Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El jefe de la Casa Real incentiva un nuevo perfil político de Felipe VI
Así queda el paquete fiscal: impuesto a la banca y prórroga a las energéticas
OPINIÓN | 'Siria ha dado a Netanyahu su imagen de victoria', por Aluf Benn

The Guardian en español

La pequeña isla que ganó: cómo una comunidad diminuta del Pacífico ahuyentó a una multinacional minera

Una familia desplazada a Wagina (Islas Salomón).

Ben Doherty / Dorothy Wickham

12 de junio de 2021 22:23 h

3

Cuando una compañía minera llegó con la propuesta de convertir en una mina de bauxita el 60% de la isla de Wagina, hace casi una década, la resistencia fue inmediata y decidida.

“Yo estuve en un grupo que fue y detuvo físicamente a las máquinas que habían desembarcado en la parte trasera de esta isla”, dice Teuaia Sito, antigua presidente del Consejo de Mujeres Lauru Wagina. “No queremos a la mina, es así de simple”, dice Sito, madre de 10 y abuela de 19. “¿Qué nos traería de bueno la minería?”

La historia de compañías gigantes que llegan a islas diminutas del Pacífico para hacer explotaciones mineras y extraer sus valiosos recursos no es inusual; pero el caso de Wagina, donde sus habitantes ganaron, sí lo es.

Los habitantes de Wagina – una pequeña isla de las Islas Salomón, hogar de aproximadamente 2.000 personas, a 1.700 km al noroeste de la ciudad australiana de Cairns – lucharon duramente para mantener alejada a la empresa minera, porque el recuerdo de los desplazamientos forzosos no es un cuento lejano pasado de generación en generación, sino parte de la memoria actual.

Una historia reciente de destierros

Los habitantes de Wagina han sido desplazados ya dos veces. En la década de 1930 fueron expulsados de su hogar ancestral en las Islas Gilbert del Sur (ahora parte de Kiribati), por la escasez de tierras y la superpoblación, a una nueva cadena de islas, las Islas Phoenix.

A comienzos de la década de 1960, los británicos los desterraron una vez más, supuestamente por las sequías persistentes, pero la comunidad cree que su relocalización estuvo vinculada a las pruebas nucleares en atolones cercanos.

Esa vez, las familias fueron transportadas a más de 3.000 km en el Pacífico, a Wagina, donde comenzaron una nueva vida entre sus vecinos melanesios que se veían y hablaban, comían y cultivaban, reían y lloraban de formas distintas a las que habían conocido en su antiguo hogar. Mudarse era una conmoción que muchos no podrían afrontar por segunda vez.

“Un hombre mayor se suicidó antes de que nos fuéramos porque no estaba contento con dejar cosas atrás, como las palmeras de cocos que había plantado”, asegura un aldeano, Tetoaiti Amon.

Pero la gente de Wagina ha convertido a su nueva isla en su hogar, ha construido su propia cultura y vínculos comunitarios y una nueva actividad industrial: son los mayores productores de algas marinas – para hacer pasta dental, cosméticos y fertilizante – en el Pacífico.

En 2013, Solomon Bauxite Limited – una compañía minera que es propiedad de otras dos compañías registradas en Hong Kong – recibió un permiso para crear una mina a cielo abierto en Wagina. Los planos que ahora son accesibles para el público muestran que la mina habría afectado a 48 km2 – el 60% – de la isla e implicado la tala de 2.000 hectáreas de bosque virgen.

Habrían construido un aeropuerto (ahora la isla solo es accesible por barco) así como caminos nuevos para el traslado de aproximadamente 150 camiones de bauxita todos los días durante 20 años.

El negocio

El plan de negocio era sólido. La isla es rica en este mineral clave para la producción de aluminio, que es usado en la construcción y la producción de autos, aeronaves y electrónica de consumo masivo. Y las Islas Salomón están cerca (a 10 días en barco) de China, el mayor importador mundial de bauxita. La empresa estimaba que la mina produciría entre 24 y 40 billones de kilogramos en dos décadas, trabajando 16 horas por día, seis días a la semana.

Pero los isleños aguantaron una dura batalla legal de cuatro años y que en 2018 les garantizó la suspensión de la minería hasta que la propuesta fuera evaluada en mayor profundidad.

En marzo de 2019, la victoria de los isleños se consolidó cuando, en su primer fallo, el comité asesor ambiental de las Islas Salomón revocó la licencia minera, por entender que los habitantes no habían sido consultados apropiadamente y que el estudio de impacto ambiental de la compañía había sido “poco científico e inadecuado” y legalmente inválido.

Un asentamiento minero que cubra el 60% de una pequeña isla tendrá impactos ambientales tremendos en la calidad del agua, del aire, de la ecología y del medioambiente marino”, dijo el comité en su decisión.

“También tendrá un impacto dramático y probablemente irreversible en los más de 2.000 habitantes de la isla que cuentan con el mar y la tierra para sobrevivir... ¿Qué sucederá con la gente de Wagina si la mina ocupa una parte tan importante de su isla? ¿De dónde sacarán el material para construir sus hogares y los recursos para sostener sus modos de vida?”

Esa decisión fue apelada, pero el pasado noviembre, el ministro de Medioambiente apoyó la decisión.

La lucha todavía continua

La propuesta de la mina ha sido rechazada mayoritariamente en Wagina, pero no por toda la población, lo cual ha creado fisuras en esta pequeña comunidad construida sobre el consenso.

Este año, un grupo de ocho aldeanos – que se bautizaron Maungatabu, o “consejo de ancianos” – supuestamente firmó un memorándum de entendimiento con Solomon Bauxite para que la minería avance.

William Kadi, el vicepresidente de la Asociación de Leyes Ambientales de las Islas Salomón, ha liderado la batalla legal de la gente de Wagina. Dice que aunque el memorándum de entendimiento no tiene validez legal y es ferozmente cuestionado en la isla, los residentes todavía viven bajo la amenaza de que los mineros regresen a su hogar.

“Lo más triste es no tener la sensación de propiedad de la tierra donde vives”, dice.

“Es simplemente increíble que esta gente ha estado aquí durante décadas y todavía no les hayan entregado nuevas parcelas de tierra en la isla para mantener a su población y sus necesidades crecientes, mientras que la compañía minera puede fácilmente firmar un acuerdo por la cesión de tres cuartos de la isla, es simplemente absurdo”.

The Guardian le ha enviado preguntas sobre su propuesta a Solomon Bauxite Limited pero no ha recibido contestación.

En respuesta a una investigación de Amnistía Internacional, un director de la empresa, Bruce Hills, dijo: “El proyecto de bauxita en Wagina representa oportunidades financieras y de desarrollo importantes para las Islas Salomón”.

“Los directores... creen que es crítico que las Islas Salomón estén en la posición de atraer a compañías mineras que genuinamente tengan la habilidad y disposición para desarrollar la minería de un modo ambiental y socialmente sostenible”.

“Creemos que este proyecto es demasiado valioso para todos los involucrados para no ser desarrollado”.

Pero un anciano de Wagina, Tebukewa Mereki, que lideró la apelación ante el comité de asesoría ambiental, ha pasado años discutiendo pacientemente ante las cortes y tribunales que el derecho de la gente de Wagina a vivir en paz en las islas es más importante que cualquier promesa de desarrollo o de beneficios económicos.

“Wagina es nuestra vida”, dice en su apelación legal. “Si destruimos Wagina, no tenemos otro lugar a donde ir”.

Traducción de Ignacio Rial-Schies

Etiquetas
stats