cooperación se han centrado en los campamentos saturados de Maiduguri, pero más del 80% de las personas desplazadas en la ciudad, en torno a 1,9 millones de personas, están viviendo entre la comunidad, la gran mayoría de ellos sin acceso a ayuda alimenticia o apoyo médico.

“En mi tiempo en MSF, nunca he visto algo así”

La crisis más apremiante se está desarrollando fuera de Maiduguri, donde las agencias de cooperación temen que cientos de miles de personas están atrapadas, bloqueadas entre Boko Haram y la operación militar contra ellos. A medida que el Ejército nigeriano limpia más partes de estas zonas, la verdadera dimensión solo está empezando a conocerse: los que han escapado cuentan que han visto a niños muriendo de hambre y que les han impedido solicitar ayuda.

Mouniaman señala: “Estamos hablando de zonas en las que el 39% de los niños tienen desnutrición aguda grave. Es una situación muy, muy dramática. En todo el tiempo que llevo trabajando en MSF, desde 1999, nunca he visto algo así”.

En junio, un convoy humanitario llegó a Bama, la segunda mayor ciudad del estado de Borno. Fue recuperada por el Ejército nigeriano en marzo de 2015, pero el camino de 60 kilómetros desde Maiduguri se sigue considerando demasiado peligroso para hacerlo sin escolta militar por los ataques de Boko Haram y las minas terrestres.

Encontraron Bama destruida y un campamento de unas 30.000 personas, la mayoría mujeres y niños. Muchos estaban pasando hambre. MSF encontró las tumbas de 1.233 personas que habían muerto en el campamento, 480 de las cuales eran niños. Más de 3.000 personas gravemente malnutridas fueron evacuadas por el gobernador del estado a Maiduguri para un tratamiento de emergencia. Varias de ellas murieron en el camino.

El Ejército nigeriano negó a the Guardian la entrada a Bama por razones de seguridad. Pero Maj Gen Leo Irabor, que coordina la operación militar contra Boko Haram en la región, asegura que el hambre en el campamento de Bama es “relativo”. “Creo que sus necesidades se están satisfaciendo en gran medida”, afirma.

Varias personas evacuadas a Maiduguri han aceptado hablar con the Guardian bajo condición de anonimato. Un funcionario cuenta que ha visto a personas morir todos los días en el campamento por el hambre y la falta de higiene.

Milicias civiles reparten raciones de alimentos una vez al día y los líderes de la comunidad local las distribuyen. Se trata a menudo de arroz crudo, algo que no tienen medios para cocinar. Las quejas por el hambre y las muertes son ignoradas.

“Cuántas veces hemos gritado o nos hemos quejado... Pero cuando estábamos en Banki, el Ejército confiscó todos nuestros teléfonos móviles. Si el Ejército te veía haciendo una llamada, te daban una paliza”, asegura.

“Total abandono y despreocupación del Gobierno”

Las agencias humanitarias siguen con dificultades por conocer las dimensiones de la necesidad en decenas de localidades a las que no han podido llegar. La semana pasada en Mondugo, MSF estimó que 100.000 personas desplazadas necesitaban asistencia; esta semana, revisaron su estimación y la elevaron a 200.000. Hay incluso menos información sobre grandes comunidades de Dikwa, Konduga, Gwoza y Kale/Balge, donde se cree que la situación es peor que en Bama.

Grema Terab, presidente de la Agencia Estatal de Gestión de Emergencias (SEMA) de Borno –el organismo que coordina la respuesta humanitaria del estado– hasta marzo de 2015, cree que la crisis es el resultado del “total abandono y despreocupación por parte del Gobierno”. Asegura que las autoridades son conscientes de las dimensiones del hambre pero no desarrollan un plan para luchar contra ella y tratan de evitar que los medios hablen del tema por miedo al bochorno.

“El gobierno decidió esconder el problema de los desplazados internos por miedo a las acusaciones. Ha habido mucho abandono durante mucho tiempo y se han negado a actuar sobre la difícil situación de los desplazados y por eso está habiendo hambre en la mayoría de los campamentos”, dice.

El actual presidente de SEMA, Satomi Saleh, asegura a the Guardian que esas acusaciones son “sucias mentiras y confabulaciones políticas”. Apunta que el SEMA, además de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias, ha llegado a 150.000 personas en los campamentos de Maiduguri con asistencia alimenticia, pero ha admitido que la crisis ya ha excedido la capacidad de Nigeria para responder por sí sola.

Se ha declarado una emergencia nutricional en el estado de Borno, donde el gobernador, Kashim Shettima, trabaja ahora junto a las agencias de la ONU. El Gobierno invitó al Programa Mundial de Alimentos a Nigeria en marzo para que apoyara en las medidas de socorro. Están ampliando rápido su operación y ahora esperan llegar a proporcionar ayuda alimenticia a más de 700.000 personas para diciembre.

“No creo que nadie haya sido suficientemente rápido en entender lo grave que era la situación. Podemos criticarnos unos a otros, pero lo más importante es qué vamos a hacer para asegurarnos de que esta situación no va a peor”, señala Lanzer a the Guardian. “Podemos hacer todos los planes del mundo, pero si no obtenemos recursos de la comunidad de donantes, muy poco de eso se llevará a la realidad”.

Traducción de Jaime Sevilla Lorenzo

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